Se brinda con unas Milno, se escucha hablar de pueblos de la Alpujarra, las tapas son gratis, cuando falla El Arabi se palpa la malafollá… Podría tratarse de cualquier bar de la provincia de Granada lleno de amigos disfrutando y padeciendo con su equipo cada vez que hay partido. Nada más lejos de la realidad. Se trata del madrileño barrio de Delicias, de una de sus taperías más conocidas: La Pequeña Graná. Allí se reúne la Peña del Granada en Madrid, un grupo de granadinistas que animan a los suyos desde la distancia como si estuvieran en el mismo estadio  de Los Cármenes.

“Una pasión es una pasión”. De esta forma explicaba su amor incondicional por Racing de Avellaneda uno de los personajes de “El secreto de sus ojos”, la oscarizada película del director argentino Juan José Campanella. Esta definición podría aplicarse perfectamente a estos incansables seguidores rojiblancos. Todo comenzó en la agónica visita que el Granada hizo a Pucela la pasada temporada. Última jornada. Tanto el Valladolid como el cuadro andaluz se jugaban la vida, el ser o no ser, continuar en la élite o descender al infierno de la Segunda División. Dos ciudades pendientes de lo que sucediera en los noventa minutos más tensos de la campaña. Muchos de los aficionados sufriendo en soledad desde el sofá de sus casas, otros compartiendo los nervios en la barra de un bar…  Tan solo fueron 25.000 los privilegiados que lo vieron en directo. Casi un millar de ellos eran aficionados nazaríes llegados desde todos los puntos de España.

Pitido final. El Granada había ganado y se había salvado. Los jugadores celebraban con la afición desplazada hasta el Nuevo José Zorrilla. Lucas Alcaraz disfrutaba de sus últimos instantes como entrenador del equipo de su vida. Su rostro transmitía el alivio del que ha cumplido con su trabajo. Era el momento del retorno. A cinco de los mil seguidores les esperaba  más de 2 horas de carretera, las mismas que separan la capital pucelana de Madrid. Jaime, Manu, Antonio, Sebas y Ángel no se conocían pero tuvieron la suerte de hacerlo en ese viaje. Con la emoción a flor de piel por lo recién vivido, uno de ellos comentó que era una lástima que no existiese ninguna peña del Granada en la capital. Se hizo el silencio. Solo bastaron unas miradas cómplices para empezar con este ilusionante proyecto.

En multitud de ocasiones, se escucha decir eso de que la necesidad agudiza el ingenio. Esta peña refleja fielmente esa afirmación. La precariedad de recursos con los que cuenta hizo que desde un principio la junta directiva tuviera que devanarse los sesos para sacar el proyecto adelante. Estos quebraderos de cabeza les han hecho perder tiempo e incluso dinero. En junio tuvieron lugar las primeras reuniones. El nombre de la peña y el logo fueron los primeros temas a tratar. La primera cuestión la solventaron rápidamente. Tampoco se complicaron mucho. La segunda fue más compleja. Cada uno de los cinco dibujaron un boceto de lo que podría llegar a ser el emblema. Tres de ellos usaron el oso y el madroño como protagonista. El talento de Adolfo, hermano de uno de los fundadores, remató la faena. Más tarde, diseñaron un cartel que combina el encanto del Madrid castizo con el embrujo de Granada. El esfuerzo de los peñistas permitió también el nacimiento de las bufandas con las que acuden a sus encuentros. Todo al servicio de la causa rojiblanca.

Los primeros pasos de un proyecto siempre son difíciles y bonitos. Era el momento de llegar a todos esos granadinos que intentan buscarse la vida en Madrid y alrededores. La asociación de peñas G19 y el Granada CF se volcaron prestando una ayuda inestimable. Las redes sociales sirvieron de altavoz para darse a conocer.  El precio de la cuota terminó de convencer a los indecisos. Tan solo se tienen que pagar 10 euros anuales. Poco a poco, se empezó a hablar de esta peña en los mentideros rojiblancos. Primero, se sumaron unos pocos. El boca a boca hizo el resto. Actualmente la peña cuenta con 55 miembros. Desde el recién nacido Romeo hasta granadinos que viven en la capital desde la década de los sesenta. Hombres, mujeres, jóvenes, adolescentes, andaluces de segunda generación…todos juntos unidos por el club de sus amores. 

Esas reuniones en La Pequeña Graná, situada en el 124 de la calle Embajadores, van mucho más allá del mero seguimiento de un partido de fútbol. Son una gran medicina para contrarrestar la nostalgia del que extraña a los suyos. Escuchar hablar en andaluz en la tierra de las eses finales puede convertirse en un motivo de gran alegría. Entras en el bar y una imponente foto de La Alhambra te da la bienvenida. Las conversaciones se entrecruzan. Los de la barra discuten la alineación de Caparrós, los de las mesas se cabrean por una ocasión fallida, los que están de pie tan solo hablan de su barrio, de su pueblo, de su gente. Los más mayores rememoran las hazañas del Matagigantes de los Aguirre Suárez, Fernández y Porta. “Aquellos sí que pegaban”, afirma un veterano de sonrisa socarrona. Una par de amigos hablan de cómo vivieron el fatídico gol del murcianista Aguilar en el feudo del Zaidín. Los más jóvenes se acuerdan de la eliminatoria contra la Balona, de la prórroga contra el Guadalajara, del ascenso en Alcorcón y de la eterna carrera de Ighalo desde el Martínez Valero hacia la gloria. Los camareros, ya “granaínos” de adopción, comienzan con los cánticos de apoyo. El humor y el buen rollo se respiran en el ambiente.

El calendario deparó que los cuatro envites del Granada en tierras madrileñas fueran después de Navidad. Entre los meses de enero y mayo, los rojiblancos visitarán el Calderón, Vallecas, el Bernábeu y el Coliseum Alfonso Pérez. La Peña del Granada CF en Madrid tiene apuntadas esas fechas con letras mayúsculas. Serán los anfitriones de toda la marea nazarí que acompañe al equipo.  Cuatro partidos. Dos de ellos, Rayo y Getafe, duelos directos donde sacar buenos resultados será vital. Los otros dos, Atlético y Real Madrid, citas donde apostar por una victoria visitante puede parecer de ilusos. ¡Benditos ilusos! Hay licencia para soñar. Por falta de apoyo seguro no será. La junta directiva de la peña ya trabaja para contar con la presencia de algún integrante de la plantilla o de algún exfutbolista rojiblanco en la previa de los encuentros. Será una gran fiesta. El fútbol es precisamente eso, una excusa perfecta para celebrar. Una afición que se pasó 35 años vagando entre tinieblas lo tiene siempre en cuenta.

Si usted tiene ganas de pasarlo bien, acérquese por allí. Si usted es del Granada y siente su tierra, se arrepentirá si no lo hace. Disfrutará, reirá, se cabreará… Muchas veces se enfadará con el equipo y saldrá con las orejas gachas. Querrá mandar todo a tomar viento fresco. Dirá que no va a volver jamás. Sin embrago, lo hará. Entonces se preguntará el motivo por el que sigue yendo. La respuesta está en el cine, en aquel argentino con aire melancólico. Una pasión es una pasión.