Nueve fechas después, se hizo la luz. Las sombras se alejaron del Coliseum tras una marejada de dudas, vaivenes de nombres y un sinfín de cábalas. Todo ha quedado atrás. Como atrás queda el fantasma de los puestos de descenso, tan temidos tras todo este tiempo sin lograr sumar de tres en tres. Hoy se mira desde más arriba y la próxima cita será de ‘estocada final’.

Pero la cita importante, el punto de inflexión sucedió este lunes. El Celta llegaba con las mismas urgencias que el Getafe al templo azulón. Y eso se notó. Sorprendió a los de Quique con un fútbol de transiciones rápidas, de toque y con esa seña que caracteriza al equipo de Berizzo. Pero el primer puñetazo lo darían de la manera más extraña posible. Como iba a ser si no.

Una falta de entendimiento entre Codina y Naldo, tuvo el sumun de la incoherencia en el momento en el que el recogepelotas, con todo el Getafe despistado, le daba un balón al jugador del Celta que le pondría a Charles el gol en bandeja. Caras de incredulidad en césped y grada. De nuevo por detras, de nuevo a remontar.

Sammir se vistió de malabarista

Poco tardaría el Getafe en igualar la contienda. Pablo Sarabia pondría un balón con nieve para que Álvaro, escorado a la derecha del marco defendido por Sergio, la clavara en el fondo de la red. Tres minutos de losa, lo suficiente para darse cuenta de que esos errores no podían volver a suceder. Se miraron a la cara, asintieron. Todo volvía a empezar.

Sammir se puso el mono de trabajo. Inmaculado, con un fútbol que jamás se le ha visto al croata con la elástica azulona, maravilló al Coliseum. Un recital de quiebros, filigranas y demás exquisiteces que hicieron las delicias del público azul. Con Diego Castro, el mejor socia en el día de ayer, hizo suyo el medio del campo. Ideas, mente despejada y calidad. Poco más se le pide al medio del campo getafense.

La segunda parte seguiría con un Getafe de dominio azulón. Por fin el Getafe merecía en un partido ir por delante. Por fin había injusticia en el marcador desfavorable a los de Quique Sánchez Flores. Álvaro no paraba de hacer desmarques de lujo. Sarabia se sentía importante y Sammir…. él seguía a lo suyo.

Mundo Deportivo

Mano, penalti y tres puntos

La locura llegaría en los minutos finales. Sarabia botaba un córner que Alexis iba a cabecear para que Radoja sacase una mano insólita. Radoja, sí. Número 6 celtiña que Mateu tardó casi cinco minutos en identificar. esos minutos se demoró un penalti que se encargaría de lanzar Diego Castro. Y se la jugó. Penalti a lo ‘Panenka’ que destrozó al asturiano mentalmente. Manos a la cabeza a falta de menos de diez minutos del final y un partido impecable empañado.

Pero el destino es caprichoso. Y el gol llegaría gracias a un asombroso taconazo de Sammir que dejó a la defensa parada, observando el balón que Sarabia aprovecharía para dar tres puntos. Diego Castro volvía a sonreír. La afición, por fin, volvía a sonreír.