Dicen los puristas del fútbol que el gol más bello es el marcado con el pie y de jugada, pero las acciones a balón parado son, seguramente, las que más se repiten durante los entrenamientos. Cuando en un partido hay goles que tienen su base en la estrategia, los entrenadores y los jugadores se sienten orgullosos del trabajo realizado durante la semana.

Hasta la fecha, el Girona había sufrido varios goles en jugadas a balón parado, especialmente en el primer tramo de la temporada, y en cambio no soplaba el viento a favor en este tipo de acciones. Contra la Ponferradina se cambió esta tendencia, y es que el doblete de Kiko Olivas llegó tras dos saques de esquina. "La cuestión es creer en ello. Es mucho trabajo durante la semana, y si marcas dos goles, el esfuerzo tiene su recompensa", apunta Aday.

También Pere Pons recordaba el esfuerzo que suponen estas jugadas: "Hemos trabajado mucho el balón parado. Kiko [Olivas] se lo merece". Además del reconocimiento que se llevó el jugador malagueño por su doblete, no está de más hacer referencia a su asistente, Àlex Granell. El mediocentro cuajó un gran partido y, además, puso los dos balones para que fueran cabeceados por Lejeune y Jairo, respectivamente, y con posterioridad Olivas los empujara hasta el fondo de las mallas.

"Es importante que creamos todos en este tipo de jugadas. Los ejecutores necesitamos que acaben en gol para seguir creyendo en ellas", decía Granell, que cree que si antes no tenían un resultado las acciones a balón parado era por la dinámica del equipo. "El balón ha entrado, algo que en otros partidos no pasaba; con el mismo rebote no había forma de hacer gol", resaltaba el gerundense.