El CD Lugo se está especializando en hacer sufrir con extrema crueldad a los equipos gerundenses. Si la temporada pasada impidió en Montilivi el ascenso del Girona a primera en el último partido de liga, ayer derrotó a la UE Llagostera en el minuto 93 y cuando ya parecía seguro el reparto de puntos en el Antxo Carro.

Y no es que no fuese justa la victoria lucense, pero tampoco hubiese sido injusto lo contrario o el empate. El trabajo de los dos equipos en lo táctico fue encomiable. Dos estilos opuestos y un tablero de ajedrez sobre el césped para ver quién imponía su juego o anulaba el del contrario.

Fue uno de esos partidos feos para el espectador, salvo en los últimos minutos, pero para guardarlo en las hemerotecas y enseñarlo en las escuelas de entrenadores. Tanto Luis Milla, que continúa la misma filosofía que el año pasado Quique Setién, es decir, toque y posesión, como Oriol Alsina con su entramado táctico adaptable a todo tipo de rivales, dieron muestras de que son entrenadores grandes, enormes y que tienen en sus cabezas una masa de sabiduría futbolística al alcance de muy pocos genios. Para valorar.

La primera mitad, casi sin ocasiones, estuvo marcada por los contínuos movimientos de los jugadores en busca del fallo del rival. El equipo local tocaba y tocaba, pero sólo donde se lo permitía el Llagostera que supo tapar muy bien las bandas de los gallegos y que impidió sus acercamientos. Los visitantes, por otro lado, llegaron incluso a dominar el balón en fases concretas del encuentro y buscaban constantemente la portería rival, bien a balón parado o al contragolpe. Pero en los dos equipos fallaba el último pase o en algún caso, el remate y todo ésto provocado por las respectivas perfecciones tácticas. 

Cómo cambiar el destino de un partido

Tras el descanso, la UE Llagostera dió un pequeño paso adelante y llegó a crear cierto peligro sobre la meta de José Juan, sobre todo por medio de balones parados y córners, buscando constantemente la movilidad de Chumbi o la embergadura de Juanjo o Benja, pero no pudieron concretar ante una defensa muy segura en todo el partido.

Después el Lugo se sacudió el dominio visitante y comenzó a llegar con cierto peligro, especialmente en un remate de cabeza de Puerto a la salida de un córner, que resolvió René con un paradón digno de foto para cromo. También clara fue la ocasión de Iriome que, en semifallo remató desde dentro del área y el esférico salió muy cerca del palo.

Así las cosas, llegó el descuento. Se daba por bueno el empate en ambas formaciones ya que los dos habían hecho méritos, especialmente en cuanto al orden y disciplina se refiere. Sin embargo, los destinos de los partidos los cambian los pequeños detalles a veces, o la fortuna, o una decisión arbitral...

Aquí el destino lo cambió Molinero. Corría el minuto 93 del partido, último del descuento de 3 minutos. Molinero cogió el balón en la zona de tres cuartos de campo. Se vió libre de presión, y con ganas y valentía soltó un zapatazo al balón que se fue directo a la mismísima escuadra de René, que nada pudo hacer. Como se dice en el argot futbolístico, quitó las telarañas. De inmediato, el final del partido.

Aunque la victoria fue sin duda de los dos entrenadores, los tres puntos se quedaron en Lugo, que ya suma 4 en dos jornadas y deja la sensación de equipo con muy buen gusto. La UE Llagostera, demostró que sigue incomodando a los rivales como ningún otro equipo hace y que ésta derrota es sólo una cuestión de rachas. Nada preocupante.