Una nueva derrota con el mismo color, el verdiblanco. El Córdoba se ha convertido esta temporada en el auténtico verdugo de los de Montilivi. Ya son tres derrotas esta temporada en los tres encuentros donde se han visto las caras: 1-2 en Montilivi y 1-0 y 2-1 en el Nuevo Arcángel. El Girona entra en etapa contrarreloj para encontrar la fórmula mágica que anule por completo a los andaluces si ansia sí o sí estar en la finalísima del "playoff" de ascenso a Primera División. Montilivi tomará la palabra y deberá teñirse de blanc-i-vermell, para que los de Pablo Machín encuentren el talón de Aquiles de su rival y remontar la eliminatoria. Los gerundenses no lo tienen difícil para conseguirlo, la reacción fue totalmente positiva y en ninguno de los enfrentamientos de esta campaña fueron inferiores.

Perder nunca es una buena noticia, pero el buen resultado en este partido de ida en el Arcángel, les da alas a los catalanes y  llegan con vida en el partido de vuelta de esta semifinal para subir a Primera División. Pese a esos diez minutos mortales donde el Córdoba sacó su inspiración goleadora marcando dos goles, el Girona tiró de orgullo y consiguió llevar las riendas del partido, pero sin conseguir en 80 minutos restantes el objetivo final, la remontada

Desconexión total

El Girona que aterrizaba en el Nuevo Arcángel con la consigna de haber conseguido tener una defensa inexpugnable, un auténtica muralla de color rojiblanco, en los últimos cuatro enfrentamientos ligueros, comenzaba la eliminatoria con el peor de los guiones posibles. El Córdoba que venía de una mala dinámica, se vino arriba y consiguió hacer estallar el estadio verdiblanco en un éxtasis de alegría y de superioridad. Xisco que reaparecía cuando menos se lo esperaba, habiendo marcado tan solo un tanto en los últimos once partidos, se hizo el protagonista indiscutible del partido de ida. Se tiene que reconocer que aprovechó de la mejor manera los errores monumentales del Girona dentro del área, que parecía atemorizado y no ser el equipo espléndido de la segunda vuelta de esta campaña.

En el 1-0, la desconexión defensiva fue totalmente absoluta. Parecía que la zaga se veía frente a una avalancha verdiblanca y no podía contenerla. Tanto los que tenían que tapar la banda izquierda, como los que tenían que sacar los balones dentro del área, no supieron reaccionar. Todavía fue peor que el equipo no supiera reaccionar a la situación, y concediera una segunda llegada letal en el área de los locales, para que Xisco, de nuevo, pusiera un 2-0 letal para la eliminatoria. Desconocidos y desorientados, el tsunami local pudiera haber sido más mortal si el intento de despeje de Kiko Olivas hubiera encontrado la red de Becerra y no el palo –minuto 23 de partido–. El 3-0 hubiera sido la perdición y la ejecución gerundense.

La euforia se desató entre la afición local, y el Girona trató de reorganizarse como pudo. Era evidente que el problema era más mental que físico, y aquí se pudo ver que el trabajo psicológico de los de Machín no fue suficiente para batirse frente a ese equipo. Pero no había tiempo para lamentarse, y se tenía que dar un paso adelante.

La necesidad de los visitantes de armarse de nuevo para hacer frente a ese desolador 2-0, fue acompañada con la lectura que hizo el Córdoba después del 2-0. Los locales, a los que parecía que ya les estaba bien el 0-0, no tuvieron ni un problema en dar un paso atrás y jugar a esperar que viniera el rival. El Girona, por lo contrario, consiguió hacerse con la situación. Se hizo amo del balón, aprovechó al máximo las bandas, con Clerc y Maffeo ya más centrados y jugando muy ofensivamente, y consiguió llegar a menudo en la frontal del área.

El problema fue el que se ha manifestado intensamente esta temporada, el no materializar. La ofensiva de los catalanes era esplendida, pero faltaba la guinda del pastel. Por suerte llegó el 2-1, en una acción poco cohesionada y con Cristian Herrera cazando el esférico suelto dentro del área. El gol dejo respirar a los de Montilivi para hacer frente al segundo tiempo. Pero fue un gol que puede ser clave para el final de la eliminatoria.

Imposible rematar

El Girona saltó al césped en la segunda mitad mucho más preparado mentalmente. Lástima que fue un juego muy horizontal, y la zaga andaluza era un auténtico cortafuegos y dejaba en nada las jugadas ofensivas de cuadro de Pablo Machín. La mayor profundidad la dieron los carrileros, sobre todo Carlos Clerc, incansable por el izquierdo, pero también Maffeo. Si en la primera parte el Córdoba ya había dado un paso atrás, en la segunda parte pareció que quería guardar el 2-1 y replegarse detrás.

Los de Machín estuvieron esplendidos en la presión y la recuperación, pero la chispa no saltaba. Faltaba la esencia que tan a caracterizado a este equipo este 2016 que la he convertido en el mejor equipo de la segunda vuelta-  Pablo Machín, además, tardó mucho en mover ficha y no hizo el primer cambio hasta el minuto 77. La entrada de Eloi Amagat en el lugar de Granell, cambió poco. El segundo cambio también fue natural –Mata tuvo 11 minutos para revolucionar el juego a su estilo luchador, pero no tuvo ni una ocasión de gol– y el tercero y definitivo fue el de Rubén Alcaraz por Borja García, que tenía la misión de preservar el 2-1, ya que un tercer gol local sí que hubiera sido el fin de los gerundenses.

El Girona no dejó de insistir ante la portería del cancerbero Razak, inseguro durante casi todo el partido porque no supo bloquear ningún balón y se mostró muy nervioso cada vez que los catalanes se acercaban a su área. Sin embargo, el portero ghanés aún fue el héroe al salvar a su equipo del 2-2 en una falta de Rubén Alcaraz que no fue gol de milagro con una ágil estirada del africano, y una doble intervención de auténtico mérito. Después de esta jugada en el tiempo añadido el conjunto andaluz consiguió obligar al Girona tener que jugárselo todo a una sola en el domingo en el Estadi de Montilivi.

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