El milagro de la esperanza, que es lección diaria de vida, filtra por la ventana de la solidaridad, un inmenso rayo de luz que ilumina el fondo de la caja de música que llevamos por corazón y, prende los colores anaranjados de un atardecer colmado de mensajes de apoyo a la familia. No son otra cosa que los colores que iluminarán la pequeña noche que cae a plomo sobre Bellcaire d'Empordà, en la que Francesc Vilanova i Bayo construyó sus ilusiones. Pues en la Clínica Quirón los focos de quirófano alumbraron el último amanecer para Tito Vilanova, que poco antes de su enésima gran final alineó el mejor once de su vida. En la pizarra que fue camilla durante dos años y medio, nombres y manos de doctores, enfermeros, en los que confió ciegamente, verdaderos ‘Messi’ de las cosas realmente importantes. Esos para los que paradójicamente existen recortes en lugar de medios para ejercer su trabajo. Y gracias a esos personajes anónimos que salvan vidas a diario, Tito luchó hasta el final contra la pertinaz crueldad del cáncer y sus colores azabaches.

Imagino la charla previa en el vestuario de la preanestesia: “Chicos a darlo todo, haced lo que sabéis pues como en cada partido el destino está en vuestras manos”. Imagino y acompaño al míster en su última batalla, abrimos los ojos a un nuevo amanecer en el que se refleja la mirada sencilla pero robusta de Eric Abidal, hoy más que nunca bandera de la esperanza para tantos. Pues en la lucha contra el cáncer no solo debemos ser muchos sino todos, sea este por tanto y no por poco, ejemplo de una solidaridad que cunde en una sociedad que se estremece cuando comprueba la fragilidad humana.

En este caso un tipo popular que en cambio poseía una personalidad muy arraigada a la cultura rural, la sencillez y normalidad de aquel que se enfrentbaa a los grandes retos desde la moderación, el juicio y la lucha. En Bellcaire d'Empordà, esa modesta localidad gerundense que estalla de orgullo cuando se pronuncia el nombre de su emperador ‘Tito’, no se concibe otra forma de acometer la vida, por ello nadie jamás dudó que el ampurdanés se iba a dejar un solo esfuerzo en el camino. Sus raíces se aferraban a la linealidad, humildad y sencillez del pueblo, la tierra, la capacidad de simplificación de un sastre que ya conocía el paño de sacrificio y dolor que requería el enorme reto al que se tuvo que enfrentar.

"Lo que hoy es importante, mañana ya no lo es. Nada es lo suficientemente importante", son palabras que encienden luces en la conciencia de la gente. Son palabras de Tito, son palabras que estallan como lección en el corredor de la vida, que no es el de la pelota, pues como ya dije cuando el balón deja de rodar solo quedan las gradas, la desnudez del cemento, tan solo queda el barro del ídolo, la persona que se esconde tras la gloria. La verdad viste entonces de crudeza una realidad ausente de ovaciones que cuando dejan de sonar, el fútbol deja de ser lo más importante.

Desechado lo superfluo prevalecen los principios que insuflan la fuerza para luchar y seguir adelante. Es momento entonces de pasear junto al ‘Arco de Tito’ arco de triunfo, situado en la Vía Sacra, justo al sudeste del Foro, en Roma. En él se rememoran las victorias de Tito y en una de las escenas representadas aparece una “victoria”, ser alado que coloca la corona de laureles a un emperador. A un emperador ampurdanés que le tocó perder, pero que edificó sobre su ejemplo, piedra a piedra, el arco de su mayor triunfo en Bellcaire d'Empordà, a cuyos pies está su familia y en el que quedarán representados millones de nombres anónimos que vencieron y perdieron la partida, pero que jamás se rindieron.

Hoy más que nunca el Arco de Tito somos todos, el fútbol es lo de menos, de ahí estas líneas desnudas de táctica e impregnadas de respeto para una lucha que jamás se abandona. Es la filosofía total de la vida, los tonos naranjas de la mecánica primorosa del amanecer. Es el rostro de fortaleza de Vilanova y su cruce de miradas con Eric Abidal. Simplemente mi segundo mensaje para dos tipos con grandes ideales personales, pero sobre todo para la sociedad y los políticos, que deben seguir apoyando a todos los niveles a los enfermos y contribuir económicamente en el estudio y la investigación del cáncer. Esa palabra maldita que debemos aceptar sin recortes, tal cual es, enfrentándonos a ella con el firme propósito de erradicarla del lenguaje y nuestras vidas.

No hay más, es el mensaje positivo de un anónimo, que como casi todos hemos perdido seres queridos en este duro trayecto, pero que a su vez hemos sido testigos de nuevos amaneceres, renacimientos y victorias. Todos sabemos que envejecer y morir, son nudo y desenlace de la obra de nuestra efímera existencia, pero jamás debemos olvidar que el único argumento es la vida, vivir con pasión e intensidad, luchar hasta el último instante por disfrutar cada segundo de la misma.

Y con tres puntos suspensivos dejo abierto mi texto para todo aquel que quiera donar piedras y palabras de aliento para la construcción en Bellcaire d'Empordà del ‘Arco de Tito’, que es del triunfo de la solidaridad y la vida… DEP Tito Vilanova.

VAVEL Logo
Sobre el autor
Mariano Jesús Camacho
Diez años escribiendo para medios digitales. Documentalista de la desaparecida web Fútbol Factory. Colaboré en la web deportiva italiana Sportvintage. Autor en El Enganche durante casi cuatro años y en el Blog Cartas Esféricas Vavel. Actualmente me puedes leer en el Blog Mariano Jesús Camacho, VAVEL y Olympo Deportivo. Escritor y autor de la novela gráfica ZORN. Escritor y autor del libro Sonetos del Fútbol, el libro Sonetos de Pasión y el libro Paseando por Gades. Simplemente un trovador, un contador de historias y recuerdos que permanecen vivos en el paradójico olvido de la memoria.