Lógico y normal. En el minuto 93, cuando Piñeiro Crespo decretó el final del encuentro y el electrónico reflejaba el 2 a 1, los que presenciaron el Betis-Girona podían pensar que era un resultado justo, acorde a lo que se vio en el terreno de juego. Perder el Benito Villamarín no es ninguna vergüenza, y lo es menos tras haber aguantado a un equipo como el de Pepe Mel durante una hora. Justo cuando Jorge Molina recogió un balón de Rubén Castro, recortó a Lejeune en el área y soltó un remate imposible de atrapar por Becerra.

Tras el gol, todo iba cuesta abajo para los verdiblancos, aunque acabaron pidiendo la hora tras el golazo de Granell. Lo que son las cosas: si Ceballos no hubiera marcado antes, quizás el lanzamiento de falta directa del propio Granell hubiera podido rescatar un punto para los rojiblancos. Pero esto sería inventar la historia. La realidad, que el Betis rompió una racha de tres encuentros consecutivos empatando y el Girona perdió tras ocho jornadas sin hacerlo, y sigue sin vencer a uno de los grandes -la racha es de dos puntos (ambos frente al Sporting) de 21 posibles, con sendas derrotas contra el Betis, además de las cosechadas en la primera vuelta ante Valladolid, Las Palmas y Zaragoza

El ambiente estaba enrarecido por las tres jornadas que el candidato con mayúsculas a subir a Primera llevaba sin ganar, y por la implicación de Jordi Figueras en los amaños en varios partidos del primer escalón del fútbol español la temporada pasada. 30.000 almas se citaron ayer en el Villamarín y acabaron nerviosos con el gol de Granell que puso algo de picante a un partido que no tuvo la mordiente propia de estos partidos. Quien no pudo acabar de presenciar el encuentro fue un aficionado del Girona, que exhibió una camiseta con el 21 de Fran Sandaza a la espalda, y fue detenido por la Policía. El espectador denunció que los agentes le habían detenido por "estar animando a su equipo" y que "le maltrataron físicamente".

Aguantando el tipo

Machín introdujo a Cristian Gómez en el centro del campo -la opción más defensiva era la de Pablo Íñiguez- y a Aday en la banda. Toda una declaración de intenciones de que le quería disputar la posesión al cuadro bético. Como no podía ser de otra forma, los de Mel salieron con el acelerador pisado hasta el fondo, aunque la primera oportunidad llegó en el minuto 10, por mediación de Jorge Molina -en claro fuera de juego-, que en el uno contra uno con Becerra no supo definir. El Girona replicó pronto, con una rosca colocada de Sandaza que Adán repelió con una buena estirada (13').

Y ahí se acabó el ataque gerundense. Más centrado en defender que atacar -arriba Felipe y Sandaza nunca tuvieron opciones de ver portería-, el Girona fue reculando poco a poco, también por la presión de los locales. Varela puso a prueba a Becerra con un disparo alto que el cancerbero atajó en dos tiempos (25'), mientras que el propio portero desvió un chut de Molinero que previamente había tocado Aday (29'). Dos tarjetas en tres minutos para Lejeune y Pere Pons minvaron algo más la capacidad de presión de los catalanes, que vieron cómo Rubén Castro, tras un pase de Portillo, cruzaría demasiado ante Becerra (38').

Llegan los goles

Lo mejor de llegar al descanso era, sin duda, el 0-0 inicial. El Girona había contenido bien los ataques verdiblancos, cosa que sería fundamental también en el inicio de la segunda parte, cuando se esperaba que los de Mel dieran otro paso adelante. Mata ingresó en el intermedio por un lesionado Felipe y el Girona dio pequeñas muestras de mejoría, al menos en los primeros cinco minutos. Rápidamente apretó el Betis, consciente que no podían pasar muchos minutos porque los nervios se apoderarían de la grada y de los jugadores. Ramalho taponó in extremis un disparo a bocajarro de Rubén Castro (54'), y Lejeune evitó el gol del canario casi bajo palos un minuto después.

El asedio continuó y Jorge Molina aprovechó un pase de Castro para recortar a Lejeune en el área y batir por bajo a Becerra (1-0, min. 60). El tanto tranquilizó a la parroquia sevillana, que veía cómo su equipo se llevaba el gato al agua. Machín movió ficha de inmediato y dio entrada a Coris, que ejerció por el carril izquierdo, por un enojado Cristian Gómez, a quien no le salieron las cosas. Aday adelantó su posición hasta la media punta. Una sucesión de tarjetas para tres jugadores locales y algún balón colgado al área fue una tímida luz de esperanza para los gerundenses, que verían cómo Rubén Castro fallaría ante Becerra tras cruzar en exceso el balón (76').

A la desesperada lo intentó el Girona con la entrada de Christian Alfonso por Pere Pons. Era el momento de buscar el empate, en la jugada que fuera, pero quien encontró el tanto fue el conjunto verdiblanco. El error de Richy en la entrega lo recogió Jorge Molina, que mandó el balón al poste, pero el rechace de éste lo remató muy atento Ceballos, haciendo inútil la estirada de Becerra (2-0, min. 86). El partido estaba visto para sentencia, aunque el Girona, que nunca se rinde ni cuando el final ha sido escrito, recortó distancias mediante un golazo de falta directa de Granell (2-1, min. 89). El tiempo añadido lo gestionaron bien los de Mel, que impidieron cualquier atisbo de ocasión visitante.

Así las cosas, el Betis sube hasta la segunda posición, a expensas de los resultados de Valladolid y Sporting. Por su parte, el Girona se ve perjudicado por este resultado y baja hasta la quinta plaza. La próxima semana, los béticos visitarán Miranda de Ebro mientras que los catalanes recibirán al Numancia.