El Hércules parece perdido en una isla remota del océano. Mendizorroza disfrutó con su equipo, que fue capaz de ahogar a uno de los teóricos gallitos de la categoría. Una victoria en ocho encuentros es el pobre bagaje con el que Quique Hernández cuenta hasta ahora. Los alicantinos prácticamente igualan así los números del arranque del último año de Mandiá. Falcón y Peña son un fiel reflejo del estado anímico de los blanquiazules, que adolecen de pegada, creación y tranquilidad, mientras que andan saturados de errores defensivos. 

Todo no fueron sombras en el encuentro, o al menos eso se presagiaba observando la alineación del Hércules. Con un once totalmente ofensivo, con Eldin, De Lucas, Assulin y la novedad de Portillo, el Hércules pretendía mandar y marcar. Los alicantinos tuvieron un comienzo de partido esperanzador, moviendo el balón con rapidez y pisando área local, aunque siempre desde la contra. El buen inicio tuvo compensación con el gol de Eldin. Contra perfecta que dirige Assulin, que hace la diagonal, cede al bosnio y éste cruza el balón ante Goitia poniendo por delante al Hércules. 

El gol sirvió de toque de atención para los de Natxo González, que se lanzaron en busca del gol del empate. El primer aviso albiazul llegó rebasado el primer cuarto de hora, tras un disparo que, aunque no encontró portería, sorprendió a un desconocido Falcón. La suerte del Hércules moriría con esa jugada y a la siguiente no perdonó el Alavés. Ion Vélez, ex herculano, aprovechó un error de marca en la defensa visitante en un córner para empatar el partido. El gol noqueó a los alicantinos, desolados y aturdidos sin saber hacia qué parte del campo debían dirigirse para atacar. Aunque las piezas que dispuso Quique Hernández en el tablero hacían pensar un ataque demoledor, este se disolvió como un azucarillo con el paso de los minutos. 

Nuevo golpe tras el descanso

La segunda parte no pudo empezar peor: aviso del Alavés al primer minuto de juego y gol en el minuto 49. Un centro desde la izquierda, que Peña no tapó, sirvió a Toti, otro ex herculano, para remontar el partido ante el delirio de los aficionados alaveses. La pájara del Hércules se hizo evidente y ni la entrada de Hervás cambió el guión. El 2-1 puso contra las cuerdas a los de Quique, falto de ideas para reconducir la situación. Una vez más, el equipo alicantino caía en los mismos errores defensivos del pasado. Además, la prematura reaparición de Pamarot puso de manifiesto que sin él, este Hércules pierde a un pilar. Sin embargo, el francés estuvo al 50% y eso la defensa lo notó. Ferreiro no acaba de acomodarse a su nueva posición, Font no es el de pretemporada, y Portillo ni está ni se le espera. 

Pero aún faltaba la puntilla para culminar la colección de goleadas que lleva cosechadas el Hércules en las tres últimas jornadas. Un nuevo fallo en defensa, esta vez de Ferreiro, lo aprovechó Viguera para dar por acabado el partido con 20 minutos por delante. Tan sólo Eldin puso la nota positiva en el ataque herculano. El bosnio, además del gol, estrelló un balón en el palo, cuyo rechace Peña mandó al lateral de la red. Eldin parece a un nivel superior al resto, pero sus pases y desmarques no son correspondidos por sus compañeros, aún soñando con la Ponferradina. 

El resto del partido fue puro trámite. El Alavés jugó con el reloj, aunque el Hércules tampoco hizo lo necesario para inquietar a su rival. El tiempo acecha y la Liga cada vez aprieta más. Al Hércules se le acaba el tiempo de reacción si quiere seguir aspirando, al menos, a la promoción. Mucho debería cambiar por Alicante si el equipo quiere, por lo pronto, salir del pozo. Es el segundo año consecutivo que los blanquiazules dan una imagen antagónica a la calidad de su plantilla. Lo peor es que esta vez no hay Mandiá o Pitarch al que echar la culpa.