Abel Resino ha sido el hombre elegido para sustituir a Joaquín Caparrós al frente del banquillo del Granada. El técnico toledano llega a una ciudad que no le es extraña, pues ya entrenó a los rojiblancos en la campaña 11/12, la del retorno a Primera. En esta ocasión el objetivo es el mismo que en su anterior estancia: salvar al equipo del descenso. El hombre de Quique Pina (es la tercera vez que trabaja para el mandatario murciano) espera repetir éxito en su vuelta a Granada.

Abel comenzó a entrenar al equipo nazarí, por primera vez, un 23 de enero de 2012. Lo hacía en sustitución de Fabriciano González, ‘Fabri’, que acababa de ser cesado como entrenador rojiblanco tras caer derrotados por 3-0 en Cornellá-El Prat, frente al Espanyol. Corría la jornada 19, igual que en esta ocasión, y el Granada sumaba 19 puntos, lo que le hacía ser antepenúltimo en la tabla y estar en puestos de descenso. Abel tenía toda una vuelta para sacar al club de esa posición.

Comenzó su andadura en el banquillo andaluz haciendo bueno el dicho de “a entrenador nuevo, victoria segura”. La consiguió en el Benito Villamarín, ante el Betis, al que doblegó con goles de Odion Ighalo y Carlos Martins, para cosechar una victoria por 1-2. Idéntico resultado favorable alcanzó en la siguiente jornada, en su estreno en Los Cármenes, ante el Málaga. Los tantos de Ighalo e Íñigo López hicieron inútil el gol de Rondón y le dieron al Granada el segundo triunfo consecutivo. Abel ya daba resultados.

Tras una derrota en Villarreal, el Granada alcanzó la mayor goleada de la temporada al derrotar por cuatro goles a uno a la Real Sociedad. Íñigo López, Franco Jara y un doblete de Uche ponían a los rojiblancos con 28 puntos, cinco por encima del descenso que, por aquel entonces, marcaba el Racing de Santander.

Abel consiguió dos victorias seguidas en su llegada a GranadaA partir de ahí, el camino empezó a enquistarse. Tres derrotas consecutivas, ante Osasuna, Valencia y Atlético de Madrid, torpedearon la reacción nazarí y volvieron a dejar al equipo en una situación delicada. Rozando los puestos de descenso, el Granada recibía en casa al Sporting, que estaba metido en el pozo. La primera final por la salvación se solventó con triunfo por 2-1, con goles de Siqueira y Carlos Martins, de falta.

De nuevo dos derrotas seguidas rompieron la calma tensa en la que vivía el club. Especialmente recordada la del Camp Nou, ante el Barcelona, donde el Granada llegó a remontar dos goles al equipo azulgrana para finalmente acabar cayendo 5-3. En Santander, y sobre la bocina, Siqueira marcó el penalti que salvaba la segunda final de la temporada y hundía al Racing.

A falta de cinco jornadas para la finalización del campeonato, y tras haber perdido en Zaragoza, los andaluces veían el descenso a dos puntos. En ese momento llegó otra balsámica victoria en Los Cármenes, ante el Getafe. El Levante se presentaba como el rival ante el cual poder acercar más aún la salvación, pero el Granada cayó derrotado en el Ciudad de Valencia. En la antepenúltima fecha, un doblete del dios granadino Ighalo daba tres puntos de oro ante el Espanyol y dejaba la permanencia matemática a un punto.

El partido ante el Real Madrid se presentaba como la ocasión idónea para festejar la estancia en Primera por un año más. Los blancos, que llegaban como campeones de Liga, no parecieron querer arruinar las pretensiones del Granada, pero lo consiguieron. Más bien, se puede decir que fue el propio equipo de Abel el que se dilapidó. Venciendo por 1-0, los rojiblancos fueron presa del pánico y un autogol de Moisés Hurtado, aderezado por un penalti transformado por Cristiano Ronaldo, dejaban al equipo al borde del abismo. Aquel encuentro dejó marcado a Dani Benítez por el botellazo que propinó al árbitro de la contienda, Clos Gómez.

Con todo por decidir en la última batalla, Granada y Rayo se citaron en el Estadio de Vallecas, en la final de las finales. A los nazaríes les valía el empate para salvarse, mientras que a los madrileños solo les servía la victoria. La agonía vivida aquella tarde fue indescriptible para ambos bandos. El gol de Tamudo, en fuera de juego y en el descuento, dio la permanencia al Rayo y la derrota del Villarreal frente al Atlético propició la de los granadinos. La alegría inundó aquella tarde de mayo el barrio obrero de Madrid. Bendito Falcao.

El Granada de Abel dobló en goles a favor al de FabriEn resumen, Abel Resino consiguió el objetivo de dejar al Granada durante una temporada más en Primera. Lo hizo sumando 23 puntos en una vuelta completa: números de salvación. Los rojiblancos mejoraron sus registros anotadores, pasando a sumar 22 tantos con Abel frente a los 11 que consiguió con Fabri. Empeoró ligeramente el bagaje defensivo (28 tantos en la vuelta por 25 de la ida) pero el equipo mostró una mejoría de juego, con una propuesta más ofensiva y mejores resultados. De repetir guarismos, el técnico toledano dejaría al Granada con 37 puntos. Cifra difícil para alcanzar el sueño de mantenerse pero lo importante es el presente, y ese dictamina que el objetivo está, ahora mismo, a tres puntos.