El Girona está en un momento de la temporada en que demostrar un gran estilo de juego y dominar el partido, pero no ganarlo, no le sirve absolutamente de nada. El cuadro de Montilivi, se presentó en el Santo Domingo con un carácter firme, fue capaz de reducir a casi la inexistencia, un rival que está plenamente consolidado entre los candidatos a subir este año a Primera División, pero volvió a ser víctima de ese fantasma que esta temporada ya ha aparecido demasiadas veces. Siendo tan o más competitivo que su adversario se fueron a casa de vacío por su alarmante falta de definición.  Para comparar, el Girona la temporada pasada ganó 1-2 en el Santo Domingo con un partido gris y sin demostrar demasiado, como el que vimos esta jornada.

Con muy poco el Alcorcón consiguió la victoria y sumar los tres puntos. Su puesta en escena ante el Girona, no fue la auténtica de un equipo que está rozando y ha conseguido estar en los puesto de ascenso directo a Primera. Además, tenemos que añadir a esta situación, que los madrileños hicieron el gol de la victoria en una polémica jugada en la que los defensas del Girona reclamaron manos de Chema Rodríguez. En un escenario tan turbio, la frustración de no poder reaccionar y conseguir lo deseado, aún se acentúa más.

El 1 a 0 en el marcador terminó siendo un castigo excesivo para un equipo que fue capaz de adormecer los madrileños en los primeros 30 minutos y que supo recomponerse hasta tal punto que pudo irse al descanso, como mínimo, con el partido de nuevo igualado. Las ocasiones para el conjunto visitante fueron varias, hasta pudo empatar el encuentro e incluso irse con el pitido de la media parte con una hipotética victoria. El Girona tendrá que ponerse en cuerpo y alma en ajustar sus errores de efectividad de una vez por todas, si no quiere seguir atormentado por el infierno del descenso. 

Una mano milagrosa

El Girona fue el auténtico protagonista del juego en los primeros 45 minutos y mantuvo lejos del área de Becerra a su rival, que está acostumbrado a llevar las riendas del partido en su propio estadio y generar siempre varias ocasiones de gol. Los madrileños, esta vez, corrieron más que nunca tras el balón, porque quien realmente –pese a no llegar a hacer daño– quien la tocaba más era el Girona. Dentro del área ya fue otra cosa, porque los blanc-i-vermells necesitan estar muy inspirados para hacer un gol. El ariete del cuadro gerundense, Jaime Mata, necesita marcar sí o sí, porque la sensación es que cada vez ve la portería más pequeña, y su frustración va en aumento. También faltó profundidad por las bandas y pases interiores más precisos, para poder conseguir ese premio que realmente merecían.

Machín había renovado la confianza en el once que derrotó al Valladolid –sólo el cambio obligado de Rubén Alcaraz por Eloi–, donde se mantuvo Mas en el puesto del galo Florian Lejeune. Defensivamente, el Girona mantuvo a raya a los locales, menos en la acción del gol, la única jugada en la que el Alcorcón fue capaz de hacer dos y hasta tres jugadas ataque con la defensa gerundense demasiado atrasada.

El 1-0 del descanso sería difícil de explicar si no fuera por las inercias en que están inmersos los dos equipos. Haciendo muy poco, los locales sacaron petróleo de unos 45 minutos de control casi absoluto de los gerundenses. El gol de Chema Rodríguez fue con la mano, pero los que lo tenían que ver estaban tapados, quien sabe si por algún jugador del Girona, para hacerlo un poco más inverosímil. Lo que quedó claro en definitiva, es que en el Santo Domingo casi todo el mundo habría firmado llegar con 0-0 al descanso y se encontraron con un 1-0 muy afortunado.

Un auténtico jarrón de agua fría

El Girona después del descanso, necesitaba dar un paso adelante. Las sensaciones demostradas en la primera mitad eran suficiente buenas para poder dar la vuelta al luminoso. Machín dejó que lo intentaran los once mismos que habían terminado la primera parte, pero el equipo siguió sin hacer ningún miedo al rival. Mantenía las riendas, pero también porque al Alcorcón se mantuvo detrás sin que nadie encontrara la clave del área de Dmitrovic. A parte de no saber hacer daño al rival en las diferentes jugadas, tampoco supieron explotar la estrategia, lo que después de veinte jornadas nos aparece el dato que el equipo catalán sólo ha hecho un gol en acciones de este tipo en toda lo que llevamos de campaña liguera.

La entrada de Borja y Javi Álamo, como revulsivos, fue el intento definitivo de darle la vuelta al partido. Pocos minutos más tarde Aday también entró en el terreno de juego para dar más verticalidad al juego de los de Montilivi.  Tres jugadores de refresco para revolucionar las jugadas de ataque y convertir el partido en una especie de ruleta.

El Girona se quedó con los tres centrales detrás y todo el resto de jugadores miraron hacia adelante. Aday y Clerc ya no bajaban. Alcaraz y Granell tenían la misión de hacer llegar los balones a los carriles o a Borja García para que éste las filtrara a Jairo o a Álamo, que terminó en punta. Pese a eso, el Alcorcón se mostró muy fuerte y sólido detrás, y las pocas veces que el Girona logró encontrar situaciones de remate, la puntería falló. El Alcorcón, por su parte, se sintió más fuerte y más inexpugnable cada minuto que pasaba. De hecho, en el tramo final de partido, tiempo añadido incluido, el Girona no supo aprovechar sus últimas fuerzas para poder atemorizar a su rival que se veía cada segundo más vencedor de ese encuentro.