El frío ambiente que provocaba la molesta y copiosa lluvia en el Nuevo Arcángel parecía contrastar con la calidez de la grada cordobesa, que no cejó en su empeño por arropar a su equipo durante prácticamente todo el encuentro. No obstante, esa gélida sensación que conllevaban las bajas temperaturas y el agua, pareció contagiar por igual a los jugadores de Córdoba y Levante a la hora de ofrecer a sus públicos el espectáculo deseado. Podría decirse incluso que los clásicos minutos de inicio en los que ambos rivales acostumbran al tanteo mutuo duraron demasiado; casi la totalidad del partido.

Primer aviso

Hubo que esperar hasta el minuto 20 para presenciar la primera ocasión clara del encuentro. Campabadal, por la derecha, ponía un centro para Borja en forma de magnífico pase de la muerte, pero el remate del centrocampista blanquiverde rebotó en el pie de Vyntra y se fue a las nubes. Hasta aquí se había visto bastante equidad. Ambas escuadras gozaron de sus ocasiones, pero el Córdoba había llegado más, aunque sin excesivo peligro para Mariño. No le gustaba al técnico granota lo que veía, y se lo hacía notar a sus jugadores con gestos y directrices desde el banquillo.

No tardaría en contestar el Levante, que con la picardía de Barral puso en apuros a los cordobeses sólo tres minutos después del aviso de los califas. El gaditano se aprovechó de un mal pase de Campadabal al portero y a punto estuvo de robarle la cartera al bloque califal. El despeje del meta Juan Carlos evitó la tragedia. Los de Lucas Alcaraz incomodaban a los locales a base de pases largos buscando a Casadesús y Barral; el Córdoba, por su parte, intentaba evitar el juego interior y abrir las bandas.

Tras una primera mitad lenta e insulsa, en la que las pérdidas de balón fueron la tónica dominante, el colegiado señaló sin añadir siquiera un minuto el camino a los vestuarios. A estas alturas nadie dudaba ya que el resto del choque iba a ser idéntico a lo vivido: un partido tosco, rudo y correoso. Un encuentro extremadamente igualado, que podría decantarse de cualquier lado, o tal vez ni lo hiciera.

Pequeños destellos

La ocasión del Levante tras la reanudación del choque -tal vez la más clara- logró por momentos dotar de un hálito de esperanza a la segunda parte. Barral quebró a Crespo y centró para Ivanschitz, quien remató con la cabeza a bocajarro. Juan Carlos repelía como podía y el balón quedaba muerto a dos metros de la línea de meta. La zaga blanquiverde sólo pudp despejar a córner. Pero nada más lejos de la realidad, el guión del encuentro apenas varió y todo siguió igual.

Cada una de las dos escuadras tenía un papel y, sin salirse de la pauta marcada, lo interpretaba al dedillo. Ambos bloques se turnaban por momentos en el dominio del juego; unas veces era el Levante quien presionaba arriba y jugaba en campo contrario, y otras eran los pupilos de Miroslav Djukic quien hacían lo propio, si bien es cierto que el índice de posesión favoreció más a los locales y que éstos parecieron tener el control del encuentro durante más tiempo que los valencianos. Con la entrada de Fede Cartabia, tal vez el futbolista más desequilibrante de las filas blanquiverdes, Alcaraz no se la quiso jugar y sustituyó a Nikos -que había sido amonestado- por Toño.

Revulsivo local

No se equivocó el técnico granota, pues el interior diestro del Córdoba revolucionó el juego desde que saltó al verde y en más de una ocasión puso en apuros a los azulgrana. Para muestra, un botón: la última ocasión del encuentro salió de sus botas. El argentino, escorado a la derecha, botaba una falta llamada a ser el último cartucho local. Deivid trató de rematar de testa entre el barullo, pero la defensa levantinista rechazó la pelota. Fue Borja García quien la empalmó, pero el disparo se marchó demasiado desviado.

Tras esto, Prieto Iglesias dio por concluido un encuentro del que se puede destacar más bien poco, marcado por el orden, la seriedad y la solidez de ambos equipos, pero sobre todo por la falta de acierto y definición en punta de ataque por ambas partes. Fue un choque en el que, más que el respeto mutuo de rigor, parecía que ambos cuadros se tenían miedo. Al final, reparto de puntos que no beneficia a nadie; el Córdoba no pudo repetir ante su afición la hazaña de vencer en Primera División tras su largo periplo alejado de la máxima categoría, mientras al Levante se le sigue resistiendo -y ya van unas cuantas jornadas- su histórica victoria número cien en la 'liga de las estrellas'.