Tres tristes tigres levantinistas poco trigo pudieron comer en trigal malaguista. Caicedo, Munúa y Xavi Torres vivieron la historia de cómo morder el polvo en Málaga para después sonreír en Orriols. Delantero, guardameta y centrocampista hicieron ruido en su paso por el Levante, pero en las playas de la Costa del Sol no quedó grabada su huella. Tristes malaguistas, tigres levantinistas.

Felipe Caicedo pasó por La Rosaleda sin pena ni gloria. Cierto es que llegó cedido en el mercado de invierno de 2010 a un equipo, el que por entonces entrenaba Juan Ramón Muñiz, que estaba destinado a pelear por mantener la categoría, y que medio año quizás no fuese suficiente para que el ecuatoriano despuntase sobremanera. Con todo, el balance particular del ariete no fue, a la postre, negativo. Un total de 18 partidos -lo que significa la disputa de la mayoría de encuentros en la segunda vuelta- y cuatro goles, avalan la trayectoria como malaguista de un joven delantero que culminaría su gran salto al año siguiente... como granota.

En el curso 2010-2011, ‘Felipao’ llegó a Orriols. El Ciutat de Valencia no lo sabía, pero esa temporada aguardaba bajo la manga un goleador sensacional. El ecuatoriano se convirtió en el máximo anotador de la historia del Levante con 11 tantos, algo realmente espectacular para un conjunto que terminó prácticamente con el agua al cuello por eludir el descenso. Tras su superlativa temporada vistiendo de azulgrana, Caicedo dejó un buen pellizco en las arcas levantinistas: 7,5 millones por su traspaso al Lokmotiv.

(Foto: EFE)
Caicedo en la celebración de un gol del Levante (Foto: EFE)

Salvando las evidentes diferencias, el caso de Gustavo Munúa emuló en gran medida lo ocurrido con el delantero. Procedente de la misma plantilla que Caicedo, el portero uruguayo se enfundó esa precisa temporada la elástica azulgrana. El ‘charrúa’ había completado su campaña completa en el Málaga, pero aun con la importancia de su persona para conseguir mantener la categoría, la dirección deportiva malaguista decidió no renovarle.

El Levante estuvo al acecho. En la búsqueda de un guardameta que asegurase su portería en la vuelta a la élite, Luís García pudo encontrar un auténtico cerrojo. Y así lo demostró Munúa las tres temporadas en las que defendió las redes del Ciutat, lo que significó la suplencia de uno de los porteros del ascenso, Manolo Reina.

El paso radical de triste a tigre sí se puede ver en la gráfica de Xavi Torres. En una lucha desesperada por encontrar oportunidades fuera de Barcelona, el alicantino recaló en La Rosaleda en 2009. Con 14 titularidades de 15 partidos jugados, y después de estrenar su casillero en su debut, el de Jávea no pudo afianzarse en los onces con blanquiazul enfundada. Fue entonces cuando probó suerte más cerca de su tierra.

En 2010, el Levante acogió –en calidad de cedido- a otro malaguista entristecido. Un centrocampista que ya esbozó una sonrisa en su primera temporada al frente del timón granota. Fue indiscutible para Luís García, que pidió su continuidad para la 2011-2012. Así fue, Xavi Torres continuó, pero al término de la campaña, pese al deseo del Levante de hacerse con la propiedad del jugador –que seguía perteneciendo al Málaga- una operación a tres bandas trasladó al valenciano a la capital, para fichar por el Getafe.

Xavi Torres celebra un gol (Foto: EFE)

Esta es la crónica de tres tristes tigres malaguistas que encontraron su felicidad en Orriols. Tres auténticos pilares de un Levante que, desde ese año marcado en la historia, comenzaron a escribir un cuento en Primera División que va camino de no terminar.