El planteamiento inicial de Lucas Alcaraz sembraba dudas. Una línea defensiva con cinco hombres para jugar contra el colista daba que pensar, más aun cuando se celebraba la cifra histórica de mil encuentros de la entidad granota en el Ciutat de València. Nada más lejos de la realidad. El choque debía ser una fiesta, y se tenía que celebrar con goles. Por ello, los azulgrana empezaron presionando muy arriba y avisaron bien temprano en un doble córner.

Instantes más tarde, Ghilas estaría a punto de dar el susto en medio de una jugada embarullada dentro del área chica de los valencianos, aprovechando un error de la defensa granota. Quizá por esto los de Orriols se relajaron y optaron por elaborar más el juego y plantear un ataque sesudo y tranquilo. Los minutos que siguieron fueron minutos de nada, hasta que el Levante empezó a adueñarse del partido y parecía por mometos que el partido se jugase práctica y totalmente en la mitad cordobesa. Sin embargo, las ocasiones todavía llegaban con cuentagotas, y apenas ninguna lograba inquietar en demasía al guardameta blanquiverde.

Incremento de intensidad

A partir de aquí, cuando la primera mitad se acercaba a su fin, el bloque dirigido por Lucas Alcaraz comenzó a arrinconar al cuadro de José Antonio Romero y a disfrutar de sus primeras ocasiones claras. A punto estuvo Juanfran de colocarla por toda la escuadra al botar la falta sobre Barral que le costó la amarilla a Deivid. Fue el propio Barral quien, poco después, la volvía a tener en un disparo muy escorado desde banda izquierda, que llegaba cruzado, muy pegado al palo contrario de la meta defendida por Juan Carlos. Camarasa también probaría desde fuera con un chut muy fuerte. No entro por poco.

El Levante dominó el encuentro en su práctica totalidad

El juego lo estaba poniendo el Levante, sin duda, y cada vez se acercaba más a la puerta de los cordobeses. A ese ritmo, todo hacía presagiar que el gol local llegará pronto. Y así fue. Como no podía ser de otra manera, Barral adelantaba al Levante mediante una magnífica combinación con Casadesús, en una espléndida triangulación que más bien parecía una jugada de fútbol sala. El tanto anotado al borde del descanso dejaba tocados a los visitantes, que marchaban a la caseta cabizbajos ante el éxtasis de la parroquia levantinista.

La misma historia

Apenas varió el guión respecto al primer tiempo. El Levante seguía combinando y tocando la pelota, controlando el choque, a la espera de encontrar el hueco entre las filas blanquiverdes o de aprovechar el error de los cordobeses. Los de Romero, por su parte, hacían lo que puedían para que los de Orriols no se acercaran demasiado a su puerta, mientras trataban de sorprender a la contra a los locales de vez en cuando.

Con su gol, Barral iguala a Riga como máximo goleador del Levante en Primera

Los minutos transcurrieron poco a poco sin apenas novedades, siquiera algún que otro susto por parte de ambas escuadras. No obstante, al Levante le hubiese venido bien cerrar el encuentro, puesto que el Córdoba acechaba y asustaba en sus llegadas que, aunque no eran muchas, provocaban peligro. Uche la tuvo al poco de saltar al verde, pero su buena ocasión se marchaba desviada por poco. Barral también tuvo su oportunidad, pero no hubo más suerte para los de Alcaraz.

Emoción final

Así fue como la fiesta hubiera podido quedarse en un mal trago para los levantinistas en los minutos finales, cuando –ahora sí– el Córdoba despertó y empezó a embestir la zaga y la puerta granotas, ante un Levante que terminó pidiendo la hora. Sin embargo, el solitario tanto de Barral –con el que iguala a Mustapha Riga como máximo goleador del Levante en la máxima categoría– valió y, después de que el colegiado anunciase el final del choque, la parroquia local pudo festejar una victoria que suponía más que tres puntos y que, además, ponía el broche de oro a las mil batallas del Ciutat.