Hace poco menos de un año (4 de Octubre de 2014), el Levante visitaba a un Eibar que aún se estaba asentando en primera. Fue un partido trepidante, con alternativas y goles de bella factura que acabaron dibujando un inusual empate a tres. Aquel sábado Morales y Camarasa encarrilaron el partido, y Víctor Casadesús devolvió la ventaja al conjunto granota. Pero el Eibar fue invadido por la fe del recién ascendido para empatar en el descuento. Quizás, de no haberse producido aquel gol de Piovaccari, Mendilibar no hubiese sido destituido. Quizás, si no se hubiera escapado aquella victoria en Ipurúa, Lucas Alcaraz no ocuparía ahora el banquillo levantinista. Quizás, sin aquel amargo empate, Mendilibar no hubiese aterrizado en el equipo que aquel día inició su decapitación futbolística. Porque como diría Piqué, en Ipurúa empezó todo.

José Luis Mendilibar fue destituido como entrenador del Levante tras ocho jornadas, dejando al equipo penúltimo con cinco puntos y veinte goles encajados (más goleado de la categoría). Sin contar el alocado partido de Eibar, el Levante sólo pudo anotar un gol en las restantes siete jornadas. Un paupérrimo registro que empeoraba en el Ciutat, donde ningún jugador levantinista logró perforar la meta rival con Mendilibar en el Banquillo. La goleada y mala imagen ofrecida ante el Real Madrid (0-5) acabó de sentenciar al técnico vasco, con sólo cinco puntos y un ramillete de críticas por su apuesta de fútbol antinatural en un equipo con la  identidad del Levante.

Las dos caras de Mendilibar

Curiosamente, menos de un año después, el Levante y el Eibar vuelven a medirse en el inicio de liga, esta vez en el Ciutat de València. Será la vuelta de Mendilibar a la que fue su efímera morada. El extécnico granota ha conseguido siete puntos en cuatro jornadas, con cinco goles a favor y tres en contra. Los números demuestran que el Eibar de Mendilibar puntúa más, marca más goles y encaja menos que el Levante de Mendilibar. Al preparador vizcaíno le sienta mejor recorrer la banda de Ipurúa que el área técnica del Ciutat de València.

De ganar en Valencia, Mendilibar dejaría bastante tocado a su sustituto en el banquillo granota y el Eibar, rival directo, sumaría ocho puntos más que el Levante. Sería la forma de cerrar el círculo un año después de aquel empate a tres traicionero que marcó el devenir de dos equipos y dos entrenadores. Mucho ha llovido desde entonces.