Héroe. Con esta palabra se podría definir la trayectoria del Alberto Rivera durante su estancia en el Levante UD. Ahora, 10 años después de conseguir el ascenso en Chapín, tal vez el más importante de la historia del levantinista, el futbolista de Ciudad Real ha decidido abandonar el fútbol profesional, una noticia que apena tanto a granotas como a aficionados del buen fútbol.

Su historia comenzó en las categorías inferiores del Real Madrid, donde un joven mediocentro  destacaba por su talento a la hora de tocar el balón. No tardó en incorporarse a la primera plantilla del club merengue, donde hizo su debut oficial en la Champions League en un partido frente al Spartak de Moscú. Sin embargo Rivera no contaba con minutos suficientes en Madrid por lo que buscó una salida en el mercado invernal. Su destino fue el Olympique de Marsella, donde llegó en calidad de cedido.

Rivera realizó una buena campaña en Francia, sin embargo no le bastó para conservar su puesto en el Real Madrid. Una cesión incorporó a Rivera a un club que militaba en Segunda División, pequeño pero muy grande, con ambición y con muchas ganas de volver a formar parte de la mejor categoría del fútbol español. Pocos jugadores hubieran cambiado jugar en el Real Madrid por jugar en un club que frecuentaba la división de plata. Sin embargo Rivera vio algo en el equipo, algo que le decantó, algo que le decía que no se iba a equivocar con su elección, que iba a ser grande allí, en el Levante UD.

Aquí comenzó la bonita historia que cualquier aficionado granota, aunque no la haya vivido, conoce como la propia palma de su mano. Rivera llegó al equipo decano de Valencia con ganas de ayudar, aportar su fútbol y buscar las posiciones de ascenso, algo impensable años atrás cuando el club frecuentaba la Segunda División B  tras crisis económicas graves.

Durante su primera temporada en Orriols "Riverita", como era conocido popularmente, no pudo conseguir el ascenso, pero estuvo muy cerca: el Levante UD quedó cuarto, a tan solo seis puntos del tercer clasificado, del tercer equipo que subiría a Primera División.

La temporada siguiente tuvo lugar un cambio, habría nuevo entrenador. De entre las sombras aparecía un hombre, humilde, con ganas de darlo todo y de volver a llevar al éxito al club granota; aparecía Manolo Preciado. Con él Rivera iba a cobrar más protagonismo en el equipo, algo que sin duda le terminó de convencer para abandonar el Real Madrid y llegar al Levante como jugador en propiedad. La temporada no pudo ser mejor; a pesar de las dudas iniciales que estuvieron al borde de llevar a la destitución a Preciado, el Levante no sólo ascendió, sino que fue el campeón de esa campaña.

Jamás nadie olvidara aquel partido en Chapín donde los granotas comenzaron perdiendo contra el Xerez. Tras 40 años de espera el ascenso no se les podía escapar; y no se le escapó. Tras el gol del Xerez que adelantó al equipo local en el marcador, el Levante puso la garra que le faltó durante toda la primera mitad del encuentro. Gustavo Reggi logró el empate con un espectacular gol para deleite de la afición granota que se desplazó de forma masiva convencidos de que el ascenso se iba a producir allí. A continuación llegaría el punto de inflexión; el jugador local Echave cometió penalti sobre Reggi. ¿Quién sería el encargado de tirarlo?. No podría ser otro, Alberto Rivera transformó el gol de la ilusión, el gol más esperado para los levantinistas, el gol que suponía el ascenso a Primera División 40 años después.

Rivera no se podía perder el regreso granota a Primera División y continuó otra temporada en el equipo valenciano, esta vez sin Manolo Preciado que fue destituido. Quizás la marcha del entrenador propició que el Levante, a pesar de un inicio espectacular en posiciones Champions y dirigidos por Schuster, regresara a Segunda División. Fue un buen año pero no bastó para mantener al equipo en la categoría.

Rivera abandonó la entidad granota en verano de 2005 cuando fichó por el Real Betis, donde disfrutó de sus mejores años de fútbol. Tras disputar Champions y UEFA el descenso del Betis hizo a Rivera volver a cambiar de aires. Fue entonces cuando fichó por el Real Sporting, donde se reencontraría con Manolo Preciado, su preparador durante su estancia en el Levante. Fue pieza clave en el equipo, disputando la inmensa mayoría de los partidos, el más destacado del equipo sin duda alguna.

El Sporting descendió con Rivera de nuevo de jugador. Entrado en los treinta el centrocampista decidió fichar por el Elche, donde consiguió un ascenso y donde volvió a disputar otra temporada más en la máxima categoría del fútbol español.

A la edad de 36 años, finalmente "Riverita" ha decidido colgar las botas. Los aficionados granotas no han podido olvidarlo incluso afirmando que no ha vuelto a pasar un centrocampista como él en el club. El cariño hacia el jugador se hacía notar, sobre todo cuando los caminos de Rivera y el Levante se cruzaban. Era ovacionado por todos los sectores de la afición y sin  duda uno de los más queridos en la historia del club.

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