Posiblemente, si preguntasen a cualquier aficionado del Getafe que rival preferirían para romper la mala dinámica del equipo en Liga, donde no gana desde octubre, pocos, o más bien ninguno, elegirían al oponente que el próximo domingo visitará el Coliseum Alfonso Pérez. Quizá algún insensato apelaría a eso de que, cuando mayor sea la entidad del rival, mayor será el respaldo anímico en caso de triunfo. O que el equipo siempre ha respondido, cuando parte como local, ante clubes de mayor nivel ante los que poco o nada tiene que perder. Podría ser el caso, pero la ruleta rusa en la que se han convertido los azulones esta campaña no invita al optimismo, precisamente. Más si cabe, cuando enfrente, al otro lado de la divisoria que separa los dos terrenos de juego, estará el Real Madrid de Carlo Ancelotti.

Será el estreno de Quique Sánchez Flores en casa en el campeonato doméstico. Y lo hace con la presión, aunque suena utópico visto el rival que tiene enfrente, de poder terminar la primera vuelta en puestos de descenso. Una zona donde las virtudes se diluyen en la espesura del miedo. Una zona donde el equipo el año pasado se acomodó de manera peligrosa. Una zona en la que confraternizan valor y sufrimiento. Donde las agallas valen más que cualquier otra cosa, donde o pisas o te pisan, donde el Real Madrid, en su lucha por el primer puesto, tratará de mandar a los del sur de Madrid.

Para eso ha aterrizado el técnico madrileño en Getafe. Primero, para hacer que el equipo vuelva a recuperar una identidad que perdió en los últimos compases de su particular vals. Segundo, para que en el lienzo de su equipo aúnen a partes iguales quienes salen impolutos al verde con traje y corbata para marcar diferencias y obreros de pura raza que se fajan en la sombra. Tercero, para jugar partidos como estos. Porque uno, cuando se hace entrenador, o jugador, qué más da, sueña con jugar estos choques. Y sueña con ganarlos. Porque el pequeño ha ido creciendo hasta hacerse grande para jugarle de tú a tú a equipos como el Real Madrid.

En proceso de reconstrucción

Siempre es complicado asimilar los conceptos de un nuevo técnico. Y en esas anda el Getafe. Tratando de buscar la fórmula perfecta, los ingredientes exactos para competir frente a rivales de su misma liga. Lo de este domingo es punto y aparte. Un resquicio, una grieta de la que emana un hilo de agua para un Getafe y una afición sedientos de fútbol, alegrías y resultados. El cuchillo entre los dientes, dos rallas paralelas entre sí a cada lado de la cara y la armadura de guerra. A partir de ahí, entonces, los de Quique Sánchez Flores podrán soñar con sacar algo positivo.

No parece que vaya a experimentar mucho el técnico azulón. Por un lado porque, recién llegado, no es el momento para hacerlo. Segundo, porque el rival no parece el idóneo para andar con conjeturas de ningún tipo. Líneas juntas, intensas y solidarias con constantes ayudas por fuera para tratar de frenar la superioridad que suele originar el Real Madrid con sus laterales, sus dos interiores y sus extremos. Hacer que los blancos jueguen por fuera y no por dentro, que se harten a poner centros laterales, que no se asocien cerca del área. Así será mucho más fácil defender para el Getafe. Y más complejo encontrar algún resquicio para los de Ancelotti.

El Getafe celebra un gol en el Coliseum. Foto: Marca

El balón parado y correr al espacio, principales armas del Getafe

El tiempo será el mayor aliado de los azulones. Que pasen los minutos y no pasen cosas. Que pasen los minutos y no exista sensación de peligro. Que pasen los minutos y los blancos empiecen a preocuparse, que comiencen a aparecer fantasmas que hace un tiempo pasaban de largo pero que ahora se asoman traviesos por Concha Espina. Si el Getafe llega vivo hasta ese momento, tendrá sus opciones de hincarle el diente al Real Madrid. Y su dentellada mortal, tiene dos caminos claros. Un mordisco repleto de rabia en forma de balón parado o una mordedura aprovechando todo la fuerza de sus incisivos al espacio, sean Yoda, Hinestroza o, en menor medida, Pedro León.

