El Levante ha preparado el choque de mañana ante Las Palmas como si fuese una final, pero el duelo ha tomado si cabe mayor relevancia después de que los rivales directos de ambos equipos se hayan catapultado con tres victorias que aumentan las urgencias de ambos equipos.

Los de Rubi quieren aprovehar la distracción copera de los canarios, que se juegan ante el Valencia el pase a semifinales, para sumar una victoria necesaria para no hundirse en la  clasificación. Los dos próximos compomisos de los granotas son ante el Sevilla y el Barcelona, por lo que sumar el colchón de puntos ante el conjunto insular daría moral y confianza a la plantilla, reforzada con la llegada de Rossi.

El pasado viernes el Sporting, que acumulaba varias jornadas con resultados negativos, goleó a una Real Sociedad desdibujada. Abelardo, que estaba cuestionado, sale a flote con el apoyo de una afición volcada. Otro que se salvó fue Sandoval, que apunto estuvo de claudicar ante un Getafe enrachado pero que encontró a Rochina como el salvador que necesitaba. Tampoco falló el Rayo ante un Celta más pendiente de la copa y que dimitió del partido desde el inicio.

Los triunfos de los rivales directos obligan al Levante a no fallar. Un triunfo granota mantendría la persecución y mermaría las aspiraciones de un rival directo como la UD Las Palmas, al que arañaría el golaverage. Ganar también supondría la segunda alegría consecutiva en el Ciutat de València y meter en la pomada a otros equipos que andan distraidos como el Espanyol o la Real Sociedad.

Sólo vale un resultado, la victoria, y los jugadores son coscientes de la trascendencia de un partido que puede suponer un punto de inflexión para lo que resta de temporada.