Todo equipo necesita y siempre ha tenido un rival especial que estimula por sobremanera cuando se enfrentan sobre el verde. Un rival con el que la motivación se presupone. Un rival donde no hay favorito claro para el devenir del choque por muy dispares que sean las trayectorias de ambos antes de llegar al partido. Un rival ante el que todo jugador quiere jugar y sobresalir. Un rival y un partido que, a pesar de que valga tres puntos como todos los demás, marcas a principio de temporada en el calendario como una fecha especial.

A menudo la cercanía suele ser circunstancia directa a la hora de establecer una férrea rivalidad. La simple enemistad entre dos localidades separadas por escasos kilómetros es más que suficiente para trasladar al fútbol un aspecto convergente en la sociedad. Esto, siempre ha existido desde que el fútbol es fútbol. Esto, le da al deporte rey un ingrediente más que unir a una larga lista que hacen de esto un espectáculo de masas. Esto, arraiga al ciudadano un mayor sentimiento hacia su ciudad.

Cuando se enfrentan, el plano futbolístico queda a un lado

Getafe B y Leganés se enfrentan este domingo para emular toda esta serie de cosas. Para escenificar que el fútbol son más que veintidós hombres que luchan por defender su honra, su valía y el escudo que representan. Por mucho que eliminatorias coperas ante el Racing de Santander supongan enemistades puntuales o equipos de rasgos similares al Getafe,  en cuanto a identidad y valor de lo conseguido, como el Rayo Vallecano se conviertan en un aliciente en algún caso, nunca llegarán al enfrentamiento, a la enemistad y hostilidad que sobrepasan los límites futbolísticos cuando ambos contendientes se enfrentan.

Butarque no va a ser un estadio más cuando Getafe B y Leganés salten al verde. La escenografía es totalmente distinta en un partido de esta índole. Y más, siendo un filial al que se enfrentan los locales. Poco que ganar y mucho que perder, más si cabe ejerciendo como anfitriones y por sus aspiraciones a un ascenso que llevan ansiando años. Principal ventaja y filón para que los pupilos de José Francisco Molina saquen algo positivo en su visita al que, verdaderamente, es el eterno rival de los azulones.

No es un enfrentamiento más. Es el enfrentamiento. Cualquier jugador que vista la camiseta de ambos equipos lo sabe. Y el aficionado, o simple habitante de la ciudad, también. Son días de fútbol. En los que valen más el sentimiento por tu camiseta y la responsabilidad de honrar a tu ciudad que las cualidades técnicas de cada uno. Son días de fútbol. De los que crean afición y sentimiento por una localidad. Y ahí el Getafe B tiene mucho que decir. Calidad, que les sobra, y la ilusión de vencer al eterno rival en su feudo son una combinación que no puede fallar. La responsabilidad de representar a una ciudad entera deseosa de triunfar ante el Leganés, el complemento ideal.