El día de la Marmota. En ese bucle peligroso está metida la UE Llagostera. Fuera de casa, el equipo siempre pierde. Da igual si juegan unos o juegan otros. A veces, incluso, casi da igual el rival. Si las cosas se tienen que poner en desgracia para alguien, se ponen para el Llagostera.

Colectivamente, el equipo es un conjunto bien armado atrás, con jugadores con experiencia, con un centro del campo muy apañado y con unos buenos delanteros. El sistema de juego es muy variable y bueno y los jugadores lo ejecutan bien. Pero la desgracia del Llagostera ésta temporada (aparte de las lesiones), son los errores puntuales e individuales. Todos los días los futbolistas cometen errores, pero en éste equipo, si hay un error, acaba en gol. Por eso juegan siempre en el alambre. Si no sale un partido perfecto y sin fallos, se pierde.

Y en Pamplona no iba a ser menos. El Llagostera salió bien posicionado, ejecutando muy bien los movimientos de ataque y de presión al rival y con un grado bastante alto de concentración. Incluso gozó de muy buenas ocasiones para adelantarse en el marcador. Primero, un remate de Tebar de cabeza a la salida de un córner que Nauzet paró de manera casi milagrosa. Después Samu, también de cabeza, estuvo a sólo unos centímetros de que su remate entrara en la portería. También Benja consiguió rematar una gran jugada de Edu Oriol. Pero a la que el equipo osasunista comenzó a tener algún acercamiento, el manojo de nervios en el que se convirtió la defensa, traslada al equipo al estado de pánico y se dejan de hacer movimientos de presión conjuntada o de ataque por bandas. Simplemente vuelven a entrar en el bucle de cada día. Hasta que hay una pérdida de balón flagrante o se falla un pase fácil cerca del área y el rival lo aprovecha.

Y es que el rival no era cualquiera. Era el Atlético Osasuna. Con jugadores de primera y afición de Champions, Nino, Torres y compañía son capaces de hacer todo tipo de diabluras. Y cómo no, de aprovecharse de un equipo fuerte que se empeña en parecer tan débil que al final se lo creen.

Y después de alguna parada de René, grandioso como siempre, el Osasuna se preparaba para irse con empate a cero al descanso cuando Nino se empeñó en luchar un balón imposible dentro del área que venía de un rechazo de René a remate de él mismo. Tremendo Nino. Gol del Osasuna y al vestuario con un gol psicológico en el marcador.

Segunda parte de empuje sin pólvora

En la segunda mitad, otra vez el cambio de actitud del Llagostera. Mentalizados en la importancia de puntuar, tocaron a arrebato y el equipo se fue arriba. Consiguieron la posesión del balón, que no es fácil con la plantilla que tenían enfrente, y se tomaron riesgos en busca del gol. El Osasuna reculaba. 

El abuso en ocasiones del balón en largo de los dos equipos, llevó al partido a un punto en el que el Osasuna se encontraba cómodamente en su terreno esperando un nuevo error de la defensa catalana. Por su parte, el Llagostera, vivía una y otra vez las mismas circunstancias de todas y cada una de sus salidas ésta temporada. Llegadas, ocasiones escasas y muchísimo trabajo del equipo para no conseguir premio alguno. Las estadísticas son claras: el Llagostera es el equipo que más kilómetros por partido recorre. El trabajo se hace bien. Pero cuando el equipo está volcado en campo rival buscando el empate, se arriesga sin sentido alguno un pase en el centro del campo que se convierte en una contra mortal de dos o tres jugadores contra un sólo defensa.

Así pasó en el segundo gol. Cuando parecía que el equipo visitante estaba encerrando al Osasuna cada vez más cerca de su área, un pase fallido en un cambio de juego en el centro del campo, provoca un contragolpe de Belenguer, que tocaba su primer balón y que acabó sólo ante René. Gol y partido sentenciado en el minuto 75.

Todavía hubo tiempo para más cosas. Un gol más en el descuento del chaval Mikel Mesa, en otro contragolpe de tres contra uno y, sobre todo, unos minutos mágicos de Torres, que destapó el tarro de sus esencias cuando ya el Llagostera se había ido del campo, pero que dejó un tufo a fútbol impresionante. Un par de controles al nivel de los mejores, algún regate espectacular y una jugada espectacular que acabó en gol anulado por fuera de juego.

La grada de El Sadar despidió a los suyos con una gran ovación sin ser conscientes de que eran protagonistas de un nuevo día de la Marmota para la UE Llagostera.