Parecía que resucitaba un Levante al que algunos daban por muerto desde el inicio de liga. La buena imagen mostrada ante el Granada y en la primera media hora del encuentro ante el FC Barcelona hacían presagiar un buen resultado para el conjunto de Orriols, que tenía a su favor el factor campo y la ilusión de futbolistas y afición. No obstante, el Rayo Vallecano, con Leo Baptistao a la cabeza, hundieron de nuevo los sueños de los valencianos, que parece que este año están condenados al sufrimiento para lograr el objetivo de la permanencia.

Inicio tranquilo

Empezaba tranquila la noche para el Levante; los azulgranas venían de ganar por fin de ganar su primer partido de liga en Granada y ahora se disputaban en casa tres nuevos puntos ante un equipo “de su liga”. Y con esa calma dio inicio el encuentro. Unos minutos de arranque en los que la cortesía entre ambos conjuntos permitió ver buen juego y movimiento de balón por parte de ambos bloques.

Tras el tanteo, ambas escuadras decidieron probarse y comenzar a buscar las debilidades rivales. Así se empezó a animar el choque. Tanto un equipo como el otro se acercaban poco a poco más al área rival, aunque ninguno acababa de crear peligro real. Hasta que en el minuto 12 Leo Baptistao aprovechaba un bajón de concentración de la defensa local para cazar un balón que se le escapó a David Navarro y batir a Jesús Fernández, que nada podía hacer. El Rayo se adelantaba ante la impotencia de la afición granota y del cuadro dirigido por José Luis Mendilibar.

Baptistao sentencia

No cambió excesivamente el guión en los minutos posteriores. Ambos conjuntos se disputaban la posesión y ponían ritmo y vistosidad a su juego. Las ocasiones de gol eran pocas, tenía algunas más el Rayo que el Levante. Eran más incisivos los madrileños, aunque los valencianos también ponían en apuros a la defensa visitante. Seguía igualado el choque hasta que Insúa centró desde la banda izquierda, directo al área azulgrana, y nuevamente Leo Baptistao ponía el segundo en el marcador con un fantástico y potente remate de cabeza. Jesús Fernández, que se había lucido ya en dos ocasiones, la vio pasar sin poder evitarlo.

A partir de aquí, el Rayo fue haciéndose poco a poco con el control de los tiempos y del partido. Un Levante cada vez más desesperado lo intentaba, pero le costaba. La desventaja hacía mella en los ánimos de los pupilos de Mendilibar. Para colmo de males, algunos sectores de la afición protestaban mediante silbidos la falta de atrevimiento en las jugadas ofensivas a la hora de definir en ataque. El público recriminaba la excesiva cantidad de pases atrás y echaba en cara que no se probaran más disparos a puerta y la actitud dubitativa al encarar la puerta rayista. Y así hasta el descanso.

Un partido diferente

Tras el doble cambio propuesto por Mendilibar en el descanso salió con más brío el conjunto de Orriols. Acertó con los recambios el de Zaldívar, que dieron al equipo un planteamiento mucho más incisivo. Los levantinistas se volvieron más ofensivos y el número de ataques creció exponencialmente. Se notaba que querían recuperar lo perdido y arañar, al menos, un empate ante su afición.

Así cambió totalmente el guión establecido en la primera parte y el Levante empezó a presionar al Rayo muy arriba, en su propio campo, y los de Mendilibar se hicieron amos y señores del choque. Prácticamente todas las ocasiones del segundo tiempo fueron para los locales. No obstante, los de Paco Jémez, muy seguros en defensa, achicaban bien; y cada vez que el Levante se acercaba al área vallecana se topaba con el muro rayista. Además, en las ocasiones en que conseguían traspasarlo, ahí estaba Toño para frustrar las intentonas de los valencianos.

Emoción hasta el final

Tuvieron la oportunidad los madrileños de poner el tercero en el marcador merced al penalti señalado a Pedro López por derribar en el área a Bueno, pero éste marraría la pena máxima al disparar contra el larguero, con el posterior despeje de la zaga local. Nada cambió y el bloque azulgrana lo siguió intentando hasta el final, dominando y poniendo en apuros a los defensores vallecanos, pero sin lograr el premio. El marcador ya no se movería. Al equipo de Orriols se le escapaban los tres puntos en casa ante un buen Rayo, habiendo hecho un buen partido, pero la estrategia y el buen juego de los de Jémez, unido a los errores propios condenaron a un Levante que no acaba de resucitar.

Nueva decepción para los aficionados locales, que corearon el nombre de Rubén García, el jugador más destacado del cuadro dirigido por un Mendilibar a quien su público ya le empezó a pedir la dimisión. El Levante se encuentra en la jornada seis, con sólo cuatro puntos y, aunque ha mejorado su imagen, parece que no acaba de despegar.

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Sobre el autor
Rubén García González
Feci quod potui, faciant meliora potentes / Hice lo que pude; que lo hagan mejor los que puedan. Soy responsable de lo que digo, no de lo que usted entiende.