Si se tratara de un partido de tenis, podría decirse que el encuentro de esta tarde suponía un match-ball para Sergio Lobera al frente del banquillo amarillo y posiblemente para Las Palmas en sus opciones de ascenso directo, máxime cuando antes de empezar el partido ya se conocían las victorias del Sporting o Recreativo de Huelva. Tras la derrota en Jaén, seguramente un nuevo tropiezo hubiera significado el último encuentro de Lobera al frente del equipo canario.

Llegaba a Gran Canaria el Girona con la confianza por las nubes, tras endosarle la pasada semana un set al quinto clasificado –Lugo- y demostrando una clara mejoría en su juego, pese a seguir en la parte baja de la tabla. A ello se le sumaba la pésima racha amarilla como local, donde no conocía la victoria desde mediados de noviembre, cuando se impuso al Mirandés por 3-1. Tras ese encuentro, sucesión de empates y derrotas que han llevado consigo la deserción en las gradas, donde se registró hoy la peor entrada de la temporada con casi 6.700 espectadores.

Primera parte aburrida y sin ocasiones

La primera parte fue un continuo bostezo. Con pocas llegadas y excesivo centrocampismo. Avisó primero el Girona por medio de Iván López con un disparo alto, habiendo estado lento para definir anteriormente Ortuño, tras un grave error de Deivid en el despeje. Las Palmas quiso ponerle algo de intensidad al juego, pero el Girona estaba bien colocado en defensa y no pasaba apuros. Sólo Valerón y Tana probaron a Becerra pero no pusieron en demasiados apuros a éste.

Javi López quiso cambiar el rumbo del partido y movió fichas en el vestuario. Dio entrada a Jandro y Matamala para tratar de dominar más el centro del campo, dejando en la caseta a Richy y Juncà, que apenas estaban teniendo incidencia en el juego visitante. Lobera no introdujo cambios en el descanso, pero sí tenía ya calentando a Aranda y Masoud, los que serían posteriormente los revulsivos amarillos.

Las Palmas salió en la segunda mitad decidida a acabar con su falta de gol y con los malos resultados, aumentando la velocidad en el juego y la intensidad en ataque. A punto estuvo de encontrar premio a los 54 minutos, con un córner que se paseó por el área pequeña tras remate de Apoño, Deivid estrelló en un defensor y finalmente Valerón vio como se escapaba el balón rozando el poste de Becerra.

Lobera movió el banquillo

Lobera decidió mover su banquillo y dio entrada a los mencionados Aranda y Masoud por Valerón y Tana. Especialmente crítica se mostró la grada con la salida del Mago de Arguineguín, pues entendían que estaba haciendo un buen partido y debía seguir en el terreno de juego. No obstante, sin Valerón en el césped el Girona tomó mayor contacto con el balón y empezó a probar a Barbosa desde lejos.

Tan cómodo se encontró el cuadro de Javi López disparando desde fuera del área, que en una de esas acciones encontró premio. A los 70 minutos, Gerard Bordás encuentra un hueco cerca del vértice del área y saca un fuerte lanzamiento cruzado que no llega a despejar Barbosa y hace el primer gol del partido. Nuevamente, en Gran Canaria se veían los amarillos por detrás en el marcador cuando el rival no ha sido mejor que los amarillos.

Pero lejos de venirse abajo y bajar los brazos, el gol gerundense espoleó a los canarios, que se fueron con todo hacia la meta de Becerra. Tanto fue así, que no tardaron en igualar el encuentro. Apoño encontró el desmarque de Aranda a la espalda de la defensa y le envió un pase medido para que el delantero cediera al punto de penalti, donde llegaba Asdrúbal para adelantarse a los defensores y empatar el partido cinco minutos después del tanto de Bordás.

Las Palmas no se conformó con el empate

El Girona trató entonces de amarrar el punto y enfriar el encuentro, pero Las Palmas estaba convencida de dejar los tres puntos en casa. Y por primera vez en mucho tiempo en Gran Canaria, la suerte acompañó a los de Lobera y premió al que había hecho méritos para ganar. Cuando estaban a punto de cumplirse los 90 minutos reglamentarios, Aranda realizó una gran jugada personal y llegó a línea de fondo con mucha clase. Allí, levantó la cabeza y envió un centro medido a Masoud, que llegaba libre de marca y con una precisa volea a bocajarro puso el 2-1 en el marcador y desataba el delirio, dejando la victoria en casa.

Con ese tanto, fueron muchas las explosiones de júbilo vividas en el Estadio de Gran Canaria. En el césped, todos los integrantes del banquillo saltaron a celebrar el gol como si de una final se tratara, explotando así tras semanas muy difíciles para ellos. Además, en el campo jugadores como el propio Aranda celebró con mucha rabia contenida el gol de Masoud. Parecidas reacciones tras el pitido final, con Lobera siendo abrazado muy efusivamente por sus ayudantes, conscientes de que habían sido capaces de salvar un match-ball.