Como cabía esperar, la resaca del clásico ha suscitado multitud de opiniones, más o menos ácidas, análisis y, como no, polémica. El sentir general ha ensalzado una vez más el juego del Barcelona, a la par que criticado el reservado planteamiento de Mourinho para hacerle frente a uno de los mejores equipos de la historia.

Sin embargo, lejos de repetir lo evidente, me gustaría ensalzar la figura de un jugador maltratado no hace tantos meses, que ayer en el Bernabéu volvió a demostrar lo importante que es para el funcionamiento de un equipo como el Barcelona. Se trata del Carles Puyol, el gran capitán culé. El año pasado, mermado por sus problemas físicos, apenas disputó partidos y no fueron pocos los que comenzaron a cavar su tumba, sobre todo de cara a la selección, teniendo en cuenta el rendimiento de Sergio Ramos.

A Puyol se le tachó de lento, de falto de reflejos y de mayor. Nada más lejos de la realidad. Desde que el '5' blaugrana ha recuperado su tono físico, ha vuelto a demostrar que, aunque ya no es tan veloz como en sus inicios, es probablemente el central que mejor se coloca del mundo y, sin duda, tiene una capacidad de concentración durante los 90 minutos digna de elogio. No en vano, ya son varias las ocasiones en las que Piqué ha reconocido que con Puyol al lado es imposible evadirse en un terreno de juego.

El central culé es el corazón, el alma del Barcelona y cuando se retire, que desgraciadamente para el fútbol español no será dentro de mucho, el conjunto azulgrana tendrá que hilar muy fino para encontrarle un sustituto de garantías, porque a día de hoy es clave en el ofensivo sistema de Guardiola.

Puyol no necesita ser el jugador más técnico del mundo para no perder el balón cuando el Barça sale con la pelota jugada desde atrás. Tampoco el más alto para ganar por arriba a los mejores delanteros ni para marcar goles de córner. Puyol no gana 12 millones de euros ni sale en las revistas de moda y corre menos que la mayoría de delanteros de primer nivel. Pero en los partidos de máxima tensión, en los encuentros en los que están puestas todas las miradas, en los que no se permite un fallo, Puyol da ese plus que no se paga con dinero. La templanza de saber aguantar a las estrellas rivales, el don de interpretar cuándo y cómo atacar la pelota para robarla sin hacer falta, la capacidad para molestar con el cuerpo cuando es imposible llegar... 

El '5', y no sólo por el gol, volvió a demostrar ayer que está más que capacitado para ser titular con España en la Eurocopa y que, aunque los años no pasan en balde, sigue siendo un pilar importantísimo del Barcelona, no solo en el vestuario, sino también en el campo.