Partido raro el disputado esta tarde en el Ángel Carro. El Real Madrid Castilla fue mucho mejor que el Lugo durante la primera mitad, pero, al descanso, se fue con una derrota. En cambio, en la mayoría de los tramos de la segunda parte, los de Quique Setién fueron superiores y, pese a ello, se quedan con la sensación de haber perdido dos puntos.

En definitiva, un punto para cada uno, quizás, no del todo bueno para ninguno, pero, seguramente, algo mejor para el Lugo. Los gallegos mantienen cinco tranquilizadores puntos de margen respecto a la zona de descenso, mientras que pueden seguir soñando con un playoff de ascenso del que distan tan solo tres puntos. Por su parte, los pupilos de José Manuel Díaz, pese a la clara mejoría experimentada desde que este sustituyó a Toril, siguen en la zona peligrosa de la tabla y solo un punto los separa del descenso.

Los blancos llegaron a la ciudad amurallada convencidos de la necesidad de sumar los tres puntos. Tanto lo estaban que su superioridad y hambre durante la primera parte está fuera de toda duda. Liderados por un Burgui superlativo, ante el que poco pudo hacerDe Coz, pareja de baile más habitual en el partido de hoy, los merengues exigieron la mejor versión de José Juan, así como de los dos centrales, especialmente de un David Prieto que brilló con luz propia en su puesta de largo ante el respetable del vetusto templo del fútbol lucense. El defensor andaluz entró en el once por sorpresa, tras un percance en el tobillo sufrido, durante el calentamiento, por Lolo Pavón, en el que, en un principio, había confiado Setién.

Primer asalto de infructuoso dominio blanco

Poco tardó el Castilla en demostrar que quería los tres puntos. El Lugo no encontraba el balón y la velocidad del filial, especialmente en las bandas, hacía mucho daño al conjunto gallego. Con solo cinco minutos disputados, los madridistas ya habían avisado, en una gran jugada de Noblejas, que encontró un pasillo inesperado en el carril central y, en conducción, se coló hasta la cocina. La presión de Fernando Soane hizo que Noblejas acabase disparando muy forzado y José Juan pudiese despejar el balón con un pie milagroso. A punto estuvo la jugada de causar un daño aún mayor, el mediocentro santiagués, en su afán por evitar un remate cómodo, acabó golpeándose con José Juan y tuvo que ser atendido. Por suerte para los locales, Seone pudo continuar sin mayores dificultades.

El aviso blanco obtuvo una respuesta inmediata. En una buena combinación del ataque lucense, el balón llegó a Álvaro Peña, en el perfil izquierdo. El jugador cedido por el Athletic se acomodó el balón y, con la pierna derecha, buscó el palo largo de la portería defendida por Pacheco. El disparo se quedó a centímetros de inaugurar el luminoso, pero no fue más que un espejismo en relación a lo visto durante el primer acto del partido.

El equipo de la capital de España no se amilanó por la ocasión rojiblanca y siguió a lo suyo. Dominar y hacer ocasiones ante un Lugo bastante perdido. Emergía la figura deBurgui, que,  primero dejó atrás a dos rivales con un espectacular control orientado pero no fue capaz de ajustar su disparo, demasiado alto; luego, se quedaba en uno contra uno frente a José Juan, pero el colegiado acertaba a señalar una falta del canterano merengue en el forcejeo con David de Coz.

La opción más clara sería para Aguza, que, tras una gran pared con José Rodríguez, se encontró en el uno para uno con un pie magistral de José Juan. El arquero vigués salvaba por segunda vez a los suyos, aunque muy cerca estuvo, poco después, de estropearlo. Un despeje del cancerbero rebotaba en Lucas Vázquez y se escapaba por línea de fondo, lamiendo la cepa del poste. Tras dos paradas antológicas, José Juan se había ganado el derecho a dar un susto a la grada, aunque seguro que más de uno no pensó así.

Corría el minuto treinta y el gol parecía cuestión de tiempo. Más ante un Lugo víctima de sus miedos, tras tres jornadas sin conocer la victoria ni encontrar su mejor cara. Y el gol llegaría, pero no para el bando esperado. Un córner botado por Álvaro Peña, muy bombeado y cerrado, con, aparentemente, ventaja para un Pachecho que dudó y acabó quedándose bajo palos, fue rematado de cabeza por Iván Pérez en el área pequeña. Gol. El Lugo, sin merecerlo, volvía a adelantarse en el Ángel Carro.

