El equipo liderado por Machín se plantaba en Pamplona con una necesidad imperiosa de conseguir ganar de una vez por todas. Y es que los 'blanc-i-vermells' ya sumaban cinco jornadas seguidas sin conocer la victoria, con un triste bagaje de cuatro puntos conseguidos de los quince posibles. A sólo un punto por encima del descenso, el margen de maniobra cada vez era más limitado.

Caprichos del calendario, el Girona llegaba a esta situación límite en uno de los peores escenarios posibles, pues se enfrentaba a un histórico de primera, el Osasuna, que era líder de la liga y mantenía inexpugnable su feudo desde la temporada pasada.

El resurgir de los caidos

El Sadar se vestía de gala para vivenciar uno de los partidos de la jornada, pues el líder recibia a la sensación de la temporada pasada, el Girona,  hecho que aún le valía la condición de temido por muchos equipos, a pesar de la mala racha cosechada.

Para disputar el partido, Pablo Machín apostaba por un once casi calcado al de la jornada anterior, con el único cambio de Alcalá por Richy en el centro de la defensa. En el lado local, Enrique Martín, el técnico del Osasuna, daba la sorpresa con una alineación casi inédita con la entrada de Adrián Cruz y Javi Martínez, jugadores con poco protagonismo en las primeras diez jornadas. Piezas clave como Olavide, Berenguer o Pucko se quedaban en el banquillo a la espera de su momento.

El encuentro empezaba y rápidamente se pudo ver que ambos equipos querían ir a por el partido desde el pitido inicial. La intensidad impuesta por ambos equipos en los primeros minutos hacía presagiar que sería un partido vibrante y con muchas ocasiones. Y nada más lejos de la realidad, el Girona fue el primero en intentarlo, por partida doble. La primera ocasión clara fue para Felipe ​Sanchón, en el minuto 14, gracias a un buen chut con la derecha que provocaba la primera intervención de Nauzet. Cinco minutos más tarde la tuvo Kiko Olivas, pero su remate de cabeza salió cerca de la portería rojilla.​

A pesar de estas dos ocasiones visitantes, el Osasuna se mostraba bien posicionado en el campo, con una presión muy arriba que asfixiaba a los visitantes, provocando la pérdida de varios balones. Sin embargo, paradojas del fútbol, una pérdida de Adrián Cruz permitía la recuperación por parte de Rubén Alcaraz que, sin pensarselo, golpeaba el balón y éste dibujaba una parábola perfecta que imposibilitaba la estirada del cancerbero local. El Girona conseguía adelantarse en el marcador en el minuto 24, poniendo el partido donde ellos querían.

A pesar del duro golpe de ir por detrás en el marcador, el Osasuna seguía con su juego e intentó sorprender la portería de Becerra en varias ocasiones, pero todas ellas fueron desbaratadas por una impecable defensa visitante, que conseguía mantener el resultado hasta el descanso.

Acoso pero sin derribo

Los segundos cuarenta y cinco minutos empezaban igual que como habían terminado los primeros, con un Osasuna que gozaba de ocasiones pero que no conseguía materializar. La entrada de Olavide por Adrián Cruz ​(46')daba mucha más verticalidad a los locales, que dieron un paso más hacia adelante con la intención de conseguir el preciado gol del empate. Por el lado visitante, el Girona seguía a lo suyo, bien posicionado atrás y mostrando una solidez defensiva que hacia jornadas que no se veía. Machín también daba aire fresco al equipo y daba entrada a Aday, que sustituía a un correoso Clerc (54').

Los locales seguían generando ocasiones de peligro, sobre todo en balones de jugada parada y en contras por la banda derecha. Un remate lejano de Roberto Torres, en el 59', moría en las manos de un solvente Becerra. Pocos minutos después, el Osasuna lo volvía a intentar pero Javi Flaño no era capaz de rematar un saque de esquina botado en el área visitante.

Pasaban los minutos y, pese al acecho local, el 0-1 seguía sin moverse. El Girona seguía bien posicionado atrás, sin sufrir en exceso, e intentando recuperar el balón rápido para iniciar contragolpes que sorprendieran al equipo rojillo. Así llegamos hasta el ​90', cuando Granell ​perdonó el 0-2 en un gran contragolpe  desbaratado por la magnífica intervención de Nauzet.

Pese al acecho local, los de Machín conseguían vencer en El Sadar y sumar tres puntos importantísimos para las aspiraciones de los gerundenses. Gracias a esta victoria, el Girona se sitúa como el mejor visitante de la categoría, con tres victorias en su haber.