La Copa del Rey, formato más o menos atractivo al margen, tiene un aroma especial, algo que arraiga a jugadores y aficiones de equipos más humildes a vivir la competición como la única posibilidad real de celebrar algo a final de campaña. Más aún en Getafe, donde Sevilla y Valencia privaron a la institución azulona de un hito casi a la altura de sus once campañas en la máxima competición nacional. Este año se presenta una nueva oportunidad. Con Eibar y Almería en la cuneta y las semifinales en el horizonte, el Villarreal de Marcelino García Toral, al que ya se venció para llegar a la final cuando dirigía al Racing, es el antepenúltimo escollo para seguir soñando con volver a ver al Getafe en una final de Copa.

Para ello, es fundamental salir vivos del partido de ida. Y ahora mismo, salir con vida cuando te mides al Villarreal, es francamente complejo. Quince envites llevan sin salir derrotados los de Marcelino, que con una simbiosis de control cuando el choque lo requiere y de velocidad al espacio en pocos toques y precisos, se ha convertido en un equipo rocoso a la par que atractivo. Calidad en los pies de Jonathan Dos Santos, Vietto, Trigueros y compañía y sacrificio y trabajo abanderados por Bruno.

Cheryshev encara a Arroyo. Foto: Vavel.com 

El equipo amarillo sigue inmerso en tres competiciones. A la buena racha liguera, y a su paso en firme en Copa, hay que sumar una eliminatoria francamente compleja de dieciseisavos de final de Europa League frente al Salzburgo austriaco. Por ello, quizá, Marcelino disponga un once con caras menos habituales. Pero ese es uno de los mayores méritos del técnico. Todos los jugadores están implicados y, aunque tenga una alineación tipo, cualquier jugador, cuando tiene su oportunidad, la aprovecha para reivindicarse.

Tácticamente el partido no parece que vaya a sorprender. El Villarreal llevará la iniciativa del encuentro y se adueñará del esférico, mientras que los de Quique Sánchez Flores esperarán replegados, bien ordenados, con las líneas juntas y tratando de aprovechar una oportunidad que llegará y que, de transformar, aumentará las chances del Getafe de pasar la eliminatoria al anotar fuera de casa.

Generar circulaciones lentas del Villarreal, clave para el Getafe

Ya existe un precedente este curso entre ambas escuadras. El Villarreal superó a los azulones por dos tantos a uno a un Getafe que, entonces con Contra en el banquillo, mereció mejor suerte. Pero como por el sur de Madrid suelen ser optimistas, a buen seguro que recuerdan el partido y apelan a aquello de nunca una derrota, siempre una lección. Aquel día los amarillos desarbolaron por fuera una y otra vez con el dos para uno que creaban los laterales. De hecho, fruto de ello, Mario Gaspar adelantó a los locales. Esa será una de las claves para que el Villarreal no se sienta cómodo. Evitar que generen superioridad en banda y que sus circulaciones de balón sean lentas.

Los azulones deben llevar las ideas muy claras a Castellón. Disputarle la posesión o el dominio del partido, con un equipo en construcción y que seguramente presente novedades en forma de jugadores menos habituales y del filial, parece una ardua tarea. El reloj se convertirá en el mejor aliado de un Getafe que, si bien tiene un problema en la subida de los laterales rivales, también posee un claro flanco de ataque por ese sector. Transiciones fugaces a la espalda y aprovechar al máximo las oportunidades, sean en este tipo de jugadas o a balón parada.

Rentabilizar al máximo lo que puedas generar o el rival te ofrezca. Defender juntos, ser consistentes y ayudas de los extremos a sus laterales. A partir de ahí, el Getafe podrá salir vivo de Villarreal. Y salir vivo de allí, significa una oportunidad de oro de acceder a semifinales de una competición que gusta y mucho en Getafe. La afición responderá en la vuelta, como lo ha hecho siempre que el equipo lo ha necesitado, el resto, lo realmente importante, sobre el verde, es tarea de los jugadores.

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