El sueño sigue intacto. Con esta plantilla, sí. Con este cuerpo técnico, sí. Con esta afición, por fin, también. La comunión entre jugadores y espectadores fue ayer innegable. Como el esfuerzo de los catorce jugadores que derrotaron y aniquilaron a Osasuna. Quien lo ha visto y quien lo ve, al conjunto navarro. Mucho tienen que cambiar las cosas en Pamplona si se quiere salvar la temporada con una permanencia que cada vez es más difícil.

Los de José Manuel Mateo no duraron ni diez minutos en las manos de este Girona, que llega al tramo decisivo de la temporada con una energía sorprendente, los que tardó Jaime Mata para batir a Riesgo. Antes, el propio delantero madrileño y Richy habían tenido la oportunidad para adelantarse en el marcador. Esta misma oportunidad que no tuvo Osasuna hasta el minuto 25, en la única intervención de mérito de Becerra que se recuerda en el partido. 

Arranque fulminante

Lejos de ser un partido plácido por lo que podría reflejar el marcador, el choque entre catalanes y navarros tuvo la intensidad que se podría esperar de un equipo que luchó catorce temporadas en Primera División e hizo pasar tardes muy aciagas a los más grandes, especialmente en el Sadar. Pero sólo con lucha no se pueden ganar partidos. Hace falta más pólvora arriba, una defensa más sólida y sobre todo hacer un partido -casi- perfecto. El que hizo el conjunto gerundense, que se merendó a los rojillos en la presión, en la organización y en las dos áreas.

Jaime Mata inauguró el marcador con un tanto de 'killer' en el minuto 9 a pase de Granell (1-0, min. 9), pero ya antes había tenido dos oportunidades clarísimas para batir a Riesgo. En la tercera no perdonó e hizo subir el primero al electrónico. El Girona estuvo eléctrico, presionaba y hacía sufrir a un Osasuna que merodeaba por el campo. Sólo con el paso de los minutos, el cuadro de Mateo se fue sacudiendo la presión de encima y empezó a poner las dudas en la parroquia gerundense. Un cabezazo impecable de Nino (25') lo despejó Becerra con una parada que recordó las que permitieron sumar un punto en el partido de la primera vuelta.

La incertidumbre

El conjunto visitante, sin tener ocasiones clarísimas, empezó a jugar, y la presencia de Loé y Nekounam en el centro del campo, con Sisi y Nino arriba, empezaba a notarse. Un disparo de Eloi en el minuto 32 fue la única ocasión local antes del descanso, que los de Machín agradecieron, tras ver cómo podían haber arrollado a un rival que, al término de los primeros cuarenta y cinco minutos, sólo perdía por un tanto.

La reanudación sirvió para confirmar lo que se veía al final de la primera mitad. El Osasuna remó todo lo que le había venido a contracorriente y rondó la portería de Becerra, aunque la única ocasión que tuvo fue un disparo de Sisi que se marchó desviado (57'). Una acción que vino justo antes del segundo gol  del Girona. Un pase preciso de Cifuentes permitió que Mata se plantara solo ante Riesgo, al que con una preciosa vaselina superó para colocar el segundo en el electrónico (2-0, min. 59).

La capitulación navarra

El gol sentó como un jarro de agua fría a los rojillos, que cuando mejor estaban encajaron este duro golpe. El tanto de Mata no hizo sino acrecentar las dudas de Osasuna y el cuadro de Montilivi aprovechó la situación para rematar el encuentro. Aday (71') puso a prueba los reflejos de Riesgo con un disparo colocado que mandó a córner. Nada pudo hacer, sin embargo, para evitar el tercero de los locales, obra de Lejeune tras un rechace en el área pequeña (3-0, min. 72).

El partido no tuvo más historia. O quizás sí, ya que los más de 8.000 espectadores que se citaron en Montilivi -récord de la temporada- acabaron haciendo la ola, signo inequívoco de que el equipo está en un gran momento de forma y que se huele un ambiente fresco y de, al menos, hacer la promoción, asegurada. Ni un cabezazo al palo de Nino en las postrimerías del encuentro hizo temblar una victoria y una placentera situación en Girona que habrá que ver cómo acaba. Seis son los partidos que faltan y tres puntos más para cumplir el sueño.