Los tiempos han cambiado en Orriols, las dificultades económicas y las nuevas miras hicieron que, en un momento dado, se planteara un proyecto realmente basado en la cantera que encontró su súmmum este verano en la contratación de Joaquín Caparrós, técnico que desborda experiencia pero también compromiso con las categorías inferiores de un club que crece y lo hace junto al despertar de varias jóvenes perlas de su cosecha. Parecen lejanos ya los años en los que los Ballesteros, entre otros, partían tempranamente buscando un porvenir más prometedor. Ahora, el futuro lo pueden conquistar de azulgrana bajo la bandera de unos valores de sacrificio, compromiso y humildad en una institución obligada a no olvidar de dónde viene a pesar de vivir tiempos mejores. Se predica pero, ante todo, se cree y se trabaja en una meta clara. Eso ha dado sus frutos, una gran hornada de nombres que amenazan con quitarle trabajo a Manolo Salvador.

Los goles de Roger, la calidad y la implicación de un Rubén García que ha calado hondo en los corazones granotas, el éxito del Juvenil y de un Levante B que, a pesar de vivir ahora tiempos complicados, dejó atrás un 2013 en el que sorprendió clasificándose para disputar el playoff de ascenso a Segunda. Sin olvidarse de la electricidad de Jason, de otros más consolidados pero no menos importantes como Héctor Rodas y más, resuenan con fuerza en las últimas semanas dos palabras. Con el 37, Víctor Camarasa.

Resuenan últimamente con fuerza dos palabras. Con el 37, Víctor Camarasa

La marcha de Iborra, el último diez de Orriols, produjo grandes recuerdos, la expresión de las pequeñas glorias en Mestalla manifestadas en un grito y celebración y de otros tantos momentos de un futbolista que se marchó dejando un vacío de liderazgo en el epicentro de los esquemas. Tan vanagloriado por muchos como también, en ocasiones, infravalorado y criticado, la verdad es que el pivote, columna base del juego del equipo, no ha vuelto a ser el mismo con regularidad. Por la puerta salieron varios de los grandes ejes clásicos y la 2013/14 comenzaría con una necesaria clase de anatomía. Caparrós debería encontrar los principales componentes de la columna en la que se debería sostener el cuerpo del nuevo renacuajo que ansiaba con volver a ser una granota madura y consistente.

Dentro de las pruebas, en Copa, aparecería la figura de Camarasa. Nacido en Meliana, con tan sólo 19 años en la actualidad. Llegó al Juvenil en la 12/13, convirtiéndose, en poco tiempo, en una de sus piezas más importantes: algo que le permitió ganarse un hueco en el Levante B la próxima campaña. En un frenesí de alegrías, pronto llegarían ojeadores del Barça. Aquel joven que todavía no había encontrado acomodo en el primer equipo ya era seguido por varios de los grandes clubs del panorama nacional y tampoco tardarían en Orriols, advertidos por la amenaza, en ofrecerle oportunidades por encima de futbolistas como Gomis, entre otros. Joaquín Caparrós lo ve claro. “Llega un chaval del filial que tiene hambre, que trabaja, que mete la pierna y el entrenador, independientemente de que tenga 18 años, lo coge y lo pone. Las ganas las tienen que transmitir con el balón y a diario”. Dicho y hecho, desde su debut en diciembre de 2013 frente al Recre, la Copa ha sido su principal valedora para desplegar todo su talento. Ese que relacionaremos con el estilo de Iborra para entender ese sentimiento, cada vez que pisa el verde, de volver a ser. Sin florituras, con un gran sentido de posicionamiento táctico, dando salidas fáciles cuando es necesario a unas transiciones ofensivas que añoraban contar con varios pases seguidos, exagerando la situación.

Víctor Camarasa frente al Rayo (Foto: Carla Cortés | VAVEL)

Se planteó un motor a base de músculo que funcionó en contadas ocasiones pero que, analizándolo a fondo, no es más que carne y, como en la humanidad misma, necesita de un cerebro lúcido que les dé sentido. Un cráneo que buscaba dueño y parece haberlo encontrado. La duda será el futuro, que se presenta prometedor. El cambio se notó, especialmente, en la segunda parte del encuentro contra el Málaga con dos versiones diferentes de un Levante con y sin Camarasa. Sin, menos ordenado y con menor acierto de pase. Con, ostentando un mayor rigor para sobrepasar el círculo central y encarar el territorio rival. La cumbre, la consumación del pase a cuartos contra el Rayo en el Ciutat de València en el que los levantinistas mostraron una notable muestra de sí mismos que empieza a avistar lo que puede ser la luz de una esperada mejoría. El técnico de Utrera siempre pidió paciencia, que le dejaran encajar las nuevas piezas de un puzzle que ha encontrado una que a corto o medio plazo puede hacer funcionar el engranaje. Esperando en la caja, la decisión de acabar de incorporarse será de Caparrós. Sólo queda esperar.