Para llevar todo esto a la práctica, en primer lugar, no puede haber ningún fallo en el sistema. Los blancos te penalizan cualquier mínimo error, y si el Real Madrid se pone por delante, las opciones de los azulones de obtener algo positivo del choque se reducen exponencialmente. En segundo, los jugadores que vayan a plasmar sobre el terreno de juego todo esto. La principal duda es quien acompañará a Juan Rodríguez en la medular. El invento de Alexis frente al Eibar no salió muy bien, y no parece el partido adecuado para que sea Diego Castro o Sammir quienes actúen junto al malagueño.

Otra de las opciones es una cantera donde hay mimbres de sobra que demostraron frente al Almería que, si se les reclama, están totalmente preparados para dar el salto. El propio Carlos Vigaray debutó frenando a Gareth Bale con Luis García en el banquillo. Arriba tres puestos para Sarabia, Álvaro y Pedro León parecen claros. El otro, para Hinestroza o Yoda. Será Quique quien deba decidir. Y dotar de ese aspecto mental tan importante para un partido de estas características a sus jugadores. El resto, el pundonor y las ganas de defender un escudo y un azul que ya saben lo que es vencer a los blancos en el Coliseum.

A recuperar sensaciones

No ha comenzado muy bien el año para el conjunto blanco. Una única victoria frente al Espanyol la pasada jornada, y una eliminación de Copa del Rey frente al Atlético de Madrid sin ser capaces de ganarle ninguno de los dos partidos, es el pobre bagaje que los de Ancelotti han conseguido en lo que va de 2015. Por ello, el choque contra el Getafe ha adquirido más importancia de la que tendría hace unas semanas cuando el Real Madrid parecía invencible tras ganar el Mundialito de Clubes.

Seguramente sea el momento más complicado de lo que va de curso para los blancos. Por ello, ganar en Getafe y pasar una semana tranquila hasta su próximo compromiso frente al Córdoba supondría mucho más que tres puntos y mantener el liderato de una competición que ha pasado a convertirse, tras la eliminación copera, y si ya no lo era, en objetivo prioritario. Sería una semana para recuperar física y anímicamente a los jugadores y, de paso, volver a recuperar esas sensaciones que, no hace mucho, y esto es una de las cosas por la que el fútbol es así de grande, hacían intratables a los blancos.

Se ha puesto sobre la mesa durante las últimas semanas si el equipo está cansado, o si Ancelotti está gestionando de manera adecuada una plantilla que se va a jugar la temporada en abril y mayo. De momento, a las bajas de Arbeloa y Modric conocidas, se le suman las de Pepe y Coentrao, lesionado y sancionado respectivamente. Del mediocampo para arriba se espera alguna modificación que de descanso a jugadores como Kroos, James o Benzema, que han jugado la mayoría de los minutos de la temporada.

Pero al margen de esto, de idas y venidas, de cambios o no, al Real Madrid lo que le interesa, victoria al margen, es volver a sentirse el Real Madrid. Recuperar la autoridad que ha paseado por los campos de España a base de buen juego, fluidez ofensiva y seguridad defensiva. Y a buen seguro que trataron de recuperar esa identidad en cuente a empiece a rodar el balón en el verde del Coliseum. Porque el fútbol tiene estas cosas, que apenas unos días de una decepción, te da la opción de redimirte, de lamerte las heridas y volver a rugir con fuerza a los cuatro vientos.

Y si algo tienen los blancos, es jugadores capaces de sobreponerse a cualquier golpe, auténticos leones que destrozan con sus rugidos el firmamento de cualquier equipo. Es momento para vencer, es momento de luchar, de volver a pasear el cetro de la autoridad. Y el Getafe es el rival al que deberán vencer para sentirse, de nuevo, algo que nunca dejaron de ser, el Real Madrid. Ese equipo autoritario e incombustible que quiere volver a dominar con mano de hierro allá donde va.

Poisbles alineaciones