Una de las claves de la temporada que ha culminado el Girona pasa por el gran rendimiento de los defensas. El esquema de tres centrales ideado por Machín ha dado grandes frutos. Aquí sobresale un nombre por encima de todos: el de Florian Lejeune. El francés ha completado una campaña espectacular a nivel individual, dada su sobriedad en tareas defensivas como su elegancia con el balón en los pies.

Tras su paso por modestos equipos de la Segunda División francesa, el jugador del Villarreal recaló en el Girona el verano pasado, con contrato para dos años. El día de su presentación dijo sin tapujos que su objetivo era subir a Primera. Viendo la anterior temporada del Girona, cualquiera hubiera pensado que lo expresado por Lejeune era una barbaridad, pero nada más lejos de la realidad: el objetivo ha estado a punto de ser cumplido.

Además de su innegable calidad técnica, el galo también ha destacado en las acciones de estrategia. Un total de cuatro goles -tres de ellos mediante cabezazos desde el saque de esquina- han completado una temporada en la que el gigante parisino (1,90m) ha sobrepasado los 3.500 minutos, con 40 partidos jugados. Destaca también por su compromiso, dado que se fracturó el cúbito en el partido frente al Zaragoza y volvió a jugar siete días más tarde, contra el Llagostera.

A pesar de seguir vinculado a la entidad gerundense hasta 2016, según su contrato, lo cierto es que su gran rendimiento y su baja cláusula (300.000 euros) ha despertado el interés de varios equipos de Primera y Segunda División, entre ellos el Eibar, quien ya había preguntado por la situación del jugador en el mercado invernal.

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