En el fin de semana de las estrellas de la NBA, el espectáculo del deporte americano también quiso hacerse latente sobre el pasto verde del fútbol europeo. No estaba Kobe, ni Lebron ni siquiera el futbolero Steve Nash, pero las estrellas del deporte balompédico siempre se presentan dos veces por semana en España, cada poco tiempo en el Camp Nou y ayer, ante el Celta de Vigo, volvieron a hacer del fútbol arte para dejar atónitos a los allí presentes y con la palabra en la boca a los que disfrutaban delante de las pantallas.

Messi fue Magic en la dirección y Jordan en la puntilla

Penalti a un lado, el juego del Barcelona durante la segunda mitad del choque ante los celestes rozó la perfección. Como si del concurso de mates se tratase, la precisión del juego culé vino de la mano de un aporte imaginativo que destrozó las costuras de la pizarra de Berizzo en todos y cada uno de los ataques. Tras una primera mitad meritoria en la que por momentos descolocaron a los azulgranas, la segunda parte de Messi lo absorvió todo. Messi fue Magic en la dirección y  Jordan en la puntilla. Sólo por futbolistas como él los partidos duran todos y cada uno de los segundos que hay en noventa minutos. Jugón. En cualquier instante, sea el que sea, el fútbol se convierte en espectáculo si Lionel tiene la pelota. Así la mimó el de Rosario en el segundo gol del Barcelona, picando la redonda, sirviendo un Alley oop para que Suárez machacara la red contraria. Show time en estado puro. Messi y Luis, Stockton y Malone. "Hoy te quiero más que ayer pero menos que mañana".

Messi y Suárez en el partido de ayer I Fuente: bbc.com
Messi y Suárez en el partido de ayer I Fuente: bbc.com

Mención a parte merecen sus acciones en el tercer y el cuarto gol de la noche. A una velocidad de vértigo el "10" del Barcelona se enfundó la "55" morada de los Kings para asistir a Neymar en un pase imposible. No necesitó su codo, simplemente el tacto de una bota que debería ser embalsamada, sólo para que no se pierda. O siguiendo con la comparativa baloncestística igual, llegado el día, se debería hablar de retirar su camiseta. Decir adiós al "10". Al número perfecto del futbolista total. El dorsal de Diego, de Román. De Rivaldo y de Ronaldinho pero indudablemente el suyo. Del genio de Rosario. Sin relación aparente su "10" es un "23" en la "ciudad del viento" al sureste del lago Michigan, lo acumula todo. Una marca. Una seña. Ya es historia.

Su dorsal "10" es un "23" en la ciudad del viento al sureste del lago Michigan

Pero la jugada de la noche aún estaba por llegar. Quedaba el último cuarto del partido y con el Celta delante y Djalminha en la cabeza, Neymar Jr puso la antesala de la obra del "10" con una lambretta de órdago. Irrespetuoso o no, Neymar eliminó a su rival con un juego de tobillos más propio del baloncesto callejero. Acto seguido y al borde de la cal, el fútbol se detuvo en un final de posesión más fructífero que un último balón en las manos de Robert Horry, "ese extraño elemento". Sobre la imaginaria bocina de los límites del campo Messi, en una baldosa, trajo a la memoria de los que sueñan con Andrés Montes y Antoni Daimiel los movimientos del "Artículo 34" en línea de fondo. Sin espacio y como decía el mítico comentarista, "hago lo que quiero, cuando quiero y como me da la gana".

De ahí, el partido derivó en un penalti. Enjuiciado y alabado a partes (des)iguales que no tiene acomodo en estas líneas. Que lo valoren otros. Lo de Leo y su Barça, en la noche de ayer, fue mucho más que un invento o un acto irrespetuoso. Fue un auténtico espectáculo a miles de kilometros de lo que horas más tarde iba a disputarse en Toronto.

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Sobre el autor
Manuel Domínguez Rodríguez
Periodista graduado en Santiago de Compostela. Ourense 1992. Si el azar no me quiso dar pies para golpear un balón por lo menos que me de manos para escribir sobre el cuero. Colaborador con Elfútbolesnuestro. Toco y me voy.