No corren buenos tiempos en lo deportivo para el Getafe. Lo de hoy, resultado al margen, y eso que ya van siete jornadas sin vencer, no hace más que acrecentar una cruda realidad de la que la escuadra azulona parece no encontrar salida posible. Al menos a corto plazo. Los más viejos del lugar ya comienzan a evocar viejos fantasmas del pasado. A esbozar lienzos de temor con colores oscuros que evocan a la más extrema opacidad. Las han visto de todos los colores y saben que ese escudo, que ahora pasea honrosamente por el mapa nacional, ha sufrido mucho hasta llegar a lo que es hoy en día.

El aficionado del Getafe es fiel. Sabe dónde está y, ante todo, de dónde viene. Procura andar a hurtadillas y desechar cualquier atisbo de optimismo excesivo. No contempla que su equipo deambule por el campo. Ni mucho menos que lo haga delante de sus ojos cuando va a alentarlo al Coliseum. Se puede jugar bien, mal o regular, pero no se puede desprestigiar ese azul impoluto que pasea hace ya diez años en la élite del fútbol nacional representando a toda una ciudad.

Nadie mejor que el aficionado del Getafe conoce la languidez que posee a sus jugadores durante periodos puntuales de la temporada. Unas veces duran más, otras menos, pero siempre acaban suscitando una misma conclusión: la excesiva relajación de la plantilla en cuanto se consigue una serie de resultados buenos. Que el Getafe no destaca por su juego de asociación es una realidad irrefutable. Que cuando los resultados no acompañan a un estilo que no destaca por su carácter preciosita enseguida se mira al banquillo, lo es más si cabe. Hasta el punto de convertirse en una constante que, si no ha tenido hoy su momento de apogeo con gritos de “esa camiseta no la merecéis”, que increpaban incluso a los jugadores, poco le ha faltado.

El aficionado del Getafe ha visto mucho fútbol. Y muy bueno, además. Por ello, el choque de hoy a buen seguro no estará guardado en su cajón más íntimo y placentero. Es significativo que tu única ocasión de gol llegue en las postrimerías del choque. Y con un tiro desde la frontal, una genialidad personal de Diego Castro que puso en serio peligro los cimientos de la portería tras estrellar el balón en la cruceta, una muesca en la culata que habla muy a las claras del bochornoso encuentro colectivo del Getafe. Porque, a pesar de que el equipo ha corrido, en el fútbol correr sin sentido, no sirve de nada.

Para ser francos, tampoco inquietó mucho el Valladolid. De hecho, parecía muy cómodo con volver con un punto a orillas del Pisuerga tras el triunfo ante el Villarreal la pasada jornada. Viene siendo habitual que los equipos dominen a los del sur de Madrid. Su estado físico no es el más adecuado para llevar las riendas de un partido a día de hoy. Lo que no es tan habitual es ver como su rival se impone tanto con el balón como en el posicionamiento táctico sobre el terreno de juego. Cualquier segunda jugada, caía del lado visitante. Cualquier duelo, lo hacía de igual manera. No corren buenos tiempos para los azulones y el aficionado del Getafe, colindante en mil y una batallas, debe saberlo y arropar a sus hombres durante los noventa minutos que dura el choque.

Buen conocedor es el aficionado azulón de que las temporadas duran treinta y ocho actos, recuerden si no Santander o San Sebastián. Esta misma plantilla, hace unos meses, vivió unas cuantas jornadas instalada en Europa. Por ello, no se debe desesperar. Por mucho que el partido de hoy venga a mostrar que a día de hoy el Getafe permanece instalado en un estado de nervios e inoperancia. El aficionado azulón ha vivido peores situaciones y, sabe que, como en otras ocasiones, se acabará saliendo de esta. Hay mimbres de sobra para ello.

El panorama que viene no parece el más idóneo. O tal vez sí. Visita a Pamplona y recibir al Real Madrid. Desde luego, no es presa fácil. Pero hay se demuestran los verdaderos equipos, los que se sobreponen a las adversidades y claudican a sus detractores cuando menos se lo esperan. El aficionado del Getafe es buen conocedor de ello, y a buen seguro que estará junto a su equipo para demostrarlo.