La contundente victoria en el Emirates Stadium (0-2) ante el Arsenal deja la eliminatoria muy de cara para el Barcelona. A los de Luis Enrique les costó entrar en el partido, sobre todo en los primeros minutos, pero poco a poco se fueron haciendo con el control del juego. Ahora, para conseguir semejante resultado, y fuera de casa, se necesita que todos colaboren con sus tareas. Si uno se descuelga, el grupo lo paga. Pero ante el Arsenal no hubo errores: todos estuvieron perfectos, seguros, precisos, certeros. Quizá por eso Luis Enrique no quiso hacer cambios en todo el encuentro y, quizá por eso también, el técnico aseguró en rueda de prensa: "Mis chicos han hecho hoy un partido que roza la perfección". Efectivamente, el Barça rozó la perfección

En esa excelencia destacan dos nombres propios, sin los que el 0-2 no hubiera sido posible o hubiera sido más difícil de conseguir: Marc André-Ter Stegen y Leo Messi. Guardameta y delantero. El cerrojo y la llave. El que las para y el que las mete. El Barça necesitó la mejor versión de MATS -y la obtuvo- y tener a Leo enchufado -también lo consiguió-. A partir de ahí, que el fútbol fluya.

Ter Stegen y sus manos milagrosas

El alemán volvía a la Champions, su competición, donde siempre se crece. Y de nuevo, no volvió a decepcionar. Seguro con los pies, sin nervios, sin precipitaciones: Ter Stegen fue el primer jugador en construir juego del Barça, a pesar de la presión elevada del Arsenal. Volvió a ser un seguro de vida en ese sentido, y el equipo se lo agradeció. La estadística habla por si sola: 32/34 en pases. Casi nada.

El alemán realizó una de las paradas de la competición | Foto: Getty Images
El alemán realizó una de las paradas de la competición | Foto: Getty Images

Pero un portero ha de destacar por sus intervenciones y ayer era el día para ello: sacó tres balones que se colaban dentro de la portería con unos reflejos que se echaban de menos en Europa. En la primera mitad, y en una carambola dentro del área en la que Özil fue el más listo de la clase, Oxlade aprovechó un balón muerto en el área pequeña para batir a Ter Stegen. El portero teutón, con mucha sangre fría, se lanzó al lado correcto y adivinó las intenciones del extremo inglés. En la segunda mitad, Ramsey y Giroud fueron los otros dos protagonistas. El francés remató a bocajarro desde el punto de penalti y Ter Stegen sacó una de esas manos que nunca se olvidan: como la del Allianz Arena contra Lewandowski. Nadie daba crédito en el Emirates, mientras Ter Stegen alzaba el puño al cielo como señal de victoria. De la misma forma sacó el gol a Ramsey cuando éste se disponía a empujar el balón a las redes. Allí apareció de nuevo Marc para evitar el peligro, coronarse en otro partido y dejar la portería a cero fuera de casa. Una nueva exhibición para él; la necesitaba.

Leo Messi, el que aparece siempre

Recuperada la sonrisa, el argentino volvío a demostrar por qué no tiene rival a día de hoy. Con el partido muerto, ordenado tácticamente y sin ocasiones claras -exceptuando una de Luis Suárez- para los suyos, Leo apareció, sentenció y silenció un Emirates que se preguntó de nuevo "Why?". En un encuentro en el que el argentino no había aparecido demasiado, ya que en la primera mitad no tuvo la incidencia en el juego a la que nos tiene acostumbrados, se sacó de la chistera dos genialidades para decantar el partido, la eliminatoria y sumar dos goles más a su marcador. 

A la séptima, Leo Messi batió a Cech | Foto: Getty Images
A la séptima, Leo Messi batió a Cech | Foto: Getty Images

En un contraataque de vértigo, de esos que tanto les gusta a la MSN. Neymar inventó un pase a Suárez, este se la devolvió en una pared de videojuegos, el carioca se plantó en el área y, con la marca de Monreal y Bellerín, se la cedió atrás a Messi. El argentino estaba solo, en el punto de penalti, con Cech descolocado y sin nadie alrededor. Entonces, paró el tiempo: como Neo en Matrix. Ralentizó el balón, Cech, por la inercia de la jugada acabó en el suelo y Leo hizo el resto. La puso por encima del checo, dónde Monreal tampoco llegaría, para poner el primero en el marcador y cortar esa particular hazaña de Petr (seis partidos sin recibir un gol de Messi).

Y cinco minutos después, se inventó un penalti en el que Flamini participó. El pobre Flamini, que acababa de entrar al campo por Coquelin para dar más verticalidad a los suyos, pecó de inocente. Y si pecas de inocente ante Leo, pierdes. El argentino lo lanzó raso, colocado, a la izquierda y engañó a Petr otra vez, la segunda en el partido. Messi acabó con la "maldición" de Cech, dejó la eliminatoria sin quererlo ni beberlo y volvió a demostrar quien es el "King" en Londres: Él