"El yin y el yang son dos conceptos del taoísmo, que exponen la dualidad de todo lo existente en el universo. Describe las dos fuerzas fundamentales opuestas y complementarias, que se encuentran en todas las cosas". Esta es una de las definiciones que podemos encontrar acerca de este concepto también aplicable a muchos de los ámbitos que vivimos en el día a día y que, hoy, se adhieren a la perfección al filial de un equipo del sur de la Comunidad de Madrid: el Getafe "B".

Unos meses atrás, había un ‘Geta’ ahogado, timorato, y con la incertidumbre del qué pasará. Tras una victoria frente al Huesca en la penúltima jornada, los de ,por entonces, José Manuel Jimeno lograron una permanencia con sabor a ascenso. Y sí, se puede catalogar de ascenso. Y es aquí donde esos conceptos que se unen, esas dos fuerzas complementarias empiezan a cambiar de color y contraste con lo que es a día de hoy la proyección de toda una institución con un equipo de Primera División a la cabeza.

Si bien es cierto que sólo se va por la séptima jornada y pensar en un ascenso a Segunda División dadas las situaciones (segundos en la tabla) puede ser catalogado sin mucha imprecisión de locura. Bendita locura para muchos. Y más con lo caro que está el ascenso en la Segunda División B, posiblemente, el salto de categoría más difícil de toda competición nacional. Pero, remitiéndose al pasado más reciente, a los Dani Hernández, José Ruiz o David Forniés, esos jugadores que dejaron al equipo en el fútbol de bronce al Getafe B, la historia adquiere tintes ensueño, de situación privilegiada. La base de todo, la primera pincelada, está en ese éxito de la permanencia.

Ahora, estos antiguos militantes de la plantilla han dejado paso a los Pere Milla, Mikel Orbegozo u Olmedo, que junto a la veteranía en el vestuario de Álex Felip, Vigaray o Ivi han formado una escuadra que está siendo la revelación del grupo II de la Segunda B. Todos coinciden en lo mismo. No se piensa en ascender, pero soñar es gratis, el sueño de algo más bonito, el sufrir de ilusión. Este Getafe B tiene permiso para soñar.