La Liga llega a su segundo parón por compromisos de selecciones, tras siete jornadas disputadas, y lo hace con el Granada Club de Fútbol ocupando la última posición de la tabla clasificatoria. Y no es por casualidad que los nazaríes estén cerrando el tren de Primera a estas alturas de campeonato. Varios son los factores que se podrían enumerar para explicar el porqué de que, en estos momentos, sean el peor equipo de la élite española. Algunos tales como la falta de gol, la falta de acoplamiento de algunos nuevos jugadores o los terribles números en casa. Pero, por encima de todos estos, se podría encontrar uno que impide sumar en cada partido: el Granada es el único equipo de la máxima categoría del fútbol patrio que ha encajado goles en todos los encuentros que ha disputado.

Hasta en 13 ocasiones ha sido perforada ya la meta defendida por Andrés Fernández, lo que le convierte en el segundo portero y, por ende, en el segundo club más goleado de toda la Primera División, solo superado por el RCD Espanyol. El problema radica en que estos goles no han sido recibidos en palizas ante grandes como Real Madrid o Barcelona sino que han llegado repartidos en el tiempo. La media de goles en contra de los rojiblancos se sitúa actualmente en 1,85 goles encajados por partido, por los 0,38 a favor. Dentro, de esta sangría, el mayor agujero se encuentra en casa, en el mismo Estadio de Los Cármenes. Allí, los rivales han perforado las metas del plantel entrenado por José Ramón Sandoval hasta en 10 ocasiones, por tan solo tres fuera de casa.

Dos caras

Diez goles ha encajado el Granada como local y tres como visitanteLo que ocurre en el ‘Coliseo del Zaidín’ es un auténtico enigma ante el que ningún granadinista tiene respuesta. En cuatro duelos disputados, Eibar, Villarreal y Real Sociedad se han llevado los tres puntos de allí y el Deportivo de la Coruña consiguió pescar uno. De estos, los tres primeros vencieron con relativa facilidad, haciendo tres goles cada uno y recibiendo uno (Eibar y Villarreal) o ninguno, como el caso de los txuriurdin. Analizando los goles, hasta tres se podrían achacar a errores no forzados de los locales, como son los dos primeros encajados con el submarino amarillo y el segundo tanto de la Real, obra de un regalo de Dória a Aguirretxe. Otros dos se encajaron en circunstancias casi idénticas y son los que pusieron el partido cuesta arriba ante Eibar y Deportivo: balón lateral al interior del área, el pivote defensivo sale a tapar el pase y deja libre de marca al hombre que llega por detrás, que fusila en el punto en el punto de penalti. Errores de colocación, de precisión y de concentración. La hinchada granadina ha visto ya fallos de todo tipo y la duda empieza a planear por el graderío. Si a esto le sumamos la incapacidad para generar juego en casa, la situación se torna preocupante.

Fuera de Granada las cosas son distintas. En Getafe consiguieron los nazaríes su única victoria hasta la fecha y en el Bernabéu y Mestalla cayeron por la mínima. Lo llamativo es que las derrotas fueron inmerecidas, en comparación a lo que ha ocurrido en Los Cármenes. El equipo de Sandoval ha sido mucho más serio defensivamente lejos de su estadio, ha generado fútbol con mayor soltura y ha creado más ocasiones de gol. Los tantos encajados en Madrid y Valencia fueron más mérito de Benzema y Mustafi, sus autores, que por demérito propio.

Quizás el hecho de tener una defensa completamente nueva esté influyendo en la debilidad defensiva que están presentando los rojiblancos. Sandoval optó a principios de curso por una propuesta futbolística alegre y de iniciativa, que se debería traducir en mayores ocasiones de peligro pero que puede suponer mayor fragilidad atrás. La primera parte de la ecuación solo se está cumpliendo como visitante y no se está traduciendo en goles; la segunda parte está haciendo que el Granada duerma durante dos semanas más como el farolillo rojo de la Liga BBVA.