Solo uno puede vencer. Con este sentimiento de cabecera, más propio del mundo cinematográfico, se dibujaron los primeros trazos del derbi dos Ancares. Un partido concebido en circunstancias atípicas, donde el Lugo llegaba como el pez grande y la Ponferradina como una especie obligada a nadar contracorriente.

Los nervios invadieron desde el pitido inicial al conjunto berciano. La pelota rodó sobre sus planteamientos más de una vez y todo acabó por tornarse en su contra. No se están viviendo buenos tiempos los del Toralín y eso se notó. Los de Barragán nunca estuvieron seguros de sus posibilidades, por lo que el 3 – 0 final fue el resultado de la inoperancia en todos los frentes.

Con todo, la Deportiva tiró de arrojo en los primeros lances del encuentro. Meneó el cuero intentando descentrar a un Lugo que tampoco ofreció su mejor versión. Las ocasiones brillaron por su ausencia en un primer tiempo que se rompió en un lance de azar. A la media hora, Sergio Rodríguez sonrojó a los bercianos –de verde en esta ocasión– al aprovecharse de un mal rechace de Dinu.

Tres goles anómalos

Este 1 – 0 anómalo invocó la primera tormenta para los visitantes. La reacción a la carambola por parte de los ponferradinas nunca estuvo cerca de ser una remontada. Sin su hombre gol arriba, Yuri, la Deportiva creó peligro a cuentagotas. Con el resultado a su favor, el Lugo se dedicó a gestionar esta ventaja prestada. No ocultó sus intenciones de ampliar distancias, pero tampoco profundizó en esta idea hasta bien entrada la segunda parte.

Berrocal asumió como pudo la tarea que le había sido encomendada. En sus botas estuvo el tanto del empate visitante cuando la primera mitad no había muerto. José Juan no dio pié a dobles lecturas ni rechaces y alejó el peligro con solvencia. Con esta ventaja mínima se llegó al descanso. Quince minutos en los que ambos equipos intentaron refinar sus planteamientos.

Fruto de este departir, la Ponferradina decidió meter una marcha más. Los tres puntos en juego eran aliciente suficiente como para aumentar la intensidad. El Lugo se dejó hacer, y esta desidia pudo costarle cara. Mas la chispa blanquiazul estuvo extinta. Tan solo un solitario disparo de Jonathan Ruiz y algún intento de progresión por banda rompieron el juego en la zona ancha.

Otro error condujo al 2 – 0, y ahí sí, el partido pasó a mejor vida. Iago Díaz anotó el segundo de los lucenses en el 68’, luego de aprovecharse de la falta de entendimiento entre Dinu y su defensa. El canterano rojiblanco viene demostrando en los últimos tiempos una excelsa capacidad para estar en el lugar adecuado con la actitud correcta.

Sentidos contrapuestos

La inseguridad en los costados acabó por transmitirse a toda la vanguardia ponferradina. Este dolor ascendente se llevó por delante todas las esperanzas de puntuar. El tanto de Rennella en el 88’ de partido fue el punto y final a una novela negra que la afición berciana intentará olvidar cuanto antes. Los lucenses no pudieron contener su regocijo. Los tres puntos obtenidos suponen el salto definitivo hacia la permanencia. Un impulso con el que dejan atrás a equipos como la Deportiva, con el pescado todavía por vender.

La próxima semana el Lugo tendrá una nueva oportunidad para hacerse grande. Visita al Sporting de Gijón, al que divisa a pocos metros. Un golpe de efecto en el Molinón sería considerada como el verbo ejecutor de cuotas mayores. Por su parte, la Ponferradina volverá a tierras gallegas para medirse al Deportivo. Un partido tremendamente complicado del que esperan sacar puntos y moral para afrontar la última parte del campeonato.