No pudo ser. El Hércules no sumó una victoria de nuevo, a pesar de que su actuación en el césped bien mereció un premio mayor que la derrota final. El equipo ha crecido y parece que Quique ha encontrado un once tipo, a pesar de las bajas importantes para el partido en el Nuevo Arcángel. Así pues, Hernández partía de inicio con dos puntas, Portillo y Dioni, e introducía a Sardinero en detrimento de Eldin.

Los jugadores de Quique comenzaron el partido con una intensidad encomiable, donde todo el equipo presionaba la salida de balón del Córdoba. En especial, fue notable la actuación de Yuste y Sissoko en el centro de campo, robando una gran cantidad de balones y suministrándolos a los jugadores ofensivos. El Hércules forzaba los córneres y Portillo gozó de una ocasión el minuto seis.

La defensa condena a los visitantes

Sin embargo, en el minuto diez aparecieron los primeros fallos en defensa del Hércules; una falta botada de manera excelente por Pacheco era rematada por un sorprendente cabeceador, Uli Dávila, ante la pasividad de Pamarot. Tras esta jugada, los jugadores visitantes no lograron recuperar el nivel exhibido en los primeros 10 minutos. Las ocasiones locales se sucedían, y más con las facilidades defensivas que ofrecían, sobre todo, los laterales herculanos, Peña y Juanma Ortiz. Los dos extremos califas eran un continuo peligro, López Silva y, especialmente, Pacheco, este último no encontro oposición alguna en Paco Peña. Así, diez minutos después del primer gol, llegaba el tanto de Xisco, en una jugada donde la defensa herculana no adelanta las líneas y deja en posición legal al delantero, que define con calidad ante Aulestia poniendo el 2-0 en el marcador.

El Hércules, aunque había comenzado bien el partido, se deshacía ante un Córdoba que, cuando atacaba por las bandas, hacía mucho daño a los herculanos. Así, un disparo de López Silva en el minuto veintiocho, que salió rozando el palo, pudo suponer el tercer gol de los locales. Los alicantinos, que dispusieron de siete córneres en la primera parte, fueron incapaces de crear ocasiones con los lanzamientos de esquina, una asignatura pendiente en el área ofensiva del equipo de Quique.

La primera parte acabó con una peligrosa cesión de Pamarot, que requirió la actuación de Aulestia para evitar males mayores.

Tras el descanso, el Hércules arrancó a una velocidad no vista en el primer período, y en los primeros segundos de la segunda parte, Portillo avisó con un trallazo que hoy quería marcar. Más tarde, Yuste mandaría un tiro al larguero, y en el rechace, un cabezazo incomprensible de Fran Cruz envíaba el balón a su propia portería. El Hércules volvía a tener vida en el encuentro.

El partido se convirtió en un incesante correcalles, donde las áreas no dejaban de pisarse por ambos conjuntos. Aulestia intervino en un disparo a bocajarro de Pacheco, quien, una vez más, le había ganado la partida a Peña.

Pero fue en el minuto cincuenta y ocho cuando Uli Dávila marcó su segundo gol de la noche. De nuevo, Pacheco colgaba al área una falta y el jugador mexicano anotaba sin ninguna complicación por parte de Pamarot. El central francés protagonizó una jugada para olvidar.

Uli Dávila revolucionó el partido

Cuatro minutos más tarde llegaría la jugada del penalty a favor del Hércules. Una mano clara de Abel en el área era pitada por el árbitro, y Portillo pudo anotar su primer gol de la temporada. Tras el gol, Quique introdujo dos cambios: Assulin por Ferreiro y De Lucas por Dioni.

Después de un gran golpeo de Abel Gómez desde la frontal del área, que fue bien atajado por Aulestia, las ocasiones se diluyeron y el ritmo del partido bajó. Assulin dejó buenos minutos y demostró que es una buena opción como revulsivo.

En el minuto setenta y cuatro, la afición herculana vio como debutaba una de las promesas más ilusionantes de la cantera: el japonés Sugi, quien además tuvo una clara ocasión en el minuto ochenta y cuatro, justo después de un tiro desviado de De Lucas. Al Hércules se le escaparon en este momento las opciones de llevarse un premio más justo de Córdoba.

A modo de postre para una gran segunda parte, Ulises Dávila regateó en la frontal del área, miró hacia la portería y colocó el balón en la escuadra, lejos de los dominios de Aulestia, que no pudo hacer nada. El 4-2 del marcador no reflejaba con exactitud la igualdad visto en el campo, aunque sí es un resultado merecido por los errores defensivos. Quique Hernández debe comenzar a pensar que una mala defensa puede enterrar a un equipo que muestra síntomas de crecimiento en el juego.

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