Pasan los años por el humilde barrio capitalino de Vallecas. Trascurren las temporadas y a cada una de ellas múltiples cambios acaecen en las oficinas del Campo de Fútbol de Vallecas. Si algo caracteriza al Rayo Vallecano de esta última etapa en primera división es que su director deportivo, Felipe Miñambres, tiene una idea cristalina: la manera de planificar su equipo. El proceder de Felipe es invariable, comenzar cada campaña con una plantilla renovada, realizar contratos de corta duración y mantener las ganas e ilusión tanto de los futbolistas recién fichados, que suelen ser jóvenes o jugadores poco usados en sus clubes anteriores y con ganas de mostrar su valía, como en los aficionados, que abarrotan los graderíos para ver el funcionamiento de cada nuevo equipo.

Y así, como se dijo, pasa el tiempo en Vallecas. Y con él los movimientos, salidas y llegadas que afectan prácticamente a la totalidad del equipo, a excepción de contadas piezas claves e imprescindibles. La primera de ellas es la de su entrenador, el aclamado y vituperado a un tiempo por la crítica, Paco Jémez. Míster apasionado del fútbol de ataque, del talento y el riesgo. El bueno de Paco va a una con Miñambres, apoyando a pie juntillas su idea de renovación constante. Pero hasta un entrenador de su perfil, bravo y arriesgado como pocos, tiene clara una cosa, que todo equipo puede variar mucho en defensa y en ataque, dado que ensamblar las piezas en dichas zonas está al alcance de un profesional de su nivel, pero que la sala de máquinas, el generador que permite que el flujo energético sea estable, no pude ser sustituido con la misma facilidad. No debe serlo. Paco lo sabe, así como cualquier buen seguidor de este deporte, y por ello, en éste su cuarto año como en los anteriores dirigiendo al conjunto madrileño, ha confiado ciegamente en su fetiche sobre el verde. La persona encargada de dirigir las tropas sobre el terreno no es otro que el capitán, el "10" blanquirojo, el excelente centrocampista Roberto Trashorras.

La figura del medio centro organizador por antonomasia

"Este estilo de juego es beneficioso para mí, ya que estar en contacto permanente con el balón me facilita las cosas", pocas declaraciones como las del propio Roberto podrían definir mejor sus características e ilustrar la clase de jugador que es.

Un futbolista sereno, que imprime pausa ante cualquier rival sea duro o más débil, cuando el viento sopla a favor y el equipo se adelanta o cuando toca sufrir y perder por diferencia. Su templanza se siente tanto en aquellos casos como en éstos, Trashorras no se desespera e intenta guiar al equipo con sus mejores atributos, moviéndolo de lado a lado, alternando el pase y apoyo en corto con el envío directo, a demanda de la situación. Este año ha empezado como acostumbra, pero el conjunto rayado no carbura como debería. Paco Jémez, alertado por la situación, ha variado ya todas sus piezas. Todas, excepto una, la de siempre.

Criado en La Masía, y tras pasar por equipos de tan distinta índole como el Castilla, el Numancia, la UD Las Palmas y el Celta de Vigo, su explosión, o más bien su consolidación al máximo nivel, llegó en su actual equipo, en el que recaló hace ahora cinco temporadas, cuando aún no había entrado en la treintena pero ya la rozaba. Dada la calidad que atesora en su diestra, sin duda, un tardío premio. Trashorras creció siendo un media punta puro, desenvolviéndose detrás de los delanteros y encargado principalmente de servir el último pase, previo al gol. Así potenció su buen toque de balón, lo que le sirvió posteriormente para su nueva y, a día de hoy, definitiva posición en el campo. Quizá su no excesiva rapidez y limitada plasticidad de movimientos le impidieron triunfar en una posición tan adelantada, tradicionalmente técnica, y, como tantos otros futbolistas de élite, encontró su ubicación perfecta más atrás, delante de la pareja de centrales, haciendo a la vez de ancla y lanzadera de los suyos.

El de Rabade posee un exquisito toque de balón, una visión de juego fuera de toda duda, complementadas dichas cualidades con una depurada implicación táctica. Genera fútbol como a todo buen "5" se le exige y mantiene la estabilidad defensa-ataque con una maestría que pocos jugadores de la Liga BBVA, y de cualquier campeonato de nivel, consiguen mantener. Ha compartido camiseta con innumerables centrales, con varios acompañantes en ese doble pivote siempre usado por Paco Jémez, pero encontró su necesaria mitad en su actual pareja, Raúl Baena, un "destructor" que le permite centrarse en las labores que mejor se le dan, las de creación. Paco, como se apuntó al inició, varió bandas, atacantes y defensores, pero parece, o se evidencia, que su principal petición al inicio de cada año es clara: renueven a Roberto Trashorras, la base del equipo. Ya cuenta con 34 años, y quizá es algo tarde para su debut con la selección absoluta, dado que España es prolífera en futbolistas de su corte. Pero su constancia y buen hacer le hacen acreedor, sin duda, de una llamada, que quizá no llegue, pero que sí merece.

Las matemáticas no engañan, dos y dos siempre suman cuatro

Las estadísticas al respecto del capitán son abrumadoras, no dan lugar a la especulación ni admiten escepticismo, apareciendo año a año en las primeras posiciones de las listas de mejores futbolistas pasadores del campeonato doméstico. A la finalización de la pasada campaña se alzó al puesto de máximo pasador de la Liga BBVA, por delante de futbolistas de la talla de Tony Kroos, que le fue a la zaga. Más de 2500 pases completados con precisión, un 78% de acierto por partido, sumado al campo abarcado por su poderío físico, siendo el sexto jugador del torneo con más kilómetros recorridos, aúnan elaboración y solidaridad, mezcla idónea para liderar cualquier centro del campo de un equipo que pretenda progresar mediante el fútbol de combinación y progresión pausada y perseverante. En lo que llevamos de temporada viene mostrando la misma tónica, habiendo completado 56 robos de balón, y atesorando un 73% de acierto en envíos largos y un sublime 88% en pases cortos, todo un lujo a la altura de pocos futbolistas hoy día incluso en una liga como la española, la que mejor propuesta futbolística propone cada curso.

El FC Barcelona recibirá en el Camp Nou, el próximo día 17 de octubre, al Rayo Vallecano. Sin duda puede temer su ataque, el formado por jugadores incisivos y desprovistos de recato ante los grandes, como Bebé, Manucho o Javi Guerra, pero si de algo debería preocuparse Luis Enrique, si realmente quiere desconectar al equipo rival, necesitará destruir su centro del campo, deberá, sin duda alguna, ahogar de cualquier manera la chispa que prende. Roberto Trashorras espera volver a exhibirse, así, a su manera, camuflado entre la multitud, sin llamar la atención sobremanera pero minando al rival poco a poco, como lo que es, una mecha lenta, pero de cierto final.