Del primero hasta el último: todos y cada uno de los integrantes del Centre d'Esports Sabadell han hecho posible que el equipo permanezca una temporada más en la categoría de plata. Pero no solo eso: han conseguido hacer soñar a todo aficionado arlequinado hasta el último suspiro de la última jornada de la Liga Adelante.

Tras un atroz inicio de temporada, el conjunto catalán llegó a la quinceava jornada de campeonato con un bagaje de tan solo 15 puntos, algo que suponía estar situado en la zona roja de la tabla. Por consiguiente, y de manera muy acertada, la junta encabezada por Keisuke Sakamoto creyó oportuno cesar a Javier Salamero. Tras ello, dimitió el director deportivo, Xavi Roca, por lo que en plena crisis deportiva se asomaba otra institucional. En medio de esta convulsa situación, Miquel Olmo, ayudante del aragonés Salamero, apareció para sacar del apuro a los arlequinados y para hacer soñar a los mismos a base de esfuerzo, constancia y dedicación.

Las cosas dieron un giro radical con el egarense en el banquillo. Los jugadores creyeron que se podía, y es que realmente se podía. Llegó la permanencia matemática y, tras ella, el sueño. A base de haber convertido la Nova Creu Alta en un fortín, comenzó la escalada en la tabla, algo que ilusionó a la ciudad, que acabó llenando el 'Templo' arlequinado. Por consiguiente, y con gran mérito de la psicóloga de la plantilla, Lorena Cos, los futbolistas se animaron y lucharon hasta el final, como bien decía una de tantas pancartas que se han visto a lo largo de este tramo final de campaña. Cabe destacar, también, la buena tarea llevada a cabo por el preparador físico, Jordi Abella, que ha logrado acabar la ya concluida campaña con los jugadores en plena forma, a pesar del derroche físico sufrido en el tramo final. El mérito, pero, es de todos y cada uno de los que forman parte del Centre d'Esports Sabadell, especialmente de "los 3.000 de siempre", a los que se les tendría que hacer un "monumento", decía el capitán, Antonio Hidalgo.

El grado de implicación de estos jugadores fue tal que, una vez despertaron del sueño que les rodeaba empatando ante el Recreativo, cayeron abatidos, entre lágrimas, al césped del feudo arlequinado. La reacción de la afición no fue para menos, pues una vez sonó el pitido final del colegiado invadieron el campo para tratar de consolar el decaído estado de ánimo de sus jugadores.