Ha ocurrido toda la temporada. Cuando parece que el Girona puede dar un golpe sobre la mesa y afianzarse en una zona noble de la clasificación, se amedrenta y falla en un duelo clave. Tras entrar en 'playoff' el último fin de semana, esta tarde tenía la oportunidad de situarse muy cerca de lograrlo matemáticamente, siempre a expensas de lo que hicieran sus rivales directos. Y otra vez no aprovechó la ocasión de hacerlo. Empate en Pucela -primera vez que no pierde allí, eso sí- y paso atrás ante la posibilidad de jugar las eliminatorias de ascenso.

Y realmente no aprovechó la ocasión. Quizás los nervios, el cansancio de toda la temporada, un partido entre semana -única jornada de Segunda División que no se disputa durante el fin de semana-, las rotaciones, o el contagio de un Valladolid muy venido a menos, que no transmite sensación de peligro y que es indolente arriba. Precisamente esto también le sucedió a los de Machín. Bien, serios atrás, mediocres en la creación y totalmente desaparecidos arriba. Cierto es que si no les llegan balones a los delanteros, poco o nada pueden hacer.

Lesión de Lejeune

Seguramente la mayor preocupación para Machín no sea la del empate o las malas sensaciones transmitidas sobre el césped del Nuevo Zorrilla. Es muy probable que el míster esté dándole vueltas a la lesión de Lejeune. Un golpe sobre el central en el minuto 7 obligó al juez de la contienda a detener el juego. El francés era atendido e incluso volvía al campo, pero dos minutos después era sustituido por Richy. Lo que son las cosas. Hace dos meses, el técnico soriano tenía centrales para dar y regalar -seis zagueros para tres puestos- y a día de hoy se ve obligado a jugar con Alcalá, Kiko Olivas y Richy, defenestrado durante gran parte de la temporada.

Porque lo de Lejeune no tiene buena pinta. Ya mostró al aficionado el año pasado que podía recuperarse milagrosamente de una fractura en el cúbito, y por tanto no hay que descartar nada, pero las sensaciones del francés no eran buenas. Y ahora, paradójicamente es cuando se echa de menos a Marcelo, que se marchó a Murcia en busca de los minutos que no tuvo en Girona, o que Carles Mas no se hubiera lesionado de gravedad en la rodilla. Sea como fuere, Machín también tiene la alternativa de poner como central a Alcaraz o reconvertir a Maffeo. Otra opción es pasar a la defensa de cuatro, que ya se ha visto por Montilivi -y lejos de él- durante la temporada.

Del partido, poco o nada puede subrayarse. El Pucela ha jugado de forma aburrida durante toda la temporada y quiso impregnar al Girona de su poco vistoso juego. Balones largos, imprecisiones, y un sinfín de despropósitos colmaron la primera mitad. Por fortuna para los 6.730 aficionados que se citaron en el Nuevo Zorrilla, los locales inquietaron tímidamente a Becerra con varios saques de esquina consecutivos. Juanpe intentó cazar un balón y a punto estuvo de sorprender al guardameta barcelonés (39'). Replicó el Girona por medio de Mata, que cruzó un buen balón que obligó a Kepa a lucirse. Fue la mejor oportunidad del encuentro.

El Girona intenta tomar el control

Durante el descanso, Machín debió de dar órdenes a los suyos que dejaran de lado el fútbol directo y el balón largo y se pusieran a jugar el balón. Peloteros como Pere Pons, Alcaraz o Granell son capaces de esto y más. Y en la recámara esperaban piezas como Eloi o Borja García. De hecho, buena parte de la segunda mitad estuvo controlada por el Girona, pero sin la profundidad ni el último pase necesarios para, al menos, buscar la portería contraria. Estaba bien plantado el conjunto blanquivioleta, que no sufría ni hacía sufrir en demasía.

Empezó apretando un poco más el Valladolid y por medio de Tiba, con dos remates, buscó las cosquillas de un Isaac Becerra que va camino de ser un 'Zamora' con números de escándalo. Son 28 los tantos que ha encajado a lo largo de los 40 partidos de liga. Una brutalidad. Juan Villar tuvo la mejor ocasión de la segunda mitad tras una rápida transición que el onubense remató alto por muy poco (59'). 

Alberto López puso un poco de mordiente en el centro del campo con la entrada del canterano Jose Arnaiz. Por su frescura, su juventud y su condición de canterano, el talaverano cambió un poco la cara del partido y animó a buena parte del público pucelano, que coreó su nombre en un par de ocasiones. Por su parte, Machín daba entrada a Christian Herrera por un tocado Sobrino, para volver al juego directo y buscar la espalda de los defensas con la buena colocación del canario.

Juan Villar lo intentó de tacón (68'), y Becerra desbarató los intentos de Roger (81') y el propio Jose (85'), antes de un potente disparo de Maffeo (88') que repelió la zaga castellana. El partido murió sin grandes homenajes porque ni Valladolid ni Girona imprimieron más ritmo al partido. Al final, todo se quedó como había empezado. Habrá que ver cómo influye el punto en ambos conjuntos: parece claro que el Valladolid volverá a disputar otra temporada en Segunda mientras que el Girona sigue con sus aspiraciones de 'playoff', pero esta vez algo mermadas y sin margen de error. El duelo directo contra el Alcorcón se antoja más que clave. La penúltima final para un tren que podría empezar a escaparse.