En la vida de alguien que se dedica laboralmente a esto de dar patadas a un balón, los equipos y las aficiones van y vienen. Sí, son importantes, te alientan y dan ánimo cuando es necesario. El futbolista defiende un escudo que está tatuado en el alma de aquellos que religiosamente acuden al estadio jornada tras jornada. Pero siempre hay alguna que se graba a fuego en la piel, una gente que marca.

Para los aficionados, los sentimientos respecto a los profesionales del balompié son similares. Jugadores y preparadores van y vienen en función del éxito o el dinero. Los hay más acertados, menos acertados, pero al fin y al cabo los que más sienten, sufren, padecen y cometen más locuras por un club son sus parroquianos. Sin embargo, siempre hay algún personaje que se gana el cariño de éstos. Por su trabajo, por su forma de ser, por su vinculación con la afición.

Qué es lo que hace que un futbolista se encariñe con un club o viceversa. Difícil de entender, como todo aquello relacionado con la pasión, el amor o el odio. Nick Hornby trató de explicar su amor al fútbol comparándolo con el que le procesa al sexo femenino en su libro “Fiebre en las gradas”: “Me enamoré del fútbol tal como más adelante me iba a enamorar de las mujeres: de repente, sin explicación, sin hacer ejercicio de mis facultades críticas, sin ponerme a pensar para nada en el dolor y en los sobresaltos que la experiencia traería consigo”.

El fútbol es capaz de dar valiosas lecciones para la vida real. Enseña que los éxitos y los buenos tiempos unen, y que el paso del tiempo forja lazos difíciles de deshacer. También las malas experiencias pueden llegar a unir, aunque por lo general, cualquier atisbo de traición suele verse recompensado con odio, o incluso peor, indiferencia. En el pucelano estadio de Zorrilla se seguirán escribiendo capítulos de unas historias que merecen toda la atención en estas horas previas al choque.

  

Javi Guerra

El delantero andaluz vivió un periodo corto pero intenso en el Levante. Llegó cedido al club mediterráneo el año del centenario del mismo, en 2009. El club granota vivió en la temporada anterior una renovación completa de su plantilla y logró mantenerse en Segunda División con mayor comodidad de la esperada. Guerra llegó a un Levante con un futuro gris e incierto, con el fantasma de la desaparición aguardando a la vuelta de la esquina, pero que, sorprendentemente logró la machada y el club valenciano celebró sus 100 años de historia por todo lo alto logrando un inesperado ascenso. Durante este recorrido, Javi tomó protagonismo al hacerse amo y señor de la punta de ataque del equipo entonces dirigido por Luis García, y se convirtió en el segundo máximo goleador del equipo con 12 decisivos tantos. Sólo uno menos que Rubén Suárez, el máximo anotador. Se ganó el cariño del público de Orriols a base de sudor, esfuerzo y goles para no sólo salvarlo de la quema sino brindarle un futuro esperanzador en Primera División. Desde que abandonase las filas del Levante, Javi Guerra se ha enfrentado al cuadro valenciano en tres ocasiones, anotando un sólo tanto. El que sirvió para igualar el partido de la primera vuelta de esta misma temporada.

Juan Ignacio Martínez

Este mismo futuro, sin embargo, le aguardaba tardes (y noches) mejores a los valencianos. Luis García Plaza, el técnico que había obrado tal milagro abandonó la nave en la temporada 2010/11 dejando su sitio a Juan Ignacio Martínez. El técnico alicantino tenía una difícil papeleta. Inexperto en lo que a la categoría de oro se refiere, había firmado dos temporadas notables al mando del Cartagena en Segunda División. Su buen hacer con el conjunto murciano no pasó desapercibido para Manolo Salvador. Sólo estuvo dos temporadas en el Levante, las suficientes para lograr hitos jamás realizados antes: situar al Levante líder de la Primera División durante varias jornadas seguidas, meterlo en competición europea y llevarlo hasta los octavos de final de la Europa League. Los recuerdos de los partidos frente al Motherwell, Twente, Hannover y especialmente el Olympiakos perdurarán eternamente en la memoria colectiva del equipo más antiguo de Valencia. Sólo se ha enfrentado en una ocasión a su exequipo. Fue en la primera vuelta con el resultado antes mencionado de 1-1.

Pedro López

Probablemente el que viva con mayor intensidad el choque de la vigesimoquinta jornada sea el futbolista de Torrent. Los cuatro años que el hoy levantinista pasó transitando por el carril derecho del José Zorrilla no fueron en balde. Tres años en Primera y uno en Segunda que le valieron para ganarse el cariño de la afición vallisoletana. Su trabajo y su carisma hacen que este fin de semana pueda vivir esa sensación extraña, pero agradable. El cariño residual que sienten entidad y jugador ofrecen buenos deseos mutuamente, a pesar de que como en esta vez, sus caminos se encuentren y tengan que enfrentarse sobre el césped. Los más de 9.600 minutos en los que el valenciano vistió la zamarra blanquivioleta no son nada desdeñables. Pedro López estuvo a las duras y a las maduras, llegó incluso a portar el brazalete de capitán. Siempre quedarán los bonitos instantes para el recuerdo, como aquel gol al Real Madrid de los galácticos. A pesar de llevar tres años lejos de Zorrilla, el lateral sólo se ha enfrentado una vez a su exequipo. Fue en la temporada 2012/13, en el feudo pucelano con victoria local por 2-0.

Momo Sissoko

El futbolista senegalés también tiene su cuota de interés. El de Zorrilla, podría significar el debut de Sissoko con su nuevo club en caso de que Caparrós tenga a bien ofrecerle algunos minutos al recién llegado. Un debut con el Levante que es posible después de protagonizar un culebrón atípico durante el mercado invernal, pues estuvo cerca de recalar en el club castellanoleonés.

El fútbol volverá a ser protagonista. El de los sentimientos, el de las historias íntimas e individuales que tan comunes y globales se hacen si las extrapolamos más allá de lo meramente deportivo. Éstas son las historias del Valladolid - Levante.