La vida sigue igual en Getafe. La mala suerte se ha cebado con el club azulón. Quizás llamarlo mala suerte sería poner demasiadas excusas cuando el equipo lleva desde noviembre sin ganar. Quizás, mentada mala suerte, no es si no fruto de la apatía invernal en la que el cuadro de Luis García lleva sumido ya casi tres meses.

Como si de un espejismo se tratase, un hilo de luz en este túnel, los cinco primeros minutos hicieron creer que el infierno rojillo no sería tal cuando Pedro León en un disparo, puso en dificultades a Andrés Fernández que, en un despeje defectuoso, dejó el balón muerto para Borja FF, que erró un remate con la portería vacía. Pero lo dicho, ese arranque arrollador sólo duraría cinco minutos. Suficientes para, que en un desbarajuste defensivo Puñal asistiera desde más de 70 metros para alegría de Oriol Riera que tan sólo tuvo que, con un leve gesto de un talento descomunal, batiese a Moyá por encima.

Los nervios azulones comenzaron a emanar. Es inexplicable la sensación de, tal y como ocurrió en Almería, sentirse mejor que el rival pero tener que achacar todo a la impotencia, al no saber que hacer ya para levantar una situación que se agrava a medida que los minutos en el luminoso van corriendo. De nuevo la primera del rival fue gol, de nuevo la primera del Getafe, y la segunda, y la quinta, no.

La primera parte no dio más de sí. Osasuna pudo hacer el segundo en una gran internada por banda de Damiá pero de nuevo Miguel Ángel Moyá, único ‘salvable’ una vez más en el equipo madrileño desbarató la ocasión. El Getafe pecó de impreciso, de falta de ideas y apenas Andrés Fernández tuvo que trabajar para evitar cualquier ocasión del equipo hoy verde y blanco.

Algo llamativo son los cuatro cambios que se realizaron en los primeros 45 minutos. Poco común ver cuatro lesionados en un primer tiempo. Ciprian, por problemas estomacales y Rafa, abandonaron el césped del Sadar en lugar de Adrián Colunga y Alexis respectivamente. Por parte del cuadro Nnvarro, fueron De Las Cuevas y Patxi Puñal los que fueron sustituidos por Lolo y Roberto Torres.

La segunda parte tuvo más ritmo, el Getafe salió del vestuario con una marcha más, se fue arriba en busca de un gol que nunca llegó y lo acabó pagando. Fue el mismo guión pero de una manera más acelerada. Las contras de Osasuna en apenas diez segundo de transción defensa-ataque se impusieron con maestría al apático juego del Getafe que masticó una y otra vez la jugada para conseguir llegar a duras penas al marco de Andrés Fernández.

En una de esas contras, Roberto Torres se quedó absolutamente solo contra Moyá. Todo vino de un córner botado por el Getafe que nadie cerró y que, como viene a ser normal en los últimos encuentros, no causó daño alguno, todo lo contrario. El jugador, que ya marco al Getafe en la primera vuelta, no tuvo complicaciones para batir al meta mallorquín, sólo frente al rojillo y Armenteros, lo que hace casi imposible parar una contra de este calibre.

Al final tres puntos que se quedan en Pamplona y que invitan al Getafe a reflexionar una jornada más sobre el rumbo que lleva el equipo. Tan sólo 9 puntos de 42 posibles y un descenso que, con el empate del Real Valladolid se queda tan sólo a cuatro puntos con un Real Madrid en racha que se presentará en el Coliseum la semana que viene. Lo dicho, toca reflexionar. El problema es subsanable.