El CD Lugo se trajo los tres puntos de Soria después de un partido extraño, mal jugado por los de Setién y al que solo le faltó que un OVNI aterrizase en el círculo central de Los Pajaritos o que Anquela se disfrazase de lagarterana para completar el esperpento (según la RAE, en segunda acepción “Género literario creado por Ramón del Valle-Inclán, escritor español de la generación del 98, en el que se deforma la realidad, recargando sus rasgos grotescos, sometiendo a una elaboración muy personal el lenguaje coloquial y desgarrado”) en el que se fue convirtiendo el partido jugado en la gélida Soria, desde el planteamiento de Setién con inopinado trivote y Álvaro Peña tirado a una banda, al comportamiento de un árbitro que primero expulsa y luego pregunta, pasando por un apagón y terminando con un gol sobre la bocina que vale tres puntos por un jugador indultado anteriormente. Seguro que alguno de los que programan los partidos que se televisan se hizo cruces al no elegir este encuentro, pues no pudieron ocurrir más cosas en menos tiempo.

Setién apostó por tres mediocentros renunciando a un mediapunta

Setién optó de salida por dejar de componer en verso y hablar en los machadianos campos de Soria en prosa. Para ello, entregó las bandas a las subidas de De Coz y Manu, tiró a un lado a Álvaro Peña y al otro a Pablo Sánchez, que sentó a Pablo Álvarez y metió cemento en la media, con Rafa García de tercer hombre en detrimento de la posición de mediapunta. Si la intención era un mayor control del partido, el experimento no funcionó. El control del partido fue casi desde el mismo inicio de los sorianos, que a los diez minutos ya manejaban el balón a su antojo ante un Lugo incapaz de llevar la batuta y que perdía el balón con una facilidad alarmante. Con Pablo Sánchez poco metido en el partido y Álvaro Peña incómodo en su nuevo rol, los balones le llegaron con cuentagotas a Rennella, que aún no era consciente del papel principal que le reservaba el destino y se desesperaba convertido en una isla. El tercer pivote no fue, ni mucho menos, la genialidad táctica que Setién buscaba. Tras el descanso, deshizo el entuerto dando entrada a Ernesto por Rafa García, devolviendo a Peña a la mediapunta y restaurando el equilibrio en el campo.

Dani Mallo, espectacular

El que si demostró que se encuentra en un momento dulce fue, una vez más, Dani Mallo. No se puede negar que la ya clásica postura de Setién de rotar porteros ha dado buenos frutos desde los tiempos de Escalona y Diego Rivas, y que este año tanto José Juan como Mallo están rindiendo a buen nivel, pero este último tuvo en Soria una actuación más que destacada, salvando a los rojiblancos en más de una y de dos ocasiones, y logrando dejar la puerta a cero ante un Numancia que lo puso a prueba de todas las formas posibles. De momento, el de Cambre se ha ganado seguir ocupando la portería lucense.

Rennella vuelve a ser decisivo

Rennella ya está al cien por cien, y esa sola noticia ya vale casi tanto como los tres puntos para los aficionados rojiblancos. El francoitaliano fue el hombre del partido, tanto en la acción del no-penalti como en el postrero gol que daba la victoria al CD Lugo tras siete jornadas de penalidades. Aprovechó el buen centro de Iago Díaz para estar donde aparecen los killers y empujar el balón a gol y los tres puntos al casillero de los del Miño. Enzo no seguirá en el Lugo la temporada que viene, su clase y su calidad buscarán destinos más elevados y a buen seguro que los merece, pero de momento, ya recuperado, tiene toda la segunda vuelta por delante para hacer historia con el CD Lugo. Cualidades no le faltan.

La decisión arbitral en el área lucense marcó el partido

Y Rennella fue, al alimón con el colegiado Figueroa Vázquez, protagonista de la acción más polémica y a la vez más estrambótica del partido. Tras un barullo en área lucense, el disparo de Gaffoor impacta en Rennella y el árbitro no duda en su decisión: penalti por mano y expulsión de Rennella. A partir de ahí se vio algo que pocas veces se ha visto en un campo de fútbol: ante la insistencia de los rojiblancos, el colegiado accede a consultar al asistente que cubría el ataque numantino, que ya se encontraba situado en la posición de vigilancia de lanzamiento de pena máxima y, ante la sorpresa general, también con el asistente de la banda contraria, que se encontraba a la altura de la divisoria de los dos campos, a unos 50 metros de distancia, y fue precisamente ese quien le convenció de que no era penalti. No tenemos datos acerca de la agudeza visual del juez de línea, pero lo cierto es que después de observar la jugada una y mil veces, no sabría indicar si es mano o pecho. Sea como fuere, la decisión del árbitro de no pitar penalti y, por consiguiente, expulsar a Rennella, marcó, para bien, la suerte rojiblanca en este partido.

Dijo Setién en rueda de prensa que había sido el peor partido de la temporada, y no le faltó razón. El Lugo fue casi todo el partido a remolque del Numancia, sin controlar el partido, sin apenas ocasiones y flojo en el mediocampo. Y sin embargo, fue el día en el que se rompió el gafe y la mala racha. El fútbol, mil veces injusto, quiso devolverle al Lugo frente al Numancia todos los agravios de otras jornadas, todos los partidos de dominio estéril y de errores arbitrales en contra, de penaltis no pitados y de goles a balón parado se vieron contrapesados con la victoria en Numancia. Al fútbol se juega y se gana de mil formas, pero en todas interviene, de una u otra forma, la suerte, y esta vez, por fin, le sonrió al Lugo. Que siga contra el Barça B.