Once goles encajados en diecisiete jornadas. Ese es el increíble registro que ostenta el Sporting de Gijón, el equipo menos goleados de la categoría. Muchos son los factores que afectan al buen rendimiento defensivo de un equipo, pero no cabe duda que con una buena pareja de centrales tienes mucho que ganar. Y es que el duo formado por el canterano Luís Hernández y el colombiano Bernardo es de lo mejor que le ha ocurrido al Sporting. Se complementan a la perfección, además de cubrir sus carencias mutuamente. En definitiva, el zaguero colombiano nacionalizado español no es un jugador fácil de batir.

Una carrera con altibajos

Criado en las canteras del Málaga y del Sevilla, el colombiano tuvo su primera experiencia como profesional en el Sevilla Atlético, filial del conjunto andaluz. No tuvo mucha suerte en su primera temporada, y es que debido a una grave lesión, no pudo evitar que su equipo consumara el descenso a Segunda División B tras su vigésimo segundo puesto, categoría que no abandonaría hasta la actual fecha. Comenzaba entonces una época más favorable para Bernardo.

En Segunda B, el central se hacía indiscutible en el filial sevillista, llegando incluso a disputar el playoff por el ascenso. Su buen rendimiento le hizo merecedor de debutar con el primer equipo en Copa del Rey frente al Real Unión de Irún. Más tarde llegaría su debut en liga, ante Osasuna en el Reyno de Navarra. No bastó para que el club confiara en él y se marchó cedido al Racing de Santander, club que por aquel entonces militaba en Primera División. Allí mostró un gran nivel y se empezó a intuir al Bernardo Espinosa que se ve a día de hoy en El Molinón.

A pesar de todo el equipo acabó último y descendió, acompañado de Villarreal y curiosamente el Sporting. Fue entonces cuando el Sevilla decidió darle una oportunidad con el primer equipo, acto algo engañoso, y es que no llegó a disputar ni un solo minuto hasta enero de 2013, cuando llegó cedido a Gijón. Allí Bernardo contribuyó a que el equipo remontara y estuviera a punto de merterse en playoff tras una horrible primera vuelta. Ese verano rescindió su contrato con el conjunto andaluz, pasando a ser propiedad de los asturianos.

En la siguiente campaña, el por aquel entonces entrenador del Sporting, José Ramón Sandoval, confió en el colombiano como central junto a Mandi. Su temporada no fue mala, pero sí mejorable. Tras caer eliminados frente a Las Palmas en las eliminatorias por subir a Primera, llegó la metamorfosis de Bernardo. Abelardo, inquilino del banquillo desde finales de la pasada temporada, depositó su confianza en él y le otorgó galones, además de situarle a Luís Hernández como pareja, que a priori partía como lateral diestro. En ese momento llegó su explosión, convirtiéndose posiblemente en el mejor central de la categoría.

Un central de altos vuelos

Muchas son las facetas en las que Bernardo se encuentra cómodo, pero sin duda, su punto más favorable es el juego aéreo. Es complicado ver al Sporting encajando goles a balón parado, y es que tener a un especialista como el colombiano facilita mucho la labor de sus compañeros, haciendo del Sporting un equipo realmente sólido en este tipo de acciones.

Pero no solo es válido en las tareas defensivas. Bernardo se ha convertido en la referencia ofensiva del equipo rojiblanco en todas las acciónes por alto. Tanto en los corners, como en los potentes saques de banda de Luís Hernández, todas las miradas se centran en el colombiano. En lo que va de temporada solo ha conseguido acertar entre los tres palos en una ocasión, frente al Mallorca, aunque son innumerables las ocasiones en las que su remate se ha marchado desviado o simplemente peinó el balón en dirección de un compañero mejor desmarcado.

Las pasada temporada tampoco tuvo excesiva suerte, anotando dos goles, el primero en el trascendental y polémico duelo frente al Deportivo, partido que acabaría con empate tras un gol de los gallegos fuera de tiempo, y el segundo en la jornada cuarenta y uno, en un duelo frente al Zaragoza que también acabaría en empate tras aprovechar Bernardo un fallo del meta Whalley.