El gol sirvió para que los visitantes redujesen alguna marcha, desconcertados por la falta de acierto que estaban mostrando en su visita a Lugo. El Castilla se mostraba más impreciso e inseguro, pero seguía dominando. Las pocas ocasiones que llegaron en lo que quedaba de primera parte fueron blancas, pero no demasiado claras. La más destacable, ya en el descuento, acabó con un pase de la muerte de Burgui que no encontró rematador gracias a la rápida intervención de un atento Víctor Marco.

A los vestuarios con sensaciones contrapuestas. El equipo de Setién tenía en sus manos un botín inmerecido, pero sabían que tendrían que mejorar para conservarlo. En cambio, los de josé Manuel Díaz no entendían qué más debían hacer para llevarse algo positivo de tierras gallegas.

Segunda mitad de infructuoso dominio lucense

Quizás por ese desconcierto blanco, las cosas cambiaron completamente a la vuelta de los vestuarios. Álvaro Peña remataba mal un rechace después de una jugada en la que Víctor Marco se disfrazó de Beckembauer para, con un par de paredes, llegar al área contraria. Poco después, el propio Peña ganaba un balón dividido en la banda y dejaba atrás a dos rivales para poner un pase al área que era medio gol de no ser por la transcendental aparición de Derik. Habían transcurrido poco más de diez minutos, pero, ahora, el dominio rojiblanco era manifiesto.

Pero tanto cambiaron las tornas que lo acontecido en la primera mitad se repitió, a la inversa. Si el Lugo había abierto el marcador cuando más lo merecía el Castilla, los madridistas empataron cuando el Lugo, por fin, había cogido las riendas. Una triangulación perfecta entre Aguza, José Rodríguez y Raúl de Tomás acabó en gol de este último, que solo tuvo que empujar el balón, con José Juan ya batido.

Ya con empate, el partido siguió siendo del Lugo. Con el paso de los minutos, Álvaro Peña e Iván Pérez fueron haciéndose dueños del partido. De sus pies salieron las grandes oportunidades de los locales, mientras que el filial blanco solo llegaba con disparos lejanos, gracias a pérdidas de balón en la transición defensa ataque de los jugadores de Setién.

Superada la hora de partido, la conexión Iván – Peña se quedó a nada de liarla. Una jugada en banda derecha entre De Coz e Iván Pérez acabó en un balón perfecto al segundo palo, al que llegaba, en posición franca, Álvaro Peña, pero Quini estuvo brillante para anticiparse al mediapunta vasco.

Dos penaltis dudosos, con distinta suerte, pudieron decidir

El Lugo se parecía, cada vez más, a ese equipo que, a principio de temporada, encandiló a todos los amantes de la Liga Adelante. Pero los aficionados rojiblancos seguían esperando la aparición de su jugador más determinante:Vincenzo Rennella. El franco-italiano estuvo ausente durante los noventa minutos de partido, pero bastaron apenas diez segundos para que pudiese resolver el partido. El delantero del equipo lucense hizo bueno un centro de De Coz que no lo era tanto, al ganar la posición a Derik Osede. Un ligero agarrón del internacional español sub-21 fue interpretado por Medié Jiménez como penalti. Era el turno del capitán.

Manu, el encargado habitual de transformar las penas máximas favorables al Club Deportivo Lugo, aceptó la responsabilidad que le correspondía. Sin embargo, su lanzamiento se marchó muy arriba, desviado.

Manu falló un penalti y, apenas dos minutos después, los merengues pidieron uno posible sobre Burgui

Apenas dos minutos después, en el 86, la balanza pudo cambiar completamente. Burgui ganó una vez más la espalda de De Coz y este no tuvo otra opción que ir al suelo para evitar el remate del mediapunta extremeño. El lateral derecho no tocó balón, quizás sí al canterano del Real Madrid. El colegiado, esta vez, interpretó que nada era susceptible de ser pitado. Ahí pudo estar el partido.

Después de un susto para cada conjunto, ambos entendieron que, quizás, era momento de dar el punto por bueno. Apenas un disparo raso, ligeramente desviado, de Pablo Sánchez y otro, fácil para José Juan, de Medrán, pudieron mover el resultado final.

En definitiva, una parte para cada equipo, un gol para cada equipo y un punto, justo, para cada equipo.