El Mirandés se reencontró con su peor versión en el Heliodoro Rodríguez López, la de un equipo ineficaz en ataque y blando en defensa, una cara que mostró en una fase bastante prolongada al comienzo de la segunda vuelta de la temporada anterior. A pesar de que se crearon algunas ocasiones de gol, los rojillos adolecieron de una falta de contundencia en área propia y rival que les terminó penalizando en exceso. El 3-0 final supone un castigo demasiado severo para lo visto en el césped, pero demuestra que en esta Liga tan fuerte si te descuidas cualquier equipo te puede hacer un roto.

En clave externa volvió a sorprender la suplencia de Fran Carnicer. Resulta intrigante ver que el centrocampista andaluz, llamado a ser el principal jugador del equipo por su capacidad técnica, derroche en el esfuerzo y conexión con la grada, ocupa ahora un rol secundario. Obviamente el técnico es siempre quien maneja la información más completa para ejercer su trabajo y tomar las decisiones oportunas, pero este es un asunto que preocupa en una afición rojilla que ya mostró a Terrazas su discrepancia el curso pasado ante los recurrentes cambios del medio en las segundas partes aún siendo en muchas ocasiones el hombre más destacado.

En clave táctica, el Mirandés mantuvo su esquema de 1-3-1-3-3 pero esta vez con Lago Júnior ocupando la posición de extremo derecho y Abdón Prats en la punta del ataque.

El partido comenzó con imprecisiones por parte de ambos equipos y mucho desplazamiento en largo, pero por motivos bien diferentes. El Mirandés recurría a ello por la presión adelantada que ejercía el Tenerife, dificultando la salida de balón y la construcción combinativa. Mientras, el equipo local jugaba en largo porque precisamente ese era su planteamiento: robo y diagonal larga buscando crear situaciones de superioridad por banda. Al igual que en el partido en Anduva ante el Lugo, Galán (titular por la sanción de Gaffoor) sufrió mucho en el lado derecho de la defensa ante un incisivo Pedro Martín. El Tenerife pudo hacer el 1-0 tras una gran ocasión de Cristian que desbarató Raúl con una gran intervención, pero un minuto después fue Lago Júnior quien estuvo a punto de calcar el gol que hizo ante el Albacete en Anduva. Esta vez su tiro cruzado salió rozando el poste de un Dani Hernández que fue clave en el encuentro.

Tras unos buenos minutos en los que el Mirandés parecía imponer su juego, sobre todo por banda derecha con Carlos Moreno y Lago Júnior, llegó el gol del Tenerife. En el minuto 38 Suso Santana provocó un dos contra uno por la parte derecha del ataque y su centro medido lo aprovechó Lozano para marcar con un remate raso y duro.

Tras el descanso, el partido tomó un rumbo incierto. En un principio, el Mirandés no se encontraba nada cómodo, sin llegada y perdiendo muchos balones. La entrada de Eguaras y Ion Vélez tardó en hacer efecto, pero es cierto que los rojillos merecieron marcar el empate. Hasta 3 ocasiones generó el Mirandés en menos de 4 minutos en botas de Salinas, Galán y Ion Vélez. Pero en esta Liga Adelante quien perdona lo acaba pagando y el Tenerife no desaprovechó sus opciones a la hora de matar el partido. Aitor Sanz aprovechaba un despeje muy forzado de Raúl para hacer el segundo tanto y minutos después Lozano ganaba la partida dentro del área a Galán y Ortiz para certificar el 3-0 final.

Una dura derrota en un campo nada propicio para el Mirandés, pero que puede y debe servir para realizar un análisis sereno y constructivo que derive en conclusiones útiles. Terrazas debería plantearse la posibilidad de dotar a su equipo de una versatilidad táctica suficiente para no quedarse solamente con un plan. Posiblemente jugar un 1-4-4-2 pueda ser más eficaz ante equipos con un mayor potencial ofensivo o una manera más natural de protegerse ante algunas bajas que puedan producirse durante el año. Eso no supondría renunciar a la idea, pero ofrecería más alternativas. Es innegable que el Mirandés llega bastante más a portería que la temporada anterior y que ésta es una propuesta de juego más atractiva, pero lo importante al final son los puntos que el equipo sea capaz de sumar. Una derrota no debe alterar el orden establecido, ni mucho menos, pero ha de servir para mejorar.