Todos los aficionados que se acercaron hasta el José Rico Pérez para ver a los suyos apenas tuvieron tiempo para acomodarse en sus asientos cuando llegó el primer gol de la tarde. 23 segundos es lo que tardó Marc Cardona en inaugurar el electrónico. Un inicio fulgurante para un Barcelona B que estrenó su temporada con una victoria algo sufrida frente al Atlético Saguntino en el Mini Estadi y que volvió a sumar los tres puntos en una de las visitas más exigentes de la temporada ante un Hércules que puso las cosas realmente complicadas.

El ex del Atlético Sanluqueño, que anotó otros tres tantos en el choque inaugural, aprovechó una gran asistencia de Aleñá al espacio para definir con el exterior de su bota izquierda dentro del área. Y sin tiempo para que ninguno de los dos conjuntos terminara de asentarse sobre el terreno de juego, el árbitro señaló un penalti -que no sería el único del encuentro- a favor del Hércules tras un claro agarrón de Tarín dentro del área. Miñano no erró en la definición y el partido comenzaba de cero cerca de los seis minutos de juego.

Fue entonces cuando se atisbaron las primeras señales de lo que proponían uno y otro técnico: ambos querían tener la posesión y controlar el ritmo del partido, por lo que el cambio de papeles fue algo constate durante todo el primer tiempo. Sin embargo, no se pudo corroborar hasta bien entrados en el minuto 15, cuando Alberto Perea erró una pena máxima que sería el punto de inflexión a un primer cuarto de hora tremendamente agitado y eléctrico.

A partir de ahí, ambos bandos apostaron por una idea algo más conservativa: ninguno de los dos se atrevía a buscar al rival para evitar conceder espacios atrás. No obstante, los locales no dudaban en salir al contragolpe en momentos puntuales cuando los de Gerard López acumulaban muchos hombres arriba. Y fruto de ello fueron las escasas situaciones claras de gol durante la media hora restante. Tímidas aproximaciones, pero sin terminar de inquietar a los guardametas.

Un segundo tiempo de trabajo

La reanudación trajo consigo un lavado de cara en el bando azulgrana, que cada vez se encontraban más cómodos sobre el césped. La circulación era más fluida y se intentaba presionar algo más arriba. Y en prácticamente la primera vez que se intentaba ahogar la salida de balón del Hércules, Chema cometió un error en el despeje y le regaló el balón a Alberto Perea, que, tras internarse en el área y recortar a su par con un gran gesto técnico, definió con pierna derecha para adelantar a los de Gerard López.

Sacrificio y esfuerzo como señas de identidad para llevarse los tres puntos del Rico Pérez

Fue entonces cuando el partido entró en una espiral de descontrol, sobre todo para los locales: sin ideas en ataques e imprecisos en el pase. Luis Tevenet reaccionaba dando entrada a Mainz y Gaspar, dos hombres de carácter ofensivo, y Gerard López hacía lo propio retirando a Alfaro para dar entrada a Xemi e intentar adormecer un poco el choque. Nada más lejos de la realidad: el Hércules poco a poco iba obligando a los azulgranas a retroceder varios metros sus líneas evitando así que pudiera salir de su propio campo.

La más clara por parte local llegó en una jugada a balón parado a falta de 10 minutos para el desenlace, lo que parece ser un mal endémico del equipo catalán, donde José Aurelio Suárez tuvo que intervenir sobre la misma línea de gol para evitar la igualada. El partido entraba de esta manera en los últimos minutos y, por consiguiente, los más críticos.

Pero un rápido contragolpe azulgrana terminó con las aspiraciones alicantinas: Mújica, que había entrado por Perea a lo largo del segundo tiempo, cerró un partido de sufrimiento después de definir con una serenidad impropia de un jugador aún en etapa de Juvenil ante la salida de Chema tras un gran pase de Marc Cardona dentro del área.