El domingo a mediodía se medirán en el Sadar dos clásicos del fútbol español como son, el Real Sporting y el Club Atlético Osasuna. Se encuentran en polos opuestos en lo que a la tabla clasificatoria se refiere, pero a la par en afición y renombre. Y es qué es bien conocido por todos, que la afición rojilla es una de las que más presión mete en su feudo y en particular en los partidos importantes. Por ello, el domingo jugará un papel importante, como lo hizo en la ida la del Sporting en un partido difícil para los de Abelardo, y que terminó con la meritoria victoria local, y mucho sufrimiento.

Primera parte: Nerviosismo local, dominio visitante

El Osasuna llegó a Gijón con la marca de ser un equipo muy blando atrás y los rojiblancos no tardaron en aprovecharlo. Sin apenas tiempo para que la gente tomase sus asientos, abrió la lata Alberto Lora. El madrileño lanzó un balón que rebotó en un defensa y se coló en la portería de Santamaría. Corría el minuto cuatro de partido y aun todo por decidir. El Osasuna no se amilanó y cogió el mando del juego desarrollando el partido que ellos querían, mientras que el Sporting se dedicó a correr detrás del balón sin mucha fortuna. Así fue como los visitantes, tuvieron un par de ocasiones antes del descanso para lograr el empate. La más clara fue un cabezazo de Cedrick que se marchó por poco. Pese tener el dominio del balón los rojillos inquietaron poco la portería defendida por Pichu Cuellar, con lo que se llegó al descanso con la ventaja de 1-0 en el marcador para los rojiblancos

Fotografía. Fuente: Carla Cortes | VAVEL

Segunda parte: Un Sporting desconocido

Un Abelardo descontento con el juego sportinguista, realizó dos cambios al poco de empezar la segunda parte. Pablo Pérez y Carmona abandonaron el campo, y entraron en su lugar Carlos Castro y Juan Muñiz. La intención del míster era recuperar algo más el balón y no sufrir con un resultado tan corto hasta el final, pero lejos quedó dicha intención, ya que el conjunto navarro siguió con su dominio particular. Los asturianos intentaban lograr el gol que les diera la tranquilidad mediante alguna contra y los rojillos iban poco a poco metiendo el miedo en el cuerpo a los del Pitu. Así fue cuando Cuellar salvó al Sporting con una buena intervención a un disparo desde el área pequeña de Kodro. Los navarros siguieron intentándolo pero finalmente, y ya en el tiempo de descuento Carlos Castro se aprovechó de un Osasuna lanzado al ataque, para sentenciar el partido.

La anécdota: Únicos invictos

La casualidad quiso que en el partido que más cuesta arriba tuvo el Sporting de toda la liga fuera el qué le dejó los galones de único club profesional invicto hasta esa fecha. Merito para un equipo del que todos conocen sus carencias y que deslumbró a propios y extraños. Y es qué este equipo rompe moldes y en ese instante conseguía sobrepasar cualquier límite con el que los aficionados rojiblancos pudiesen soñar, añadiendo así, continuas páginas de oro en la historia del fútbol y del club.