La visita a Almería significaba mucho más que tres puntos. Ganar allí, era afianzar un modelo de juego que mostró su mejor cara frente al Celta. Ganar allí, significaba alejar a más de dos partidos de diferencia a un equipo que, hasta el domingo, no había conseguido ganar en su propio feudo. Ganar allí, maximizaría la labor de Quique Sánchez Flores a su punto más álgido desde su llegada. Ganar allí, a fin de cuentas, puntos al margen respecto al descenso, supondría el despeje táctico definitivo tras las constantes idas y venidas que ha sufrido la entidad en los últimos meses.

El equipo no ofreció nada que no hubiese mostrado hasta entonces. El técnico repitió once de medio campo hacía delante. Las dos únicas novedades se vieron en la zaga. Escudero entraba por Roberto Lago y Velázquez, ausente ante el Celta, hacía lo propio por el sancionado Alexis. No varió mucho la idea. El equipo esperaba en tres cuartos, replegado, con Sarabia tirado al flanco diestro y Sammir enganchando a la espera de un fallo del equipo rival en la salida. No fue mal, de hecho, la mejor ocasión del equipo, un mano a mano al que Álvaro Vázquez llega algo forzado, viene tras una rápida combinación en la que Sarabia cedió para el punta catalán.

Edgar celebrando el gol del triunfo. Foto:Marca

El mayor foco de ataque local vino por los costados. Tanto Dubarbier como Michel se incorporaban constantemente al ataque. Eso obligaba a Sarabia y Freddy a hacer esfuerzos en defensa que, en ataque, acababan penalizándolos. Además, en muchas ocasiones las ayudas llegaban tarde y Arroyo y Escudero, que acabó expulsado, sufrían en exceso. El primer acto, Edgar se hizo dueño de la banda izquierda junto a Dubarbier. El segundo, cambio de protagonistas y banda. Michel y Wellington Silva fueron un peligro constante por banda diestra.

En ataque el Getafe fue opaco, plano e insulso. Las combinaciones eran muy lentas, el balón circulaba muy despacio de lado a lado y el Almería, bien posicionado, no tenía ningún problema para bascular de banda a banda y cerrar los espacios. Únicamente Sammir mediada la segunda mitad ofreció algo distinto. Pero eso no es suficiente. Álvaro Vázquez fue una auténtica isla y en cualquier balón que recibía los centrales partían con ventaja.

El Getafe sufrió mucho a balón parado

Otro de los puntos diferenciales del partido fueron las jugadas a balón parado. Hasta tres ocasiones mal defendidas por los azulones pudieron haber ampliado la ventaja local. La primera, en un remate de Dos Santos que golpeaba en Álvaro Vázquez y se estrellaba en el larguero. La segunda, en un saque de falta que cabeceaba Trujillo, paraba Codina y Michel empujaba a la red en posición legal, a pesar de que el línea anuló el tanto. El tercero, un nuevo córner que Edgar, el mejor jugador del choque, remataba libre de marca en el primer palo obligando a intervenir a Codina. Mucho va a tener que trabajar Quique este aspecto de cara a las próximas fechas. Todos los duelos del Getafe van a ser igualados, y este tipo de jugadas, pueden decantar la balanza de un lado u otro.

Defensivamente el equipo tampoco fue compacto. Juan Rodríguez estaba muy sólo y Corona jugó demasiado liberado. Justo el partido que habría dibujado antes de comenzar. El Almería no tenía ninguna dificultad en hacer llegar el balón a la línea de tres ofensiva, mientras que al Getafe, indolente con y sin esférico, le costaba un mundo. Fue la principal diferencia, una de las muchas por las que el Almería se impuso justamente a los de Quique, que tendrán una semana para mejorar la imagen y sacar algo positivo contra su próximo rival, el Sevilla de Unai Emery.

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