Domingo, el día del balompié, a las 19:00 horas en un Ciutat de Valencia que se presume que rebosará. Vuelve el fútbol, un fin de semana más, al templo granota y lo hará con una contienda de alto rigor. A diferencia de las batallas entre iguales, de gran importancia ya que su resolución determinará con fuerza el devenir del equipo a final del año futbolístico, el encuentro contra el Barcelona se plantea desde una tónica diferente.

El pequeño y humilde Levante soñará con una lotería a destiempo, cuestiones del guion. Con la ilusión del que tiene el décimo ya comprado y confía en que la suerte le traiga un premio extra que, a sabiendas de que es complicado, incrementa exponencialmente su valor. Sin temor, adquirió a tríos las papeletas. La primera, se la jugará en su feudo en un sorteo metafórico en el que la suerte tendrá la compañía de otros factores, quizás, más determinantes. Por el otro costado, un Barça a su ritmo. Intratable, junto al Atlético, en lo más alto de la tabla. En Orriols intentará repetir los últimos grandes resultados contra los levantinistas. Como objetivo, tendrá no fallar y continuar con su dictatorial marcha hasta que logre acallar eso de que la Liga es cosa de tres. O, en su contra, hasta que la magia rosarina del Tata Martino se postre a la brega bonaerense de Simeone o al Real Madrid de Carlo Ancelotti.

Los tiempos cambian

Rebobinamos la cinta de la historia cincuenta años atrás. 1963/64 y 64/65, la dos primeras campañas de los valencianos en Primera, el deporte en blanco y negro con tonalidades grises. Permaneced incrédulos, o no, ante la revelación de que hubo un periodo en la competición liguera en el que se les arrebataban los títulos tanto a los culés como a los merengues. Una época en la que el Levante, arropado por la magia del viejo Vallejo, pudo hacer gozar a los suyos con días para nunca olvidar.

Corría el 1963 y el ascenso del Levante UD a la máxima categoría permitió enfrentarse a las más grandes escuadras del panorama nacional. De corazón duro, por tanto sufrimiento, las pequeñas alegrías llenaban a los levantinistas con sólo el runrún de que equipos glamurosos les visitarían. En una de esas fechas señaladas, el éxtasis fue más allá. El Barça, en el estreno, sufrió para llevarse el primer triunfo en los últimos minutos con un ajustado 4-5. Al año siguiente, su agonía se incrementó. El vigente, por aquellos años, subcampeón de la Liga salió golpeado fuertemente de su visita al campo del Levante. Doblete de un mítico granota como Serafín que, sumado a los tantos de Wanderley y Torrents, arrollaron al solitario gol de Fusté.

Tras la llegada del fútbol moderno, el Barça no ha perdido en Orriols en Primera

Hasta el siglo XXI ya no se volverían a ver las caras en Primera ya que los valencianos deambularían por categorías inferiores hasta la 2004/05. A partir de este momento, con la implantación progresiva del fútbol moderno y la reducción de la cúspide del campeonato a un dominio de dos, se han enfrentado en un total de seis ocasiones. Los culés no han vuelto a recibir un duro correctivo, ni siquiera una derrota, en una visita a Orriols como en la de Vallejo pero sí que han cedido puntos, a base de empates, tres veces. Cuando han vencido, generalmente, lo han hecho con convicción (1-4, 2007/08 y 0-4 en la 12/13). Aunque también lo han pasado mal para salir victoriosos. En 2012, un tanto de Barkero puso por delante a los locales en el 23’ . Aguantaron hasta el ecuador de la segunda mitad con estoicismo hasta que Messi anotó en el 67’ y en el 72’ de penalti y borró toda gran ilusión de los rostros granotas.

Messi, Pedro y Xavi frente al Rayo Vallecano (Foto: VAVEL)

El azote argentino

Si hay un nombre que ha suscitado expectación ha sido el de Leo Messi. El 10 del Barça superó su lesión y no dejó indiferente a nadie en su vuelta a la actividad. Su regreso, en la ida contra el Getafe, dejó dos tantos con su firma a pesar de salir desde el banquillo. Tras notarse frente al Atleti que todavía le falta un poco para su mejor estado, proseguiría angustiando al Getafe con otras dos dianas.

Un Barça sin Neymar ni Iniesta, entre otras bajas de la convocatoria, puede presentar sobre el terreno a su arma más letal. Históricamente es el mayor realizador de los catalanes en campo levantinista con un total de cinco aciertos, seguido por los tres de Thierry Henry. Con una ansia de gol incrementada por su tiempo de inactividad, la alarma también crece y los defensores locales tendrán que trabajar duro para frenar la ofensiva culé. Por el bando levantinista, la falta de un Barral en racha y de Baba, todavía sin estar al 100%, presenta una problemática en punta que, muy probablemente, deberán resolver con la confianza en las prestaciones de Ángel.

Estilos opuestos y posibles alineaciones

El fútbol es como la vida, cada uno saca sus propias interpretaciones de lo que acontece y se aferra a sus creencias. Difícilmente se encuentra una unidad de opiniones y se procede al debate. Ahora que todo lo que suena a albiceleste está tan de moda, en especial en los banquillos de la Liga, hablar de las dos grandes teorías o visiones de la Argentina es de obligada necesidad.

Si Joaquín Caparrós hubiera nacido al otro lado del charco, sin duda y hablando en términos futbolísticos, habría nacido en Buenos Aires. Discípulo del bilardismo. El que escuche sus ruedas de prensa con el Levante habrá captado la idea de que “lo que importa es el resultado por encima de las sensaciones”. Sumado a la ya asentada filosofía de un juego rocoso defensivamente combinado con letales contragolpes y delanteros todoterreno. Con este estilo por bandera, en Orriols se han cosechado los mejores éxitos de su decana historia. Siendo pragmáticos, no hay discusión.

Estética - pragmatismo

El conflicto llega cuando se presentan las personas más románticas, las que entienden el balompié como algo más que los números para considerarlo un arte. Los que ven poesía en cada regate de Messi y preciosismo en el juego del Barcelona en lugar de sopor. Haciendo un parón, el lirismo caería en Barna de la mano de Cruyff. Fiel a su estilo ofensivo y firme en sus intenciones, marcaría una época con el Dream Team. No hay dedos de la mano para contar los años que han transcurrido. La materia, los jugadores, el presidente… no son los mismos pero el ideal ha permanecido. Ahora, en una especie de conexión Ámsterdam-Barcelona-Rosario, han puesto puntos en común con la forma de ver el fútbol de Martino, cercana al menottismo. En resumen, con sus matices, dando gran valor a la posesión y la estética.