40 años es mucho tiempo. Demasiados domingos jugando frente a equipos semiprofesionales. Demasiados entrenadores, porteros, goleadores, presidentes... y poca, muy poca fortuna. Sin embargo, tras largas etapas en Tercera, Segunda B y Segunda División. Un hombre fue capaz de liderar al grupo que llevaría de nueva al Levante a la máxima categoría del fútbol español: Manolo Preciado. El entrenador cántabro entró en la historia granota, inscribiendo su nombre con tinta dorada en el pergamino que es el recuerdo de la afición levantinista. Preciado junto un buen puñado de futbolistas con los que consiguió ganar la Segunda División y plantarse en Primera una vez más. De nuevo entre los grandes. Allí, el Levante sólo había podido disfrutar de dos temporadas durante los años sesenta.

Vallejo había dejado de acoger las tardes de fútbol del equipo azulgrana. Incluso el nuevo hogar había cambiado su nombre desde su inauguración como el estadio Antonio Román. Los aficionados habían sufrido, irremediablemente, el paso del tiempo. Muchos dejaron su sitio para que nuevos amantes de la idiosincrasia granota anhelaran éxitos que jamás habían experimentado. De nuevo, al fin, en Primera.

Manolo Preciado fue cesado a pesar de lograr el objetivo. El alemán Bernd Schüster fue su sustituto. No sería la única cara nueva, pues fueron varios los fichajes realizados para tratar de mantener la categoría con holgura. Una de estas nuevas incorporaciones fue un lateral irlandés que había despuntado en la Liga de Campeones con el Leeds United inglés. Ian Harte marcó el primer gol en la vuelta del Levante a Primera, dejando su libre directo en la retina, y volviendo a ver la luz cada vez que el equipo valenciano regresa al escenario que le recibió nuevamente en el olimpo del fútbol español. Falta en campo de la Real Sociedad. 35 metros, aproximadamente, que el balón recorre en pocos segundos tras salir despedido por la zurda del irlandés, burlar la barrera y botar en el instante preciso para que la estirada de Riesgo, guardameta local, sea totalmente inútil.

Anoeta vio desfilar a los futbolistas granota por el túnel de vestuarios, cruzar la pista de atletismo que separa el césped de la grada y volver a jugar un balón con la atención mediática que arrastra un partido de estas características. Harte abrió el marcador poco antes del descanso, para sorpresa de todos, y Nihat bajó a la tierra a los levantinistas con el gol del empate. Buen sabor de boca, y grato recuerdo el que dejó el feudo guipuzcoano a la afición valenciana. El destino fue caprichoso y volvió a unir a txuri-urdines y azulgranas cinco temporadas más tarde. Ambos clubes lograron su último ascenso a Primera División en la temporada 2009/10, campaña en la que Real Sociedad y Levante UD celebraron de la mejor manera posible sus respectivos centenarios. Ambos clubes fueron fundados en 1909.

Anoeta no es un estadio fetiche para el Levante, pues ha logrado doblegar a los vascos en San Sebastián en una sola ocasión. Cayendo derrotado en dos ocasiones y empatando cinco choques. No obstante, abrir el telón de un año para el recuerdo es motivo suficiente para que Anoeta se haya ganado un hueco en la historia levantinista. El recinto vasco fue el lugar y 2004 el año.

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Sobre el autor
Xavi Heras
Escribo sobre el fútbol que amo. Anglófilo. Northern Soul. Levante UD e Inglaterra.