Nuevo encuentro consumado correspondiente a una vuelta de competición a la que el Levante llegó tras haber ido dando tumbos y en la que, al fin, parece haber encontrado la forma de hacer funcionar su engranaje. Con 27 puntos, a 13 de la supuesta barrera de la salvación, puede mirar con mayor tranquilidad la zona baja y soñar con una posición respetable a final de año.

El segundo tramo del campeonato no pudo tener mejor inicio. Orriols sería una fiesta. El azulgrana, el humilde, se equipararía al de un Barcelona que acabó desquiciado ante la firmeza defensiva de los de Caparrós. Continuando con el transcurso liguero, tocó el turno de visitar el Sánchez Pizjuán, otra prueba de fuego. Todos los presagios auguraban un mal resultado de los “granotas” en Nervión. Salvo en una ocasión en Segunda División en la que golearon por 0-4 en la campaña 97/98, todas las visitas habían acabado en derrota o, como mucho, empate. Caparrós, en sus enfrentamientos contra uno de sus exequipos, el Sevilla, no ostentaba datos demasiado halagadores con nueve encuentros perdidos por sólo tres vencidos.

A pesar de todo, la mejoría del Levante en los últimos años se había plasmado también en los precedentes. Dos empates, en la 11/12 a uno y en la pasada temporada a cero, se presentaban como los mejores resultados de la historia en el feudo sevillista. El caso fue que el Levante, por el motivo que fuera, estaba destinado a llevarse los tres puntos. Cuando apenas se generaba peligro y los locales se habían adelantado ya, Barral provocó un penalti que él mismo se encargó de materializar. Keylor volvería a cuajar una memorable actuación, Rakitic fallaría un penalti a favor de los de Emery y el gol, esta vez sí, del croata en el 68’ se vería contrarrestado rápidamente por un certero cabezazo, y ya van dos, de Loukas Vyntra. Poco se tardó para que Simao pusiera el 2-3 definitivo.

El Levante, con un juego muy rocoso atrás, exprimió las ocasiones que tuvo para embolsarse los tres puntos y dar una alegría a sus aficionados.  Aunque, más allá del resultado, la actual cosecha de azulgranas, la de 2014, acabaría con el mito del Sevilla invencible y cuajaría la que será recordada como la primera victoria levantinista en territorio sevillista.