El relato de la temporada del CD Lugo, más allá de sus altibajos, se podría resumir en esa especie de letanía que Simeone ha popularizado en el Atlético de Madrid: partido a partido. Partiendo de esa premisa y de la claridad en el objetivo único del equipo, que no era otro que lograr la permanencia por segundo año consecutivo y asegurar su participación en la temporada 2014-15 de la Liga Adelante, los chicos de Setién han ido completando un campeonato que en todo momento se ha caracterizado por la serenidad, aún en los peores momentos, como aquella racha de siete partidos sin ganar. Los rojiblancos han estado cerca de los puestos de abajo en algún momento, pero también han disfrutado de la sensación de codearse con los gallitos de la categoría, en promoción de ascenso e incluso un efímero paso por el segundo puesto que quedara para la historia del club. Pues bien, ahora que la distancia con el descenso de categoría se ha visto incrementada a nueve puntos, es cuando el Lugo puede comenzar a relajarse de verdad, disfrutar de los partidos que restan y quién sabe si, con una pizca de suerte, soñar con algo más.

Porque frente a la Ponferradina, que demostró que no es ni la sombra de lo que fue el pasado año, el Lugo tuvo la jornada perfecta, el fin de semana imaginado por el más acérrimo de los siareiros locales: victoria plácida, goleada al vecino, derrota de los de abajo para alejar aún más el peligro y, por si todo esto no fuese suficiente, derrotas también en la parte alta de la tabla que le permiten seguir teniendo la promoción de ascenso a tiro de tres dos puntos. No faltó el gol del ídolo Rennella, ni del canterano Iago Díaz. Se estrenó marcando Sergio Rodríguez y hasta Setién rehabilitó a Ernesto para la causa, que le devolvió la atención con una estratosférica asistencia desde el centro del campo, pegado a la izquierda, para el tercer gol local, que la clase, aunque solo se le den siete minutos, siempre sale a relucir. Sábado perfecto.

Buen partido de Seoane y Pita. Sergio Rodríguez, el más vertical

Lo cierto es que, en lo que se refiere al partido del Lugo, sería justo señalar que venció a la Ponferradina por pura inercia y que, como bien indicó Quique Setién en la rueda de prensa posterior, posiblemente no fue el mejor partido de los rojiblancos, pero tampoco el peor. Para conseguir los tres puntos, a los lucenses les bastó orden en el centro del campo, circulación de balón y juego profundo, que la defensa de los bercianos, temblorosa, fue incapaz de contener y acabó poniendo alfombra roja para los goles locales. En todo esto tuvo mucho que ver Seoane, que volvió a la titularidad para impartir otro master de colocación, presión y recuperación. A su lado, Pita fue aliviando la presión inicial de los de Ponferrada con cambios de orientación que hacían estériles los intentos de recuperación blanquiazul. Si a esto añadimos la presencia de Sergio Rodríguez, que casa a la perfección con el estilo del Lugo precisamente porque ofrece algo diferente, verticalidad y la mirada siempre en la portería rival, tenemos el resultado final: control total del partido y victoria.

Habrá quien oponga que los dos primeros goles del Lugo vienen a consecuencia de errores terribles del portero de la Ponferradina, el rumano Moldovan, que eligió mal día para vestir de amarillo, y de una defensa pasiva que apenas opuso resistencia, pero lo cierto es que la sensación que dejó el choque es que el Lugo acabaría marcando, de una u otra manera. En la otra portería, pocos partidos se recuerdan más plácidos para José Juan, al que apenas tiraron entre los tres palos.

Ernesto demostró su clase en la asistencia del tercer gol, un desplazamiento de 50 metros

Además de los antes señalados, cabe destacar a los protagonistas del tercer gol rojiblanco. Rennella, como ejecutor, mostró todo su repertorio de habilidades: olfato para leer el envío, desmarque para llegar a la pelota, velocidad para ganar la carrera y la posición al defensa y calidad a raudales para, sin controlar la pelota, superar a Moldovan a un solo toque. Pero además, Rennella estuvo muy participativo durante todo el partido, ejerciendo como hombre boya del equipo, bajando, controlando y distribuyendo todos los balones que le llegaban de espaldas a portería. El francoitaliano es un jugador al que, cuando está enchufado, la Liga Adelante se le queda pequeña. El Lugo lo echará de menos la próxima temporada.

El otro protagonista en ese tercer gol fue Ernesto. Al zurdo madrileño apenas se le ha visto esta temporada. Entre lesiones, suplencias y no convocatorias, Setién ha ido prescindiendo de su clase en favor de compañeros más sacrificados, con más físico o más aguante de los que corren lo mismo para atrás que para adelante, y nada se puede oponer a ello, pero la asistencia a Rennella en el tercer gol, ese pase de 50 metros, el hecho de que sea la tercera asistencia en Liga de un jugador que apenas ha disfrutado de minutos y que apenas cuenta debería hacer reflexionar a todos acerca de si se ha desperdiciado un talento tan fuera de dudas y que podría aportar tanto al equipo. Setién es dueño de sus decisiones y al equipo nunca le ha ido mal seguir sus directrices, pero es lícito dudar de la gestión de Ernesto como activo del club. Aún queda Liga y minutos que repartir, y sería razonable que Ernesto entrase más a menudo en el reparto. El hecho de que en el gol de Rennella más de la mitad del equipo acudiese a felicitar al pasador en lugar de al rematador lo deja claro.

El próximo sábado el equipo se desplazará a Gijón y, al siguiente, recibirá en el Ángel Carro al Deportivo de La Coruña. De los resultados que se den en estas dos jornadas dependerá que en la ciudad amurallada se pueda soñar o no. De momento, solo queda certificar el objetivo y disfrutar del camino que falta por recorrer.